SIGUIENDO la estela de la resaca que nos dejó el Inter-Barça no podemos más que rasgarnos las vestiduras ante la actitud de la hagiografía repugnante que rodea al Realísimo al respecto. En esos papeles que cada día se imprimen para mayor gloria del glorioso club de Concha Espina se están vertiendo especies que sólo se suponen en el pensamiento y obra de un hincha furibundo. Se expresan como hinchas de tal manera que nada importa que el Fútbol Club Barcelona sea, aunque sólo sea por ahora, un club español y se ponen tan de parte del Inter que ya quisiera el mítico club lombardo contar con un servicio de propaganda similar.

Aparte de no tratar a Benquerença por el mismo rasero que trataron a Ovrebo, aquel árbitro que tanto benefició al Barça ante el Chelsea en la Champions anterior, denuncian que Messi agredió a Maicon cuando fue un lance con el balón de por medio. La verdad es que dan ganas de bajarse en la próxima al ver cómo medios de información españoles llevan a la letra impresa lo que sólo es comprensible en la calenturienta mente del hincha. Los tíos escriben con la camiseta puesta, sin ningún pudor, como si el Inter fuese de Vallecas, no teniendo el menor rubor de llevar a negro sobre blanco los lógicos pensamientos del más furibundo madridista.

Ya se sabe que el madridista, como el bético respecto al Sevilla y viceversa, quiere lo peor para el Barça, pero que en periódicos, de tirada nacional además, se impriman esos deseos resulta nauseabundo. Comprendo que el madridista esté con las carnes abiertas sólo con pensar que el Barça pueda agarrar a la orejuda en el propio Bernabéu, claro que lo comprendo, pero eso de dejar descaradamente el deseo de objetividad arrumbado me lleva a un impulso irrefrenable de bajarme en la próxima. No sé usted qué piensa hacer, pero el paisaje lo hace tan irrespirable dicho paisanaje que ya me dirá si no es para estar harto de tanto mercachifle de ocasión.