Centro Dramático Nacional/Lazona. Dirección y texto: Alfredro Sanzol. Reparto: Juan Antonio Lumbreras, Paco Déniz, Pablo Vázquez, Elena González, Natalia Hernández. Escenografía: Alejandro Andújar. Iluminación: Baltasar Patiño. Lugar: Teatro Central. Fecha: jueves 20 de enero. Aforo: Lleno.

En Días estupendos es donde a Alfredo Sanzol se le notan más las cuerdas que tensan su teatro: está la infancia, porque la infancia es el territorio del verano y no al revés y todos somos un poco niños y un poco idiotas en el verano. Pero también somos héroes, y bondadosos y mejores en ese dulce no hacer nada, y estamos más calientes, claro, y las relaciones cuestan más porque son más intensas. Todos los que ayer estuvimos en el verano del Teatro Central sabemos que es así y que se puede contar como lo hace Sanzol, a la velocidad de una locomotora pero con la precisión y la búsqueda del detalle que lo hace grande, grande como un viejo castaño.

Otra de esas cuerdas es la familia, la parentela, la pareja, todos esos que dicen tanto de nosotros porque los amamos y los odiamos más intensamente. El sexo libre y desinhibido y felizmente brutal estaría también por aquí, junto a alguna perversión. Y el humor, claro, ya he hablado del humor estos días. En fin, todas las pequeñas historias son dramáticamente de una altura impresionante tanto como el trabajo de Alejandro Andújar, que ha recreado en su escenografía, junto a las luces de Baltasar Patiño, un valle mágico, como sacado de una fotografía de Gregory Crewdson con los componentes castizos imprescindibles para saber que estamos en la tierra y el corazón de uno de los nuestros, de alguien que entendemos aunque eso no importe.

Y con ese paisaje, ese texto y esos actorazos vivimos anoche un espectáculo modélico, estupendamente medido, rico en matices, a veces desconcertante, extraño, divertidísimo, otras paródico y otras directamente desconsoladores. Que vuelvan pronto, quiero más, lo quiero todo.