Calle Rioja

El cielo no puede esperar

  • Paraíso. Juan Luis Aguado ha pintado el rompecielos que se unirá al grupo de los doce apóstoles, inspirados en modelos indigentes, de la parroquia del Plantinar.

GERALDINO Pérez Chávez, párroco de la iglesia de San Diego de Alcalá, en el Plantinar, acudirá hoy al domicilio del pintor Juan Luis Aguado a recoger el rompecielos que completará la obra que el artista sevillano realizó para dicho templo. Juez y parte, porque el cura párroco fue el modelo de San Matías, uno de los doce apóstoles para una iglesia que el 1 de septiembre será consagrada.

El cielo en su casa y su casa, su barrio, en el mundo: una vez finalizado el ambicioso encargo parroquial, Aguado ultima su próxima exposición, veinticinco secuencias del arbolado de la Alameda en la que vive que viajarán a una galería de Burdeos. Una serie desde el amanecer al anochecer.

Autor de carteles de la Macarena o la Amargura, del Nazareno de Moguer con un texto de Juan Ramón Jiménez, Juan Luis Aguado simultanea y enriquece esta obra sacra con su trayectoria de pintor civil que tuvo a Fausto Velázquez como galerista y que todos los años expone en la nada pía ciudad de Amsterdam.

Todos los modelos que usó para la serie de los apóstoles que ya decoran y evangelizan San Diego de Alcalá fueron indigentes, con las únicas excepciones del cura párroco, del actor Carlos Álvarez-Nóvoa, que encarna a San Pablo en la iglesia del Plantinar, y del imaginero Fernando Aguado, sobrino del pintor y modelo para San Juan Evangelista. En el rompecielos que acaba de terminar, ha apuntado un Dios nada terrible, más sevillano que bíblico, con el punto de partida de un autorretrato con perspectiva de tiempo. El artista imagina su propia evolución. Pinceladas de un currículum sin palabras, en sintonía con la tradición de la expresión latina, carretilla de la vida. La misma carretilla que carga por la Alameda Guillermo de la Rosa, íntimo amigo de Rafael Gordillo, uno de los contertulios de Aguado en las reuniones de los bares colindantes con la comisaría.

Tiziano, Caravaggio, Rembrandt. Si el cielo fuera un género artístico, el pintor se quedaría con los cielos imaginados por estos artistas. Pasaporte al paraíso. En sus colores, admite que ha viajado desde las dudas y tinieblas de Valdés Leal a la blancura transparente de Zurbarán. "Trabajo con los cánones clásicos pero los traigo al tiempo que me tocó vivir".

Obras de Juan Luis Aguado están en las colecciones de Mariano Bellver o Pedro Ignacio Leal. Por encargo de Mario Maya, pintó el vestuario de las bailaoras -camisas, trajes, batas de cola- que con la Compañía Andaluza de Danza interpretaron la primera obra flamenca que pasó por el Teatro de la Maestranza. Apuntes pictóricos para las compañías de baile del propio Mario Maya, de María Pagés y de Manolo Marín.

Manolo Escobar, Mario Conde o la duquesa de Alba tienen en común el hecho de haber adquirido alguna obra de Aguado. Pocos pintores de la ciudad de los pintores pueden presumir del privilegio de que un cuadro suyo esté en la casa de Borges en Buenos Aires. "Expuse en Argentina y me compró una obra María Kodama".

El Dios de este rompecielos coincide en el tiempo con el III Encuentro Internacional sobre la Biblia que el próximo fin de semana se celebrará en Sevilla precisamente con el lema Los rostros de Dios en la Biblia. Aguado pinta a la derecha de Dios Padre al sol; a la izquierda a la luna, que lleva en su fuero interno el duelo por el astronauta que ingrávido la pisó para colocar una redundante bandera llena de estrellas.

El sol y la luna, binomio de las canciones de Lole y Manuel. Figurantes estelares en el cuadro del pintor de la Alameda. Tándem de astros que reproduce el eterno, nunca mejor dicho, dilema de quién se sentará a la derecha y a la izquierda del personaje central de la Historia o de una manera de contarla. Esa permanente disyuntiva entre judíos y gentiles, las ovejas a la derecha, las cabras a la izquierda y el lobo en todos sitios.

El cielo ya no puede esperar, al contrario que la película de Warren Beatty que algunos vimos bajo el cielo estrellado del Palmera Cinema de verano. Los doce apóstoles, además de San Pablo y San Juan Bautista, se encontrarán con el Creador o con el Creado, según los diferentes parámetros teológicos de creyentes o agnósticos.

Amanece, que no es poco, en la Alameda y anochece veinticinco imágenes más tarde. De la teología al paisaje en el caballete de este pintor que ha inmortalizado al párroco del Plantinar, el mismo que hoy, con los pies en el suelo, pondrá las manos en el cielo.

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