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Francisco / Correal

El ganadero que le puso puertas al campo

NO tuvo hijos biológicos pero ejerció una paternidad inducida en las muchas empresas que inició. Del ocio y del negocio. Del disfrute y del sacrificio. El albero y el césped fueron las alfombras de dos de sus pasiones, la de ganadero de reses bravas y de presidente del Sevilla Fútbol Club. Dos aficiones que hizo compatibles como lo fueron en Ignacio Sánchez Mejías, el torero que fue presidente del Betis.

A Gabriel Rojas se le murió un trozo de su alma en la noche del 30 de enero de 1998, cuando unos asesinos etarras mataron en Don Remondo a su sobrino y ahijado Alberto Jiménez-Becerril y a su esposa Ascensión García Ortiz. El joven concejal del Ayuntamiento de Sevilla al que su tío Gabriel había hecho jovencísimo directivo del Sevilla (22 años) cuando el ganadero y promotor inmobiliario llegó a la presidencia del equipo de sus amores.

Fue presidente del equipo de Nervión entre el 2 de junio de 1984, año en que vio a uno de sus futbolistas, Francisco López Alfaro, disputar la final de la Eurocopa de Francia frente al equipo de Platini en el mismísimo París, y el 14 de octubre de 1986. Fueron en ese tiempo sus entrenadores el coriano Manolo Cardo, que había sustituido a Miguel Muñoz, entonces seleccionador nacional, y el escocés Jock Wallace, antiguo portero del Glasgow Rangers.

No tuvo hijos, pero los contó por millares la noche mágica del 5 de enero de 1975 en que encarnó al rey Melchor en la Cabagalta del Ateneo. Lo acompañaron en la terna de la Epifanía Manuel Otero Luna, empresario y director del Hotel Inglaterra, y José Núñez Naranjo, que era presidente del Betis que dos años después ganaría la primera Copa del Rey.

El fútbol es el campo en la ciudad. Una hermosa metáfora de la implicación de Gabriel Rojas en los asuntos rurales y en los urbanos. El trazo vertical de sus numerosas promociones inmobiliarias, que se prodigan en barrios como Los Remedios, y el trazo horizontal de las dehesas donde pastan los toros de su reputada ganadería. A una de esas fincas, cerca de Santa Olalla, fue el que firma con Franco Cardeño cuando el torero de Triana se recuperaba de la tremenda cogida que recibió esperando a un toro a porta gayola. Otra finca de Gabriel Rojas, El Caoso, es parada de los peregrinos de la hermandad del Rocío de Triana. Muchos de ellos lo tendrán ahora en sus oraciones.

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