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Sevilla

Almansa lee a Nietzsche y vio al Anticristo

  • Héroe de barrio. Ayuda a los vecinos de San Lorenzo a aparcar. El día que cumplía 60 años entró con el cúter de podar las plantas para defender al Gran Poder de su agresor.

LEE a Nietzsche y se encontró al Anticristo. El domingo 19 José Almansa Cárdenas cumplía 60 años. Tercero de los seis hijos de Manuel y María. Nació en Sanlúcar la Mayor y desde hace veinte años es una institución en la plaza de San Lorenzo. Las vecinas le regalaron camisas, calzoncillos y unas zapatillas de deportes rojas "que no me gustan porque parecen de mariquita".

El domingo alguien quiso amargarle su cumpleaños. Rechaza la condición de gorrilla o guardacoches que le atribuyen los que no lo conocen o quien redactó la nota policial en la que se da cuenta de su declaración cuando intentó clavarle un cúter al funcionario de prisiones que perpetró la agresión al Gran Poder.

"Un señor que todos los domingos viene a esa misa de las ocho y media, delegado del Banco Santander en Sevilla, me dejó las llaves de su Mercedes por si lo tenía que mover. Estaba podando las plantas, regando las flores, con ellas hablo de noche cuando me quedo solo en la plaza y empezé a oír mi nombre, ¡Almansa, Almansa! No me lo pensé y entré en la iglesia".

Almansa es un tipo singular. Duerme entre el zaguán y el garaje de una casa próxima a la iglesia de San Lorenzo. Los vecinos se preocupan de que no fume porque le han diagnosticado cáncer de pulmón. Estudió hasta tercero de Arquitectura en Bella Terra. Le quedó la fascinación por Gaudí. "El cura Xirinacs me sacó de allí y me llevó a Colombia con el padre Camilo en el M-19. Allí me quedó este acento de Barranquilla y de los años que estuve en Nicaragua". No fue a trabajar de arquitecto. "Mi oficio era manejar un Kalasnikov".

Cuando hay bodas en San Lorenzo se quita de enmedio. "Si le contara de esos besos y abrazos falsos. Prefiero el silencio, cuando a las tres y media de la mañana empieza a cantar el búho que se coloca al lado de la torre y a veces se pone allí arriba, donde vive Paco, el sacristán de San Lorenzo. Hace tiempo que no viene un mochuelo muy blanco y venían hasta perdices que se escapaban de un criadero de Santa Clara".

Fue a declarar a la Policía, primero en la comisaría de la Alameda, después en Blas Infante. La nota policial lo describe de "complexión delgada, aspecto desaliñado". Ayer comió de la generosidad de las vecinas: empanada de pisto y una Coca-Cola. A cambio, es vigía y lazarillo de Marisa, de la señora Rosario. "Si no fuera por ellas, no sé qué habría sido de mí". Se casó una vez por la iglesia, otra en el juzgado y una tercera relación sin contrato. Tres mujeres que le dieron cuatro hijos. Los mayores, David y Sergio, viven en Montcada i Rexach; los pequeños, Daniel y Sara, en la Ciudad de los Periodistas de Madrid.

Junto a la iglesia de la que sale cada Martes Santo la Bofetá, Almansa quiso emular a San Pedro cuando éste le cortó la oreja a Malco en el huerto de Getsemaní cuando los esbirros del Sumo Sacerdote prendían al Señor. Vio muy cerca al funcionario de prisiones cuando intentó clavarle el cúter y en la declaración posterior. "Le daba miedo mirarme en comisaría, no sé por qué. No sería el enviado como él dice".

Se desahoga en la plaza de San Lorenzo y saluda a Miguel Martín, capiller del Gran Poder. "No entregué el cúter hasta que no vi a Miguel porque creía que se escapaba. Lo vi y encontré la paz".

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