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Cultura

Primavera de la emoción flamenca

Cante: Encarna Anillo. Guitarra: Andrés Hernández 'Pituquete'. Lugar: Pasaje Mallol. Fecha: Domingo 10 de abril. Aforo: Lleno.

La segunda entrega del ciclo Flamenco Mallol estuvo protagonizada por Encarna Anillo: su cante es tan lírico como dramático. Es la luz de Cádiz y es la gravedad de lo jondo. Así los aires de tonás que abrieron la noche, que en realidad eran seguiriyas o lo que el maestro Mairena llamó tonás y livianas. Son cantes modales con lo que la ejecución sin la guitarra resulta aún más complicada que la de los martinetes. Igualmente enjundiosa fue la soleá por bulerías que ejecutó por vez primera en un escenario: un estilo que, no obstante, se adapta a la perfección a sus maneras cantaoras. Es un cante que lo puede ser todo o ser nada ya que es pura emoción. Si se dice con la intensidad que le confirió ayer la gaditana, lo es todo. Si no, aquí resulta estéril la técnica, siendo un cante muy técnico, con unos ligados vertiginosos y unos saltos melódicos notables, tanto como el color de voz u otros dones cantaores. Para la granaína se acordó del maestro Morente, con una letra que firma El Pituquete. El resto fue la luz de Cádiz, como digo: unas alegrías cinceladas, pulidas hasta la sobriedad. Y las más dionisiacas bulerías donde hizo acto de presencia el baile con el que se inició Encarna Anillo en este mundo del flamenco. Es, sin duda, la frescura el rasgo esencial de esta intérprete y sólo por ello, y por su enorme afición, pueden sonar de esta manera los ecos, las melodías y las letras de El Chozas de Jerez, o de El Flecha y Pericón de Cádiz. Lo que en otros resulta museístico en Encarna Anillo se presenta como recién nacido, como si los seres humanos hubiésemos aprendido a amar y aborrecer ayer por la tarde. Primavera de la emoción jonda. Claro que esta naturalidad no disminuye, más bien todo lo contrario, la enjundia, el sentimiento a flor de piel. Entrega, ese es el secreto. Y que esta cantaora conozca este secreto a tan corta edad la convierte en una privilegiada.

El guitarrista Andrés el Pituquete ofreció un acompañamiento pleno de sensibilidad y ternura hacia la voz, con variaciones melódicas de mucho colorido.

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