Cultura

Laffón y el desafío de San Telmo

  • La pintora explica en la inauguración del congreso 'Factor Humano' las dificultades y satisfacciones de su proyecto más reciente, la escultura que ha realizado para la sede de la presidencia de la Junta

La pintora Carmen Laffón inauguró ayer el congreso Factor humano, el encuentro anual con el pensamiento organizado por la Universidad de Sevilla, con una charla en la que explicó al auditorio su último proyecto, la escultura de una parra que adorna el vestíbulo del remodelado Palacio de San Telmo y que, por su complejidad, supuso a esta creadora a uno de los mayores desafíos de su carrera.

Según desveló ayer la autora, el espacio con el que contaba para su intervención le parecía "un sitio arduo, y las proporciones eran raras"; un cancel de madera del siglo XIX y una portada diseñada por Leonardo de Figueroa a un lado y a otro de la estancia condicionaban el trabajo. Pero Laffón dio pronto con una clave que estimulaba su sensibilidad: concibió esa sala como "un preámbulo del patio" y pensó "que podía ser sugerente que el visitante entrara y se encontrara con algo de vegetación". El encargo le permitía así continuar con uno de los motivos preferidos de su producción, las viñas que cuida con esmero en su casa de la playa de La Jara, en Sanlúcar de Barrameda, y que ha retratado con la misma delicadeza en su obra.

Las vides, y el paisaje sanluqueño, conforman una estampa querida en la memoria sentimental de Carmen Laffón: ayer, la pintora recordó cómo su familia conoció La Jara gracias a Don Manuel González Santos, "mi primer maestro y una figura fundamental en mi vida, que animó a mis padres a que yo siguiera con mi afición por la pintura"; habló de las vistas -la desembocadura del río, el mar, el Coto de Doñana- que le brinda ese territorio, y detalló los rituales con que se vive la cultura del vino en el "terreno pequeñito" que tiene con viñas. Un enclave en el que, cada año, se celebra la vendimia "como una fiesta íntima, muy bonita". Laffón rememora que "todos los años fotografiaba las espuertas, hasta que un año me dije: Hoy no voy a fotografiarlo, voy a pintarlo". El tema le inspiró desde entonces numerosos dibujos y pinturas, más tarde esculturas, y se convirtió en el eje de la exposición que albergó el Monasterio de Silos en 2007, organizada por el Museo Reina Sofía, y que visitó en el mismo año la galería Rafael Ortiz.

Cuando el arquitecto Guillermo Vázquez Consuegra, encargado de la rehabilitación de San Telmo, se puso en contacto con Laffón "para que pintara algún techo", ésta respondió a la invitación con una idea diferente, con la que seguiría explorando el mundo de la viña. "Se me ocurrió esta escultura, una parra que colgara del techo. Hice una muestra en cera, se llevó al palacio y a Guillermo le pareció bien", cuenta sobre los primeros pasos de la obra.

En San Telmo, Laffón recrea una parra en otoño, cuando la naturaleza ha empezado a despojarla de sus hojas. Pero este viaje a la esencia no está reñido con la ambición formal, con un complejo proceso de montaje que llevó año y medio de trabajo. Todo está tratado con esmero, como suele ocurrir en las creaciones de Laffón: las hojas forjadas en aluminio -el bronce habría supuesto un peso excesivo- fueron moldeadas primorosamente, pintadas posteriormente al óleo; la pintora tanteó varias posibilidades para el paisaje que se esboza al fondo, y se decantó finalmente por una composición abstracta, evocadora en su imprecisión. "Yo huía de la palabra cielo, no quería hacer una cosa de una gran figuración. Quería acompañar la parra de una cosa muy neutra", sostiene Laffón.

La sevillana emprendió la aventura "con una ilusión enorme", consciente de que tenía entre manos "un proyecto muy bonito" pero también lleno de retos. "No sé si soy una inconsciente, pero vi muy claro lo que tenía que hacer. La dificultad principal residía en que la gente con la que trabajo entendiera lo que quería y superar algunos problemas técnicos, pero por suerte tenía a un equipo muy competente", reconoce. Sin embargo, aún quedan puntos que resolver en el conjunto, como encontrar una iluminación adecuada.

En su participación en Factor humano, la artista estuvo acompañada por el crítico de arte de Diario de Sevilla Juan Bosco Díaz-Urmeneta, quien destacó que "intervenir en un edificio histórico es siempre complicado" y opinó que "la capacidad de decidir es también una de las maneras de hacer arte".

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios