Sevilla

Un retrete a la puerta de casa

  • Un grupo de indigentes se ha instalado en la calle Fray Luis Sotelo, en pleno barrio de la Macarena · Los vecinos denuncian los malos olores y la suciedad que provocan

Una pesadilla que no tiene fin. Los vecinos de la calle Fray Luis Sotelo, en pleno barrio de la Macarena, llevan más de un año y medio padeciendo la suciedad y los malos olores de las heces y orines de un grupo de indigentes que hacen sus necesidades entre los dos contenedores de Lipasam que se encuentran frente a su portal, en el número 4 de esta calle. Los residentes del barrio ya están acostumbrados a la presencia de estos hombres y mujeres que pasan la mayor parte del día en los escasos 40 metros que unen las calles Bécquer y Escoberos.

Su presencia se ha convertido en habitual en la esquina del supermercado Lidl y, aunque no tienen problemas de convivencia con los vecinos, la mayoría de ellos sí denuncian la penosa imagen y la ingente suciedad que dejan en la zona. El más afectado es Enrique Alexis Gutiérrez, quien tras elevar una queja ante al 010 del Ayuntamiento, el pasado mayo, recibió una carta el día 11 del mismo mes indicándole que su solicitud había sido remitida a la delegación de Convivencia y Seguridad, presidida por la edil de Izquierda Unida Josefa Medrano. A día de hoy, sigue con los mismos problemas y sin encontrar una solución: "Yo vivo en un bajo que está frente a los contenedores donde estas personas hacen sus necesidades. Esto no puede seguir así, la suciedad y los olores son insoportables y nadie hace nada por remediarlo. También se ponen a beber debajo de la ventana, pero llamo a la Policía y me dicen que la acera es pública".

Aunque en menor medida, la presencia de estas personas también afecta a otros vecinos y comerciantes de las calles Bécquer y Fray Luis Sotelo. Es el caso de Francisco Ledesma, de la Ferretería Feria: "Estamos sufriendo un deterioro desde hace un par de años. Antes eran gorrillas, pero luego vinieron estos que tienen tomada la calle como si fuera su salita de estar". Ledesma afirma que si bien la convivencia con los vecinos es correcta, sí mantienen altercados entre ellos: "La semana pasada se pelearon con un cuchillo. El Cecop Social viene periódicamente para interesarse por su situación, pero realmente no hay interés por erradicar su presencia. Una vecina que entra en la ferretería ahonda aún más en el problema: "El olor y el aspecto de la calle es insoportable. Orinan, defecan y vomitan ahí mismo y Lipasam no viene. Esto lo permite el Ayuntamiento y como no hay sangre la Policía Nacional no acude. Además, como son españoles son votos".

Otro establecimiento que sufre las consecuencias de estas personas es el supermercado Lidl, como confirma Sandra Rodríguez, su encargada: "Nos perjudican mucho. Antes entraban aquí al servicio, hasta que le tuvimos que poner una cerradura a la puerta". El alcohol también contribuye a agravar su comportamiento: "Cuando se emborrachan intentan robarnos. Llamamos a la Policía, pero como son hurtos pequeños dicen que no pueden hacer nada".

La escena se podría solucionar si, como dice Enrique Alexis Gutiérrez, "las personas que viven allí denunciaran la insalubridad". Pero no todo el mundo está dispuesto por las posibles represalias de los indigentes. Como muestra, uno de los comerciantes se niega a hacer cualquier declaración al respecto: "Hablar es fácil, pero luego hay que convivir con ellos".

En la calle Escoberos también han sufrido en los últimos años la proliferación de gorrillas e indigentes. Cristina Díaz y Vicente de los Reyes regentan una tienda de alimentación y en más de una ocasión han tenido que llamar a la Policía por peleas y problemas: "Miedo no tenemos porque a nosotros no nos hacen nada, pero la imagen es muy mala. La Policía viene y les pide la documentación pero como son españoles no pueden hacer mucho más".

Esta conocida pareja del barrio está acostumbrada ya a la presencia de estos vecinos: "Nosotros nos hemos llegado a encontrar a mediodía a dos de ellos manteniendo relaciones sexuales sin ningún pudor frente a la tienda. Ahora, en este trozo de Escoberos, hay menos. Hay una chaval de la Europa del Este que no da problemas. Siempre va limpio y decentemente vestido y ayuda a los vecinos a aparcar".

Los días pasan y los indigentes se hacen fuertes y siguen campando a sus anchas en una zona muy transitada del casco histórico que está a tan sólo unos metros de la basílica y el museo de la Macarena, lugar en el que el Ayuntamiento tiene instalado un punto de información turística.

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