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Sevilla

San Telmo vuelve a nacer

  • La 'joya civil' del barroco sevillano volverá a funcionar en febrero como sede de la Presidencia de la Junta tras cuatro años de obras · La rehabilitación garantiza la supervivencia del edificio durante 500 años más

El Palacio de San Telmo, el monumento que quizás mejor condense las sobrias virtudes civiles de la arquitectura barroca sevillana, vive una especie de segundo y definitivo alumbramiento. Tras cuatro años de obras que han tocado las tres cuartas partes de su fisonomía, esta soberbia pieza arquitectónica volverá a funcionar a partir de febrero como sede oficial de la Presidencia de la Junta de Andalucía.

La remodelación integral que ha dirigido el arquitecto Guillermo Vázquez Consuegra, autor de la rehabilitación de su primera crujía, abordada al inicio de la década de los años noventa del pasado siglo, pone fin al largo proceso de sucesivas alteraciones que el inmueble, cuyas primeras trazas arquitectónicas fueron las de la Universidad de Mareantes, ha vivido desde 1682. La intervención legará a Sevilla un edificio renovado y duradero: los refuerzos que se han colocado en su estructura garantizan su supervivencia durante cinco siglos. Un periodo de tiempo superior al que en estos momentos tiene el palacio.

Este patrimonio, aunque no sea visible, es quizás el más importante con el que renace el inmueble, al que se le ha devuelto la asimetría primitiva de su planta -convertida en simétrica en 1926- pero con un lenguaje compositivo de corte contemporáneo. Es la aportación de Guillermo Vázquez Consuegra a la historia arquitectónica del edificio, que prácticamente fue vaciado casi por completo para adaptarse a su último, y probablemente permanente, proceso de reinvención.

Se han restaurado un total de 34.000 metros cuadrados. Por un lado, el inmueble histórico (22.000 metros). Por otro, los nuevos espacios configurados a su sombra: desde el jardín a los patios, pasando por el aparcamiento subterráneo (50 plazas). La remodelación ha seguido, con leves cambios, las líneas maestras del proyecto de ejecución. La reforma se centra en tres ámbitos: el rediseño del ala Sur (origen mismo del edificio), la reorganización del sector Norte (el espacio cuya entrada está situada junto a la calle Palos de la Frontera) y el eje central del inmueble. Vázquez Consuegra ha instalado dos nuevas escaleras, un núcleo vertical de comunicaciones distinto al existente y ha recuperado el principal elemento arquitectónico del antiguo palacio de los Montpensier: la galería porticada que, a modo de semisótano, casi enterrada, discurre a lo largo de la fachada posterior del edificio. Un espacio en principio concebido como biblioteca pero que, sin embargo, tendrá un mejor aprovechamiento como espacio expositivo.

La intervención en el norte del edificio -la zona que, en parte, acogería la hipotética residencia del presidente de la Junta de Andalucía- se centra en la recreación del sistema de patios (primero uno; después, cuatro) existente hasta hace un lustro. Vázquez Consuegra ha reorganizado este área, diseñada en la época de los Montpensier por Balbino Marrón, creando una nueva entrada funcional -la protocolaria seguirá siendo la portada barroca- para el inmueble.

En el área Sur es donde el arquitecto ha querido introducir su aportación al edificio. ¿Cómo? Pues devolviendo la asimetría a su planta mediante la construcción de un juego de patios, cubiertos por artesas invertidas para filtrar la luz natural, que devuelvan la escala doméstica que siempre tuvo esta parte del edificio. El diseño de los patios es de corte contemporáneo, aunque el primer de ellos -el llamado Patio de San Jerónimo- ha sido reconstruido con parte del material original del edificio primitivo del siglo XVII -el que quedaba, junto al que fue apareciendo en las prospecciones arqueológicas- para vincular las zonas antiguas con las nuevas.

El resto de patios, en cambio, huyen de la reconstrucción mimética del edificio original. La voluntad de Vázquez Consuegra ha sido sustituir los dos patios introducidos en la planta de San Telmo por José María Basterra por una composición acorde a los tiempos. El resultado es un espacio nuevo, inspirado en lo que primitivamente existió, pero con un lenguaje arquitectónico actual. Materiales diferentes: maderas, aluminio, acero, latón. Y uno de los elementos nobles por excelencia: el mármol (travertino de Macael rojizo; losa de Carrara blanca para los patios). Se ha trabajado con piezas enteras de hasta cuatro metros cada una. La estética resultante está marcada por la tonalidad ocre, casi almagra, que simboliza la nueva personalidad del edificio.

La iglesia se ha recuperado por completo. Prácticamente no se ha tocado, salvo en lo que se refiere a la forzada conexión entre el templo y la sacristía realizada en su etapa como seminario. El jardín, inexistente, salvo algunos árboles contados, cuando la Junta adquirió el inmueble, ha sido rediseñado en su integridad por Consuegra, que lo ha llenado de elementos: dos láminas de agua (una, más próxima a la fachada posterior, susceptible de ser  utilizada para recepciones oficiales), una de ellas, un gran estanque. El aparcamiento se ha enterrado en un extremo del jardín. Su diseño incluye un espacio de 16 metros de luz, sin pilares, corrido. El motivo: intentar que el jardín se introduzca en el aparcamiento en lugar de que éste condicione en demasía todo el diseño de la zona verde. El nuevo San Telmo es una suma de detalles: hasta se ha instalado un campo eléctrico en las fachadas del inmueble para evitar que las palomas -tan agresivas con muchos monumentos- se posen en las ventanas.

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