Hoja de ruta

Ignacio Martínez

La pedrada de Pedraz

EL juez Pedraz ha hecho honor a su apellido y le ha metido una pedrada a la clase política en su conjunto, en un auto de ocho folios en el que desmonta la acusación policial y gubernamental contra los manifestantes del 25S. La resolución de once puntos relata las actuaciones llevadas a cabo desde que el 14 de agosto una unidad central de la Policía denunció la convocatoria para ocupar el Congreso.

El razonamiento del juez rechaza que estemos ante un delito contra las instituciones del Estado. Lo contrapone al derecho a elogiar, defender o criticar ideas, doctrinas y acontecimientos de actualidad. Y da todavía más margen a la libertad de expresión si es contra la clase política ante su indiscutida decadencia. El subrayado es de un servidor. El juez utiliza el verbo convenir ["la convenida decadencia"] de manera impropia. De la misma manera que cita equivocadamente a una unidad central de la Policía que se ocupa de los delitos económicos y fiscales en vez de las siglas de la que interviene contra la delincuencia especializada y violenta. Y pone UDEF (con efe) en donde debería estar UDEV (con uve).

La frase en cuestión es una metedura de pata en toda regla, puesta en un auto judicial. Aunque sea una verdad como un templo. Llevamos varios años con encuestas del CIS en las que los políticos aparecen como la segunda preocupación de los españoles, tras la situación económica y el paro. Y no hay nada que le irrite más a los políticos de todas las ideologías que se les considere una clase. De hecho, anteayer salieron en tropel desde el PP al PSOE, pasando por un partido alternativo como UPyD, a mostrar su irritación con la descalificación generalizada del juez. La medalla de otro en esta competición se la llevó el diputado popular por Almería Rafael Hernando, que quizá por hacer honor a la pretendida decadencia de su oficio, calificó al juez de pijo ácrata, demagogo e indecente.

Total, que este asunto nos pone un espejo donde mirarnos. Los convocantes se equivocaron cuando plantearon una ocupación del Congreso, cambiada después por rodeo; los mandos políticos de la Policía se equivocaron pretendiendo que estábamos ante una violación del Congreso. La jefa del PP se equivocó cuando comparó a estos manifestantes con el asalto de Tejero y sus guardias civiles al Congreso a tiro limpio, secuestro del Gobierno incluido. Y así sucesivamente... No parece que nadie haya estado a la altura de las circunstancias.

Lo peor de la crisis son estas derivadas, que conducen a la depresión. El Gobierno haría bien en no criminalizar de entrada a los manifestantes. Y los convocantes de las protestas deberían de conocer y respetar el marco legal. Aunque las circunstancias invitan a pensar que todo irá a peor con el tiempo.

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