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Educación La informatización de las aulas

El libro digital Cuestión de números

  • Los gastos de la Junta se pueden reducir hasta un 88% con el anunciado cambio de soporte de los contenidos didácticos

Un experimento con ahorro incluido. El anuncio realizado esta semana por la Consejería de Educación sobre la incorporación del libro de texto digital en 80 centros educativos andaluces el próximo curso, dentro de una prueba piloto que completa el programa Escuela TIC 2.0, ha suscitado la división de opiniones entre los editores de libros de texto en papel y digital. Han salido a la palestra intereses económicos y corporativos de ambos sectores por una implantación que requiere, incluso, un cambio de normativa autonómica.

La transición del papel a la pantalla viene contemplada -de manera muy escueta- en la Ley de Educación Andaluza (LEA), pero no en el decreto aprobado en el año 2000 que establece la selección de libros de texto para los alumnos andaluces de Primaria y Secundaria, una norma que hasta ahora ha impedido el uso de cualquier material que no tenga soporte en papel, como son los textos en DVD, CD, el lápiz de memoria (pen drive) e internet. Pese a la obligación de la Administración autonómica de cambiar dicho decreto para poder implantar el soporte digital en las aulas, el consejero de Educación, Francisco Álvarez de la Chica, anunciaba el mes pasado el uso del libro digital en 80 centros educativos andaluces a partir de septiembre. Anuncio, por cierto, que se producía días después de conocerse que el programa de gratuidad de libros de texto se alteraría por primera vez al no renovarse el material para los alumnos de Secundaria, tal como se había acordado con los editores, lo que supone un ahorro para las arcas de la Junta de 45 millones de euros. Recorte en consonancia con la política de austeridad que desarrolla el gobierno de Griñán.

Precisamente este ahorro es el que podría estar detrás de la celeridad con la que Educación está actuando para abordar el cambio normativo que permita incluir en el catálogo de libros de textos los de soporte digital. Las cifras, en este sentido, son bastante claras. Según la Asociación Nacional de Editores de Contenidos y Aplicaciones Multimedia para la Educación (Anecame), el uso del libro digital en las aulas supone una reducción del gasto público del 88%, porcentaje bastante alto que justifica las prisas de la Administración por cambiar el decreto sobre la regulación de los libros de texto en época de vacas flacas. La diferencia es más que evidente. Un paquete de libros en papel cuesta 250 euros y un paquete de contenidos didácticos digitales, 30 euros. La reducción del coste es, sin duda, la principal baza sobre la que los editores de libros digitales defienden la implantación de este soporte en las aulas. A ella se une el rendimiento pleno que se daría a los ordenadores y pizarras digitales distribuidas por la Junta en las aulas de quinto y sexto de Primaria el curso pasado, y que a partir de septiembre llegarán a los institutos. No tiene sentido, por tanto, que los alumnos estudien con herramientas digitales vacías de contenido.

Entonces, ¿cuál es la razón que plantean los editores del libro tradicional para oponerse a dicho cambio? Los argumentos son varios, aunque cobran especial importancia los de factor económico si se analiza la difícil situación financiera por la que atraviesan algunas editoriales del sector. La anulación de la renovación prevista de los libros de texto para Secundaria ha dejado en los almacenes una cantidad ingente de material para cuyo uso aún no se conoce fecha. La imposibilidad de hacer frente a los avales pedidos a las entidades bancarias para costear los gastos de producción y las pérdidas por la crisis -lo que convierte a las administraciones públicas en sus únicos clientes a través de los programas de gratuidad-ha llevado a muchas empresas a asumir cuantiosas deudas que hacen casi imposible que puedan ahora invertir en la reconversión al soporte digital. La ventaja de los editores digitales es más que clara. El gasto que realizaron para desarrollar sus negocios está dando ahora sus frutos sin ningún sobrecoste. Además, ofrecen sus productos en sus dos versiones: off line (pen drive, DVD o CD) y on line (plataforma virtual con clave de acceso).

Entre las editoriales que han presentado su catálogo digital a Educación hay siete que ya han realizado dicha reconversión, mientras que una octava se ha ahorrado este tránsito al ser una editorial exclusivamente digital. Entre estas empresas se encuentran los nombres de grandes compañías del sector como Santillana (SM), Algaida (Anaya), Oxford o Editex. El registro de sus contenidos digitales se ha realizado cuando aún no se ha aprobado la normativa que dé el visto bueno a este cambio, lo que demuestra el especial interés de la Junta en la llegada de libro digital a las aulas. Lo avalan los números.

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