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Educación

Deberes escolares: Un factor para la desigualdad

  • Los ejercicios en casa siguen sin regularse en el desarrollo andaluz de la Lomce, pese a las advertencias de la OCDE.

El último informe de la Organización para el Desarrollo y la Cooperación Económica (OCDE) ha reabierto una vieja polémica que lleva años asentada en la comunidad educativa: ¿Deberes sí o no? Los ejercicios que los docentes encargan a los menores fuera del horario escolar han vuelto a ocupar titulares tras el citado estudio, que indica que dichas actividades pueden suponer un factor de desigualdad entre los alumnos, pues son muchos padres los que no cuentan con conocimientos suficientes para ayudar a sus hijos en dichos trabajos. Existen países europeos cuyas leyes educativas regulan estos deberes, algo que ocurre en algunas comunidades españolas, aunque no en Andalucía, donde los mencionados ejercicios quedan al arbitrio de los centros docentes y los propios maestros.

Un ejemplo claro de lo expuesto en el estudio de la OCDE lo constituye el caso de Carmen Gutiérrez. Cuando esta sevillana llega de trabajar a las 17:00 tiene que ayudar a su hijo de 9 años, que estudia en un colegio público de Sevilla, en las tareas escolares que le encargan casi todos los días. Años atrás el tiempo dedicado a dicha labor apenas superaba la hora, pero en tercero de Primaria ya alcanza los 120 minutos, duración que esta madre considera "desorbitada". Lo peor, sin embargo, no son esas dos horas que Carmen Gutiérrez tiene que sacarse de su quehacer diario, sino las dificultades cada vez mayores que encuentra para ayudar a su hijo.

"En los primeros cursos mi nivel de conocimiento en ciertas materias era suficiente, por lo que cualquier duda de mi hijo podía resolvérsela, pero ahora hay muchos contenidos que escapan del aprendizaje que recibí. Especialmente en inglés, ya que mi manejo es muy básico, pues cuando iba al colegio se enseñaba con más edad y un nivel no tan desarrollado", explica Gutiérrez. La situación de esta madre no es ajena a la de muchas otras que se encuentran con semejante dificultad.

El problema se complica cuando se traslada al aula, pues este espacio de enseñanza se convierte también en el lugar donde el niño observa en numerosas ocasiones cómo sus padres tienen un nivel de conocimiento inferior al de los progenitores o tutores de otros compañeros, lo que conlleva a generar una sensación de inferioridad que los expertos consideran la raíz de una desigualdad escolar.

Éste es el punto en el que incide un reciente estudio de la OCDE a partir de los datos obtenidos del último informe PISA. En concreto, los resultados del referido análisis subrayan que los deberes contribuyen a aumentar la brecha de los estudiantes que proceden de familias con nivel socieconómico alto (que, por lo general, poseen un mayor nivel cultural) y las de estatus inferior. El motivo de esta desigualdad, como apuntaba con su ejemplo Carmen Gutiérrez, obedece -según el estudio de la OCDE- a que los escolares que reciben ayuda en su casa (ya sea a través de clases particulares o directamente de sus padres) parten con ventaja respecto a aquéllos que no cuentan con dicho apoyo, debido a que sus familias no pueden sufragarle esas horas extras o no poseen el nivel educativo necesario para asesorarles.

Por todo ello, la OCDE concluye que "los deberes son una carga para los alumnos con desventajas socieconómicas, pues la disparidad se refuerza en los logros de los estudiantes". Esta desigualdad se constata en España, donde el analista de Políticas Educativas del citado organismo, Daniel Salinas, refiere que "al igual que en la mayoría de los países, en España los alumnos de un entorno socieconómico más aventajado destinan un promedio de 7,4 horas a la semana a los deberes, mientras que los de un contexto menos favorecido sólo emplean 5,6 horas". Esas 1,8 horas de diferencia acaban marcando unos resultados académicos bien distintos al final del ciclo formativo. Salinas propone mayores apoyos a los estudiantes vulnerables y a sus familias después del horario escolar.

La Junta de Andalucía, que tiene transferidas las competencias educativas, desarrolla desde hace años el programa de acompañamiento familiar, que tiene como fin precisamente ése: mejorar el rendimiento y la integración social de alumnos con problemas en el aprendizaje. El presente curso se benefician de este plan 1.576 centros educativos de toda la comunidad.

Sin embargo, ni la legislación estatal -con la polémica Lomce- ni la autonómica -con el decreto que desarrolla la ley aprobada por el Gobierno de Rajoy- establecen nada sobre los deberes fuera del aula. El artículo 8 del decreto andaluz que se aplicará a partir de septiembre en los colegios hace referencia a la autonomía pedagógica de los centros para llevar a cabo modelos de funcionamiento propios. En ningún momento se habla de las tareas extraescolares, que queda otra vez sin regulación. Por tanto, de nuevo se deja a la voluntad de los centros establecer unas líneas generales sobre los deberes, aspecto que en algunos colegios está regulado y que en otros queda al arbitrio de los departamentos de conocimiento o, incluso, de los maestros.

Esta ambigüedad, sin embargo, no es óbice para que España se sitúe entre los primeros países de la OCDE en el número de tareas que los alumnos de los colegios realizan en casa. En términos generales, un estudiante español se pasa 6,5 horas semanales con deberes que los maestros les encargan, cifra que supera en un 1,6 a la media de los países que integran la OCDE. Sólo Rusia, con 9,7 horas a la semana; Italia (8,7 horas); Irlanda (7,3) y Polonia (6,6) superan a España en este ranking.

Esta alta posición en poco contribuye -como constatan los informes del PISA- a que los resultados académicos del alumnado español se encuentren entre los primeros. Sirva de ejemplo el caso de Finlandia, que siempre ha servido de país modelo en cuanto a logros educativos. En sus centros educativos la carga horaria de los deberes ha pasado en nueve años de las cuatro horas semanales a poco más de dos, lo que no le ha restado ni un ápice a la hora de posicionarse en lo alto de la tabla en cuanto a éxito educativo.

En un marco más concreto, como es el de la ciudad hispalense, la diversidad a la hora de establecer un horario para estas tareas resulta muy dispar, debido a la libertad que las leyes educativas permiten. Así, en línes generales, los colegios públicos no suelen disponer de una norma específica para estas tareas, sólo de un límite horario. Por ejemplo, en el colegio público Josefa Frías, en Santiponce, el tiempo máximo para los deberes al final de Primaria no debe exceder de las dos horas, pues se intenta que todas la tareas se hagan en clase. En un concertado como el Buen Pastor, se fijan distintos tiempos para cada ciclo de Primaria, mientras que en el colegio privado San Francisco de Paula se especifican las horas concretas por curso.

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