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Sevilla

Zoido aún no ha cumplido su promesa de buscar una alternativa al 'botellódromo'

  • Al llegar a la Alcaldía en 2011 garantizó que negociaría con los empresarios nocturnos una solución a las 'botellonas', tras rechazar de plano usar el recinto Seviocio de la Cartuja.

En agosto de 2011, nada más entrar en la Alcaldía, Juan Ignacio Zoido anunció a la prensa su rechazo definitivo al proyecto del botellódromo en la Cartuja (Seviocio) iniciado por el gobierno anterior de Monteseirín, pero a cambio prometía negociar con los empresarios de ocio nocturno una alternativa al problema de la botellona que le pedían los barrios afectados. "No veo el proyecto de la Cartuja", dijo, antes de añadir que tenía en mente una idea alternativa que no desveló, "un sitio que puede dar más oportunidades como lugar de esparcimiento para jóvenes", afirmó, según puede leerse en las hemerotecas.

Han pasado tres años de aquella promesa y, de momento, no hay tal alternativa ni se ha acordado ninguna solución con los empresarios de los bares y negocios. Así lo confirmó este jueves a este periódico el área de Economía, Empleo, Turismo y Fiestas Mayores que dirige Gregorio Serrano, a quien el propio alcalde encomendó la tarea de reunirse con los empresarios para buscar dicha alternativa.

Así las cosas, la capital andaluza sigue sin soluciones sobre esta cuestión cuando la botellona y sus efectos negativos para los vecinos ha vuelto a resurgir con fuerza en varias zonas residenciales de la ciudad, como la Alfalfa y la Alameda, por citar algunos puntos. Los bares son otro problema añadido para los vecinos del Arenal, ya que los locales nocturnos permiten que sus clientes salgan a la calle copa en mano a fumar un cigarro tras otro hasta altas horas de la noche con el ruido y molestias que causa al vecindario. En ambos problemas se incumple la ley andaluza que prohíbe desde 2006 beber en la calle.

El botellódromo proyectado en el anterior gobierno municipal, sobre terrenos urbanizados para este fin en la bancada de la Expo, se sacó a concurso pero quedó desierto hasta dos veces seguidas (2009 y 2010), porque toda la responsabilidad de lo que sucediera en el recinto con miles de jóvenes recaía en los empresarios privados que se hicieran con su adjudicación y además tenían que hacer una inversión millonaria para dotarlo de instalaciones. El Ayuntamiento pretendía desentenderse una vez abierto.

Sevilla apostó por un botellódromo porque la norma andaluza de 2006 autorizaba este tipo de instalaciones para evitar las molestias a los vecinos. Granada, por ejemplo, lo llevó a cabo y sigue funcionando. El entonces alcalde Monteseirín invirtió varios años en lograr que la Junta le cediera los terrenos de la Cartuja y se gastaron miles de euros en reurbanizar y preparar los suelos para acoger instalaciones de ocio, cultura y deporte.

Seviocio se diseñó como un recinto vallado para 30.000 jóvenes y una superficie de 41.000 metros cuadrados, con estructuras efímeras para instalar barras y zonas de comida, instalaciones deportivas y escenarios para conciertos y otras actividades culturales. Incluía un aparcamiento amplio y conexión con transportes. Los suelos preparados y urbanizados para acoger el Seviocio están hoy olvidados en la Cartuja pese a la inversión pública que se hizo.

Los empresarios de terrazas y salas de fiesta rechazaron desde un principio el botellódromo al temer una competencia desleal para sus negocios. Zoido acabó asumiendo como propio este rechazo y ya en la campaña electoral adelantó lo que hizo nada más ocupar el sillón de la Alcaldía.

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