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"Ojalá Dios nos recogiera esta noche"

  • La Policía desaloja al matrimonio de ancianos desahuciado por su propio hijo

Joaquín Ortega baja las escaleras de su casa por última vez apoyado en unas muletas. Le precede su esposa, Josefa Rueda, que lleva sus pertenencias en una bolsa de plástico grande. Las maletas las han dejado en la vivienda, pensando que quizás algún día puedan volver a recuperar sus cosas. En el descansillo les esperan una multitud de cámaras, fotógrafos y reporteros. En la puerta, un grupo de agentes de la Policía Nacional aguarda para consumar el desalojo de este matrimonio de octogenarios que han sido desahuciados por su hijo. En el piso sólo queda el cerrajero.

"Lo único que quiero es darle las gracias al juez, que ha gestionado la Justicia con tanta humanidad", dice Joaquín. De la ironía pasa a la indignación. "El juez es un criminal. Esto va a acabar con mi mujer y entonces yo voy a matar a mi hijo. Señores guardias, voy a matar al canalla de mi hijo, con lo bueno que he sido siempre para él".

Josefa llora, está muy nerviosa porque el desahucio se ha prolongado durante casi tres horas y media. El plazo que el juzgado de Primera Instancia 2 daba a los dos ancianos para que abandonaran la vivienda del número 19 de la calle Torreblanca, en la Macarena, expiraba a las diez de la mañana de ayer. A esa hora el piso estaba lleno de periodistas, Joaquín permanecía postrado en la cama y Josefa no paraba de llorar.

Un médico forense examinó a Joaquín para comprobar si se podía desalojar el domicilio y, tres horas y media después, los ancianos abandonaban la casa por sus propios medios. "El forense me ha dicho que estoy perfecto, que no tengo nada, como si no tuviera un 100% de invalidez, como si pudiera meterme a astronauta ahora mismo", se lamenta Joaquín.

"¿Cómo puede sentirse una madre cuando su hijo le echa de su casa?", se pregunta Josefa. "Me decía que me quería mucho y mirad cómo nos lo ha demostrado. Y yo lo quiero. Y le mando un abrazo y espero que nunca un hijo suyo le haga lo que él nos ha hecho a nosotros. Lo único que quiero ahora mismo es que Dios nos recoga esta noche, que nos mande la muerte a los dos juntos porque, si no fuera por mi marido, yo ya hace tiempo que me habría quitado del medio".

Los dos ancianos llevan 64 años juntos. La noche de ayer la pasaron en casa de un familiar y luego intentarán encontrar una plaza en una residencia. El piso del que fueron ayer desahuciados fue comprado por la pareja en 1971, pero por error en el contrato de compraventa figura el nombre del hijo, Joaquín Ortega Rueda, en vez del del padre, Joaquín Ortega Portillo. Veinte años después, el hijo compró el piso al mismo constructor ante notario y con escrituras, por lo que el contrato que tiene validez jurídica es este. "Intentamos por todos los medios frenar el desahucio, pero no ha sido posible", explicó a este periódico su abogado, Jorge Conejo.

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