Sevilla

El Supremo revoca la jubilación forzosa de una profesora sorda

  • La sentencia llega 8 años después de que la docente fuese declarada incapacitada y cuando ya ha cumplido la edad para jubilarse, pero sí afectará al cálculo de su pensión

El Tribunal Supremo ha revocado la resolución de la Consejería de Educación que en junio de 2003 acordó la jubilación forzosa de una profesora del Instituto Murillo por los problemas de audición que tenía y que habían generado situaciones de indisciplina entre sus alumnos. La sentencia del Alto Tribunal considera que esta resolución se adoptó sin el preceptivo informe del Equipo de Valoración de Incapacidad (EVI), por lo que no ha quedado acreditada la incapacidad total de la profesora, puesto que poco antes de que se adoptara esa decisión había sido declara capacitada para seguir dando clases tras el oportuno reconocimiento médico.

El fallo reconoce el derecho a restituir a la profesora en la situación que tendría de no haberse dictado la resolución, pero como la sentencia llega más de ocho años después, cuando ya se encuentra en edad de jubilación, sólo servirá para que se le puedan abonar la diferencia con su salario como si hubiera estado todo este tiempo en activo y también afectará a la base de cálculo de su pensión de jubilación.

El abogado José Antonio Picón, que representa a la profesora, explicó ayer que no descarta la posibilidad de reclamar por el "daño moral" causado a la docente, al haber sido privada "ilegalmente durante más de ocho años de ejercer la profesión para la que estaba legalmente habilitada, dado que la docente se opuso en todo momento a su jubilación por incapacidad".

La profesora padecía una hipoacusia neurosensorial de moderada a severa del oído derecho y una hipoacusia mixta de moderada a profunda en el oído izquierdo, pero un informe propuesto por la defensa señalaba que "con los audífonos mejora ostensiblemente la audición a límites prácticamente normales".

El recurso de la profesora señalaba que la verdadera razón de su jubilación se encontraba en la presión ejercida por la Asociación de Padres de Alumnos (APA) y ponía de manifiesto que quizás lo que existía detrás de la cuestión era un "problema de disciplina" de los alumnos. En una visita que realizó un inspector del centro comprobó, además de la indisciplina de los alumnos, que la deficiencia auditiva de la profesora hacía "que no se diera cuenta del continuo nivel sonoro en el aula, que cuando algún alumno quiera hacer una pregunta debe gritar alto o levantar la mano cuando ella está mirando, ya que, en caso contrario, no se entera", y señala que la docente no escuchó la sirena que señalaba el fin de la clase y fue necesario que un alumno "se lo gritara".

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