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Tribuna

Diego Valderas. Vicepresidente de la Junta de Andalucía

Andalucía, hora cero

 LA transición democrática andaluza va aparejada de forma indisociable a la reivindicación de autogobierno. Cuando los andaluces coreaban en las primeras manifestaciones de la etapa democrática "Libertad, Amnistía, Estatuto de Autonomía", el pueblo andaluz estaba afirmando que la libertad debía venir acompañada de instituciones de autogobierno para nuestra tierra. 

Sin embargo, persisten en nuestra comunidad autónoma elementos de injusticia y de desigualdad. Hemos asistido a una reducción del papel del sector agrario en la economía andaluza, mientras que la concentración de la propiedad de la tierra crece de modo desesperante. 

 

En 1980, la tasa de desempleo era del 16.9% sobre una población total de 6,4 millones de habitantes. Hoy, con 8,4 millones de habitantes, Andalucía alcanza una tasa de paro del 33%. Uno de cada dos jóvenes andaluces en edad de trabajar se encuentra en el paro.

 

La renta por habitante se situaba en 1980 en 329.682 pesetas anuales (82,54% con respecto a la renta disponible por persona en España, que era de 399.403 pesetas) y en 2010 era de 14.350 euros (frente a los 18.555 euros por habitante de España, lo que deja nuestra convergencia con la renta media nacional en el 77,33%, peor que hace 32 años). El fracaso escolar andaluz (34%) es más alto que la media española (30%). La suma de baja cualificación y falta de oportunidades laborales sitúan a nuestros jóvenes ante la peor perspectiva de empleabilidad de toda la UE-27.

 

Un escenario acentuado por el insoportable sadismo económico ejercido por el Gobierno del Partido Popular, que el día 11 de julio aplicó una férula de hierro al conjunto de los trabajadores a través de 35 medidas que acaban con la poca credibilidad que le quedaba al señor Rajoy. "Los españoles no podemos elegir si hacer o no sacrificios. No tenemos esa libertad", afirmaba entre aplausos de la bancada del Partido Popular. Sin embargo, Rajoy sí tiene la libertad para elegir quién paga esta crisis. Elige recortar en el sexto mes las prestaciones por desempleo a quienes no tienen más ingresos que su paro mensual, permitiendo que el sueldo medio de los Consejos del Íbex 35 sea de 7,5 millones de euros, un 5% que en 2011. Si tiene que elegir, aplica mano de hierro a funcionarios y empleados públicos quitándoles la paga extra de Navidad y aplica el guante de seda a los 482 altos directivos del Íbex que ganan 522.000 euros de media, un 4,4% más que el año pasado. Pudieron elegir no hacer un primer recorte persiguiendo el fraude. Y el PP prefirió acabar con el escaso Estado social existente. Pudieron optar por no hacer un segundo ajuste duro. Y el PP optó por ensañarse con los más débiles.

 

"Hacemos cosas que no nos gustan, yo el primero, pero no hay más remedio", afirmaba el señor Rajoy. A estas alturas, señor Rajoy, poco importa si lo que está ocurriendo le gusta o no. Basta con que le guste a los mercados que nos gobiernan. Es suficiente con que la gente siga contando sus días como una letanía de desesperanza para que algunos sigan ganando el 7% comprando nuestra deuda.

 

Poco importa si los suyos, los que aplaudían ayer unas medidas que cuando hubieron de ser aplicadas en Italia provocaron las lágrimas de una ministra, se regocijan con la miseria de la mayoría social. 

 

Ante este estado de cosas, cabe preguntarse si no es el momento de una respuesta cívica, como la protagonizada junto a los sindicatos de clase el pasado 19 de julio, en pie de lucha por la justicia social, como aquella ejemplar movilización del 28 de febrero de 1980. ¿Se puede asumir con resignación la pérdida de la autonomía conquistada y el autogobierno construido? ¿Podemos como andaluces asistir al desmontaje del Estado social y democrático a golpe de decreto-ley como pretende hacer el Partido Popular? Si la desigualdad, la pobreza o el paro son hoy mayores que en 1980, ¿por qué no hacemos de este tiempo la hora cero de un nuevo 28-F? ¿Por qué no nos rebelamos?

 

Creo que sólo a través de una Andalucía que se sume a la plaza, que reclame todas las aspiraciones de justicia económica y social que contiene el Estatuto de Autonomía de Andalucía, que exija un giro social y una salida alternativa a esta crisis que no hemos generado, que construya a través de la movilización y la participación un nuevo tiempo político, podremos volver a romper el guión sombrío que algunos trazan para nuestra tierra. Una enmienda a la totalidad de dimensión pueblo frente a tanto intento recentralizador que pretende acabar con nuestra actual democracia. Parar esta agresión es nuestro reto. A esta lucha estamos convocados.

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