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Sevilla

"Las pensiones de los abuelos están amortiguando la crisis"

  • El vicepresidente de Cáritas ofrece el testimonio fruto de su acción directa en la entidad

El vicepresidente de Cáritas acaba de recibir los datos de un comedor social, atendido por religiosas donde se están ofreciendo 160 almuerzos diarios. Una cifra sin precedentes. Se abre un nuevo comedor y se llena de inmediato. No le gusta dar datos específicos de lugares o parroquias a los que llega la acción de Cáritas. Pero el recrudecimiento de la crisis, evidenciado en las cifras del paro de enero, revela que Cáritas tiene más que nunca que priorizar, atender algunas realidades urgentes y seguir haciendo otras tareas menos conocidas pero que se consideran fundamentales. "Seguimos la doctrina social de la Iglesia. No dar simplemente alimentos o pagar recibos, sino trabajar con las personas en exclusión, enseñarles a buscar trabajo. Hay personas a las que hay que instruir en hábitos cotidianos, como lavarse las manos antes de comer, lavar ropa, planchar o simplemente saludar cuando se entra en un sitio. Apostamos por un proceso de integración social, con espíritu evangélico indudablemente, pero atendiendo a todas las personas independientemente de su confesión religiosa. En Cáritas no se le pregunta a nadie si es o no creyente".

Quijada tiene sobrada experiencia profesional en el ámbito bancario. Considera que una de las claves del mantenimiento de cierto orden social pese a la creciente tasa de paro se encuentra en la familia, que está interviniendo más que nunca como puntal: "Las pensiones de los abuelos están amortiguando mucho la crisis. Los abuelos están siendo la clave para que muchas familias sigan adelante. Son pensiones tal vez muy cortas, pero al ser un ingreso fijo sirven para el día a día. Estamos viendo a muchos jóvenes regresar a las casas de sus padres. Y ya se sabe que donde comen cuatro, comen cinco. Es la pura realidad. La familia es la que está sufriendo y soportando esta situación crítica".

El perfil del voluntario que trabaja en Cáritas es el de una mujer de más de 50 años de edad que dedica entre dos y tres tardes de la semana a mantener abierto el punto de información y atención al necesitado que existe en todas y cada una de las 258 parroquias de la diócesis. Cada voluntario de Cáritas cuenta con la cooperación de un profesional especializado en la atención a personas en situación de exclusión social: "Los voluntarios ponen el corazón, su tiempo y su dedicación, pero hay técnicas y procedimientos que ha de poner un profesional. Hay que saber llevar en el día a día a las personas que están necesitadas".

Cáritas cuenta en Sevilla con alrededor de 2.000 voluntarios. Para serlo se requieren varias cualidades: comprometerse de forma desinteresada y gratuita y poner las capacidades personales y el tiempo libre al servicio de las necesidades de la comunidad, ser acogedor con las personas, respetuoso con la libertad individual yde las personas y despertar en los demás la capacidad de ayudarse a sí mismas, ser capaz de establecer una buena relación personal y trabajar en equipo, estar dispuesto a seguir formándose y a modificar sus modelos de acción cuando las circunstancias lo requieren en función de una mayor eficacia en la tarea.

En Cáritas no sólo se atiende a personas de otras confesiones religiosas, sino que hay casos de voluntarios que no son creyentes y, por supuesto, donantes que tampoco lo son: "La gente sabe de la seriedad con la que se trabaja en Cáritas. Cáritas tiene credibilidad y prestigio en su labor. La gente se fía de nosotros".

La institución no puede dejar de atender otras necesidades que tal vez no están directamente relacionadas con la crisis económica: "Hay gente que acude a Cáritas simplemente para ser escuchada, igual que hay que gente a la que se le enseña a saludar cuando se entra en un sitio, a comprar un bonobús, a realizar una gestión cotidiana por sencilla que parezca. Nuestro objetivo es enseñar y promocionar a las personas. Tenemos que enseñar valores, normas de convivencia. Y muchas veces no todo es dinero, aunque el dinero nos sirva para transformarlo en recursos". Ocurre que, con el recrudecimiento de la crisis, en Cáritas a veces hay que "tapar agujeros inmediatos" que obligan a priorizar continuamente, con la dolorosa consecuencia de aplazar algunos objetivos. "Porque procuramos atender todos los casos que sean urgentes". Cuando una cáritas parroquial se queda sin recursos y se encuentra una demanda que requiere de atención inmediata, siempre queda el recurso último al Fondo Común Diocesano.

Por fortuna, Cáritas se encuentra en Sevilla con muchas muestras de solidaridad: "Hay gente muy buena. Las colectas en Navidad han subido con la crisis. Hay muchas personas que están especialmente concienciadas. Las hermandades y otras instituciones contribuyen mucho". Y cuando la situación aprieta y no parece llegar la solución a un caso, siempre queda acudir a la capilla de la sede central de Cáritas y enfadarse con el jefe.

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