Sevilla

Cuando el calor también se hace peregrino

  • La subida de las temperaturas marcó la salida de las hermandades · Menos gente, pero las mismas ganas de fiesta

Día de salidas. De peregrinaciones. Con un distinto fin. Con diferente destino. Pero con la misma ilusión. Y fe. La que se necesita para emprender el camino hasta la aldea almonteña cuando el calor aprieta fuerte y a la que se abrazaban los múltiples sevillistas que en Santa Justa esperaban su tren para llegar a Barcelona. La ciudad se bifurcaba en dos senderos, unos buscando la Marisma y otros un trofeo con el que colmatar la pasión futbolística. Devociones que engendra una misma tierra.

El calendario hizo coincidir la final de la Copa del Rey con la salida de las hermandades del Cerro, Macarena y Triana. Mañana fresca que fue perdiendo su calificativo conforme pasaban los minutos. Los boletines informativos de la radio intercalaban las crónicas a pie de Ave con las de a pie de buey. Ambiente festivo a ambos lados. En medio, sevillistas con dilema complicado: fútbol o Rocío. Los béticos en esto lo tuvieron más fácil.

Dejando a un lado el mundo deportivo y sus pasiones, el miércoles del Rocío volvió a ser el día más importante en las salidas de las hermandades de la capital. Tres barrios se pusieron en camino. Tres enclaves que llenaron sus calles de imágenes típicas y no tan típicas, de espontaneidad y de sofisticadas poses para gozo de la vista ajena y la propia ojana. Anchas patillas en Triana y el Cerro, cubanas recién planchadas en la Macarena. El mundo rociero tiene un interesante análisis estético. Peregrinos que lo dejan todo al azar y romeros que evitan cualquier improvisación en su vestimenta.

En el arte de la naturalidad Triana, con sus 30 carretas de bueyes, es la hermandad que sienta cátedra. No hay nada que evoque más una estampa antigua que los ya escasos grupos espontáneos de señoras que se arrancan por sevillanas, con palillos incluidos, cuando la comitiva discurre por la calle Castilla, donde realmente empieza la romería. Antes el ambiente es frío y hasta algo desolador. El escenario no contribuye. Pagés del Corro flanqueada por vallas y socavones. San Jacinto limitada a un angosto carril donde los boyeros sufrieron lo suyo para encarar la carreta de plata con la Capilla de la Estrella. Carreta, por cierto, que tiene también su particular duelo. Este año no peregrina Ditero, el buey que acompañó al simpecado una década. Murió tras la última romería. Peregrinos con un pin en forma de T que otorga privilegio absoluto para estar junto a la carreta. Derechos antinaturales para el camino de la fraternidad.

En Chapina la fiesta es plena. La taza del café se cambió por el botellín de cerveza. Delante del Centro de Día un coro de personas mayores entona la salve rociera. A escasos metros los niños de la guardería El Tambor ensayan sus primeras sevillanas al compás de las palmas. Infancia y senectud sentadas a la puerta para ver discurrir el alegre cortejo que trae la primavera.

Al Rocío con Triana. Vídeo de Ainhoa Ulla

La fiesta se desparrama por otros puntos de la ciudad. Menos gente que otros años, pero las mismas ganas de sacarle una sonrisa a la vida. En Santa Ángela igual se escuchan rumbas que cantos conventuales. Cerca del Cerro los alumnos del Colegio Ortiz de Zúñiga tocan la gaita rociera. Las plegarias inundan los pueblos del Aljarafe. En Tomares, Umbrete, San Juan y otra veintena de pueblos se repiten los avemarías. En Castilleja de la Cuesta los discapacitados mentales de la residencia construida por la Hermandad de Triana depositan ante el simpecado las más preciadas flores que luce la carreta.

Llegan hasta el vado del Quema las estampas más genuinas de la romería. Agua refrescante para los romeros de Camas, Gines y la Palma de Gran Canaria. Ellos ya saben lo que es andar el camino. A los que lo iniciaron ayer les queda aún cambiar el asfalto por la tierra. Metamorfosis rociera que experimentan los pies cansados cuando el calor también se hace peregrino.

Hermandad rociera del Cerro del Águila. Vídeo de Ainhoa Ulla

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