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Cultura

Garrick, una medicina que no mata a nadie

Tricicle. Guión, dirección y producción: Tricicle. Intérpretes: Joan Gràcia, Paco Mir y Carles Sans. Dirección y producción técnica: Peni Barratxina. Escenografía: Sebastià Brosa y Laura García. Música: Pere Bardagí. Efectos especiales: Enric Masip. Lugar: Teatro Lope de Vega. Fecha: 1 de diciembre. Aforo: Lleno.

Hace unos años me contaron una anécdota en parte aterradora -o terrrific-, en parte cómica, que ha ido unida al mito que he tenido de Tricicle hasta anoche. En esa historia un hombre se arrastra por el pasillo del patio de butacas mientras un teatro lleno ríe a carcajadas; él quiere salir de la sala, piensa que si sigue en el teatro va a morir de risa, pero no puede avanzar y tampoco puede dejar de reírse y todas las risas, aunque él ya no mira al escenario, le provocan más espasmos y apenas puede respirar. Morir de risa, arrastrarme por el pasillo en busca de la no-risa, ese era el listón que yo le había puesto al primer espectáculo de Tricicle que viese en vivo.

Lógicamente, no ha ocurrido y eso, aunque baja el listón de las expectativas, no quiere decir que el espectáculo que la compañía catalana va a exhibir en el Lope hasta el día 12, no merezca, y mucho, la pena. Y esto por dos razones: la quinta -que dirían ellos- porque si a usted le gusta Tricicle, en esta obra los va a encontrar en estado puro (niñerías, juegos de payasos, absurdo, imaginación, mímica eléctrica) y más teniendo en cuenta que el último cuarto de hora lo gastan en recordar -con la excusa de que cumplen 30 años de colaboración- algunos de los mejores gags de sus creaciones anteriores. Pero, claro, ése es el público que ya está ganado y que se suelta a reír con la sola presencia de Paco (el más calvo) o Carles (el más alto) o Joan (el más, simplemente). Para el otro público menos incondicional que se arriesgue al teatro va a encontrarse con algunos sketches antológicos donde el hilo conductor es la búsqueda de la gran medicina: la risa. Un gran hallazgo que los tres doctores nos van a administrar en buenas dosis, las justas para restablecernos del mal humor pero no morir de la risa.

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