Sevilla

Monteseirín se multiplica

  • El alcalde pisa el acelerador de la notoriedad y carga la agenda de inauguraciones

Como en política nada es casual y casi todos los mensajes -incluso los silencios- llevan una carga indirecta, oculta o casi subliminal, la agenda del alcalde y su actitud en el último mes son susceptibles de ser interpretadas de una forma clara y sin margen de error. Monteseirín está especialmente empeñado en que nada a su alrededor huela a final de pontificado. Ni por supuesto a sede vacante, por seguir con la terminología canónica. El alcalde pisa el acelerador de las inauguraciones en las últimas fechas con la misma disciplina con la que se retiró de los actos públicos en aquel período reciente de varios meses de duración en que cedió todo el protagonismo a quien era (o él quería que fuese) su heredero natural, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis. Lo de entonces y lo de ahora son ejemplos inequívocos de la aplicación de la coletilla de aquel aforismo tan del gusto de ciertos sevillanos. ...Y presencia o ausencia, según conveniencia.

La consigna oficial es la de culminar los tres mandatos rematando muchos proyectos en marcha que son importantes para la ciudad o que, simplemente, son banderas de una gestión política de doce años. El principio a seguir es que la ciudad no puede parar porque su actual alcalde ya no vaya a ser candidato nuevamente, mucho menos en la actual coyuntura de crisis económica y financiera. El alcalde estará, según la versión oficial, al frente del Ayuntamiento hasta el último minuto. Y de forma muy activa.

Monteseirín, sea por la causa que fuere, hace y seguirá haciendo este verano lo imposible para llegar a septiembre con un nivel de aparición en los medios de comunicación lo suficientemente elevado como para no quedar condenado a un segundo plano una vez que comience de verdad la carrera electoral. Hay que recordar que a la vuelta de las vacaciones será cuando el candidato socialista Juan Espadas -ya por fin con el aval del comité federal- imprima a su agenda la alta velocidad que requiere la labor de un candidato en ciernes, presente a su equipo de campaña y comience a dar a conocer sus propuestas sobre asuntos específicos de la ciudad después de que sus asesores hayan trabajado convenientemente a lo largo de agosto.

Otra clave es que Monteseirín no consentirá que otros corten la cinta de determinados proyectos de resultado positivo, pero de gestión especialmente espinosa, como determinados proyectos urbanísticos (incluidas las peatonalizaciones). No ha esperado, por ejemplo, a la finalización de la restauración de la Plaza de España para presidir la reapertura del Paseo de Isabel al Católica, por donde los peatones, efectivamente, pueden ya caminar, aunque en un paisaje de vallas de seguridad. En la colocación del primer raíl de la ampliación del tranvía -un acto concebido exclusivamente para posibilitar la foto de rigor- hasta se manchó simbólicamente las manos de grasa. Todo un alcalde en el tajo.

Si la muerte del político es el olvido, Monteseirín se multiplica en su último verano en la Plaza Nueva. Presencia, mucha presencia, que ya lo dice el aforismo. No están los tiempos para ausencias.

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