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Navas de la Concepción

Salvados gracias a una impuntualidad

  • Agentes de la Guardia Civil evitan la colisión de un coche sin conductor en el que iban dos niños.

José Antonio Adarve y Antonio José Cabrera son dos agentes de la Guardia Civil destinados en Las Navas de la Concepción que volvían a su cuartel el pasado domingo después de prestar servicio en la romería de la Virgen de Setefilla, en Lora del Río. Debían haber salido un poco antes de Lora, pero se retrasaron en las tareas de finalización del dispositivo de la romería. Cuando llegaron al kilómetro 5 de la SE-7104, en el término municipal de La Puebla de los Infantes, su vehículo encaró una pendiente por la que vieron descender un coche blanco a unos 50 kilómetros por hora.

Nada se salía fuera de lo normal, hasta que se dieron cuenta de que el mencionado coche no tenía conductor y que al final del desnivel había un barranco de aproximadamente 30 metros de altura. La primera intención de los agentes fue esquivar el vehículo, pero José Antonio, que iba en el asiento del copiloto, se percató de que dos pequeños de unos 5 años, un niño y una niña, estaban en los asientos traseros del coche. "En milésimas de segundo le dije a mi compañero que se pusiera en medio, para frenar el coche", rememora José Antonio.

Después de la colisión, los agentes calmaron a la mujer que debía conducir el coche. La chica, que resultó ser la tía de los menores, repetía una y otra vez que había puesto el freno de mano. Efectivamente, después de sacar a los pequeños, los agentes constataron que el mecanismo de freno estaba activado, por lo que barajan que la causa de que el coche se pusiera en marcha se debe a un fallo en el mismo.

La mujer explicó que, junto con sus tres sobrinos -otro niño más estaba fuera del coche en el momento del suceso- , salían de casa de su pareja para dirigirse a su domicilio, también en La Puebla de los Infantes, y que se había bajado a cerrar la verja del recinto. Cuando se disponía a volver al vehículo, se dio cuenta que se había puesto en marcha y corrió para intentar agarrarlo y así detenerlo, algo que los agentes afirman que era imposible por la velocidad que ya había adquirido.

La suerte quiso que José Antonio y Antonio José salieran tarde de hacia su destino, pero también que ningún otro conductor pasara con cierta velocidad por el punto exacto del accidente, hecho que habría complicado la situación. Lo que en principio parecía que podía desembocar en una tragedia quedó, precisamente por la suerte, en un susto.

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