Puntadas con hilo

Sueños de bajo coste

  • Sevilla necesita una ilusión, como la que se promovió tras la Expo con el olimpismo, y políticos capaces de movilizar a la ciudadanía sin grandes fastos ni inversiones.

SEVILLA pudo estar ayer a dos horas y media de los Juegos Olímpicos de 2020. Pero la candidatura de Madrid cayó. Era una probabilidad y el Ayuntamiento de Sevilla apretó entonces el botón y lanzó en las redes la campaña B: "En Sevilla todos nos sentimos Madrid. Gracias por intentarlo". Y el sueño olímpico se esfumó junto con las previsiones del sector turístico sevillano, que aspiraba a quedarse con una porción de la tarta de visitantes. Sevilla había confiado una vez más en su talismán. Y ya es hora de cambiar de táctica. Explotar la Sevilla del deporte y del cine está bien, pero como complemento. Esas ilusiones duran poco, a veces ni siquiera se hacen realidad.

Lo que sí es verdad es que a la capital le faltan razones para motivarse. El movimiento olímpico sirvió en su día para mantener viva la llama de la Expo del 92. Sevilla había demostrado con  nota su capacidad para organizar grandes fastos y no se quiso bajar del pódium. Un entusiasta Alejandro Rojas Marcos, como alcalde, implicó a partidos e instituciones públicas y privadas en un proyecto que, sin duda, sirvió para que Sevilla creciera. Y no fue sólo gracias a la confianza de los ciudadanos, sino de una importante inversión: más de 120 millones de euros costó el controvertido Estadio de la Cartuja, sin contar con los presupuestos destinados a la oficina olímpica. Pero la hora del olimpismo ya ha pasado. Sevilla difícilmente aspirará de nuevo a organizar unos Juegos después de tres intentos fallidos, el último precisamente a manos de Madrid. Sólo queda el recuerdo de la Oficina de Promoción Exterior de Sevilla.

Hoy Sevilla, que ya es la ciudad del deporte, necesita seguir creciendo y para ello hace falta un modelo de ciudad claro. Alfredo Sánchez Monteseirín lo tuvo, con sus aciertos y sus fallos: la ciudad de las personas. Enrique Hernández, que fue asesor del ex alcalde en el Ayuntamiento de Sevilla y director del Plan Estratégico 2010, apuntaba hace unos días en un artículo una interesante línea: "Ya que no tenemos recursos económicos, ¿por qué no podríamos basar ahora  nuestro modelo de ciudad en la movilización de los grandes recursos humanos de los que disponemos?". Proyectos de bajo coste. Esto es, ¿por qué no implicar más a los ciudadanos en la Sevilla de Zoido?  No es el primero que lo dice, que le pregunten a la oposición. La cuestión es cómo hacerlo y que esa movilización sea tangible. ¿Cómo se ilusiona a un parado? Es difícil, pero tal vez ofrecerle la posibilidad de gestionar su propio huerto urbano aliviaría su situación. Es sólo un ejemplo.

La participación ciudadana, a través de las juntas de distrito, no acaba de arrancar. El sevillano, en general, está muy despegado del Ayuntamiento y éste, al igual que pide financiación a las empresas privadas, debería buscar la manera de convertir al ciudadano en protagonista de un cambio que se hace esperar.

Ya lo dijo Zoido en Twitter ayer: en el deporte y en la vida sólo es derrotado aquél que no lo intenta. Pues Sevilla va con retraso.

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