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De Mármoles a la Plaza Nueva

  • En día de suspense balompédico, las pintoras Teresa Duclós y Reyes de la Lastra, de generaciones bien distintas, presentan sus últimos trabajos.

Ya tendrán ocasión los críticos de arte de analizar el contenido de estas exposiciones, pero el afán de esta crónica es bien distinto. Si la singularidad artística de Teresa Duclós y Reyes de la Lastra residiera en el hecho de ser mujeres, no les dedicaría ni una línea. Su singularidad es sustancial y sustantiva. Para empezar, son dos valientes que se atrevieron ayer a inaugurar sendas exposiciones coincidiendo con un nuevo pulso entre las dos Españas, es decir, Real Madrid y Barcelona. Son pintoras de generaciones distintas, pero múltiples. Porque 68, el año de nacimiento de Reyes de la Lastra, duplica a 34, el que marca el advenimiento de Teresa Duclós. De la revolución de Asturias al mayo francés.

Hay un episodio en cada una de estas pintoras que ha marcado su devenir. Dos hombres del norte que conformaron la trayectoria (al menos el trayecto) de estas artistas del sur. Teresa Duclós inauguró ayer en la galería Rafael Ortiz su exposición 'Paseos por la Laguna'. Su nacimiento fue un acontecimiento artístico. Me explico. De ascendencia catalana, nació en la llamada Casa Duclós, una vivienda del barrio de Nervión (detrás del hospital de San Juan de Dios).

Esa casa fue el primer trabajo como arquitecto de Josep Lluis Sert. La terminó en 1930, un año después de terminar la carrera en Barcelona. Fue su regalo de boda a su prima María Teresa López Sert, madre de la pintora Teresa Duclós. Sert fue coautor del pabellón de España en la Exposición de París de 1937, en plena guerra civil. Se exilió a Estados Unidos y en 1953 sustituyó a Walter Gropius, icono de la Bauhaus, como director del departamento de Arquitectura de la Universidad de Harvard, cargo que años después ocuparía Rafael Moneo, reciente pregonero taurina de la Maestranza.

Reyes de la Lastra volvió ayer al mismo Ayuntamiento donde el año pasado, con la duquesa de Alba y Juanita Reina como modelos, presentó su cartel de fiestas primaverales. En puertas de producirse el relevo municipal, presentó su obra 'Figura', una colección de retratos, incluido un caballo que descubrió una vez pintado que era una yegua de Jaime Guardiola. La ascendencia norteña de Reyes de la Lastra es de otro perfil. A mediados del siglo XIX llega a Sevilla como nuevo arzobispo el titular de la diócesis de Valladolid, Luis de la Lastra y Cuesta. Aquí lo nombran cardenal.

El mismo origen e idéntico destino que su paisano Carlos Amigo Vallejo. Aquel mitrado fue el que viajó a Roma para conseguir en nombre de la ciudad el dogma de la Inmaculada Concepción, que como cantaba el rockero Silvio Sevilla antes que Roma proclamó. Reyes de la Lastra llevaba un rosario de su tío-bisabuelo (un hermano del cardenal se casó con una sevillana) cuando fue a presentar el cartel conmemorativo del quinto centenario de las Hermandades Sacramentales.

Reyes de la Lastra sucedió a la sevillana Concha Ybarra y a la alemana Uta Geub en el reto de realizar el cartel de Fiestas Primaverales que este año, con la pareja de baile adiestradas en las manos por Matilde Coral, firma Juan Valdés. En el entreacto de las fiestas que pregonó con los pinceles, presenta ahora su colección de retratos. Teresa Duclós pertenece a la escuela del realismo, que no tiene nada que ver con la realidad. En todo caso, 'su' realidad, de tal forma que el realismo no deja de ser una variante del surrealismo. No es la primera vez que expone en Rafael Ortiz. La casa Duclós que diseñó su tío Josep Lluis Sert ha sido objeto de monografías en revistas y libros de arquitectura. Uno de esos trabajos lo firmaron al alimón los arquitectos Víctor Pérez Escolano y José Ramón Sierra y los doctores en Arquitectura Juan Sebastián Bollain, también director de cine, y Gerardo Delgado, pintor como la inquilina de tan distinguida casa. La sobrina del arquitecto todos los años obsequiaba a sus vecinas con almanaques con dibujos firmados por ella. Incunables domésticos.

Un arquitecto y un cardenal. De Mármoles a la plaza de San Francisco. Dos pintoras de dos generaciones distintas, una nacida en plena República, otra en el desarrollismo, unidas por una fecha, por un alarde y por sus personalísimos estilos. La crítica, para otro día.

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