La ciudad y los días

Carlos Colón/ ccolon@grupojoly.com

Superficie plana obligatoria

LEO en nuestra edición de ayer la información de la compañera Ana S. Ameneiro y me echo a temblar: "No más suelo irregular en aceras y zonas peatonales… Se prohíben los pavimentos irregulares con resaltes y rebordes en las aceras y zonas de paso peatonal en las obras que se aprueben a partir de ahora, y es obligado ponerlos de superficie plana, como marca la legislación estatal y autonómica…". Cuando en Doctor Zhivago Yuri se sincera con su hermanastro, el general Yevgraf, la portentosa voz de José María Angelat (doblando a Guiness) dice en off: "me dijo lo que pensaba del Partido y temblé por él". Le pedí prestada la voz al maestro Angelat para decirme a mí mismo, al leer la noticia: me dijeron lo que van a hacer con Sevilla y temblé por ella.

Maltratar a Sevilla es lancear un toro muerto, ya lo sé. Pero a uno le duele ver cómo se maltrata -siempre en nombre de la modernidad, ya se trate de falangistones, andalucistones, socialistones o popularistones- el cuerpo muerto de la ciudad histórica del centro y los barrios, destruyéndose lo poco que de su belleza cotidiana ha sobrevivido. Dictadura, democracia, izquierda, derecha o andalucismo: lo mismo da que da lo mismo.

En el franquismo tardío, también en nombre de la modernidad y el progreso que arrasó arquitecturas de entre el siglo XVII y el regionalismo para construir grandes almacenes y bloques de pisos, se extendió por Sevilla la marea negra del asfalto para gozo de los conductores cuyos coches ya no repiqueteaban sobre los adoquines. Se asfaltaron hasta calles sin tráfico. En estos últimos años la acomplejada catetería sevillana, agravada por una indigestión de gilipollez global políticamente correcta, nos está trayendo la marea gris. Ni Viena, París, Praga, Roma o Lisboa han perdido sus adoquines y aceras: las baldosas del sanpietrini que embellecen tantas calles de Roma desde el siglo XVI, el petit pavé parisino, el empedrado portugués o los grandes, hermosos e irregulares adoquines de Praga han sido compatibles con la accesibilidad. Pero Sevilla, que es más moderna, más sostenible y más solidaria que ellas, debe quedarse como si le hubiera pasado una apisonadora por encima.

Así que estese tranquilo Juan Espadas de Damocles: si el PSOE no gana las elecciones ya se encargará el PP de planchar la calle Mateos Gago y el resto de este parque temático cutre que antes se llamaba casco histórico de Sevilla.

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