Toros

Aguado, ganador del ciclo de novilladas en la Maestranza

  • Juan Carlos Carballo, segundo clasificado, y Rafael Serna, en tercera posición.

Curiosamente, cuando vivimos una etapa complicada en la que por la crisis y otras causas ha descendido el número de espectáculos, un nutrido grupo de la cantera, sin apenas oportunidades, está avivando la llama de la ilusión. Es lo que ha sucedido en este ciclo de promoción celebrado en la Real Maestranza de Sevilla, con muy buena acogida por el público. En estos festejos menores, en los que la crónica no alcanza la severidad con la que medimos a los matadores de toros, hemos descubierto algunos noveles con cualidades toreras interesantes, como el triunfador del ciclo de Promoción de nuevos valores de la torería temporada 2014, Pablo Aguado, quien ha ganado un traje de torear; Juan Carlos Carballo, segundo clasificado, premiado con un capote de paseo; y Rafael Serna, tercer clasificado, ganador de un capote de brega. En una primera votación, el jurado dio empate entre los dos primeros. Ambos, la verdad, merecían ese primer puesto.

Extraordinaria entrada, con casi lleno y la anécdota, casi increíble, en la que la reventa, por la tarde, revendía localidades de seis euros a diez a aquellos espectadores que no quisieron aguantar la larga cola de la taquilla. El encierro de El Parralejo, bien presentado, ofreció demasiadas complicaciones para una terna todavía inexperta. Por su parte, los novilleros, muy arropados por sus partidarios, compitieron en quites y se entregaron con ansias, aunque en algunos casos no dieron con las teclas correctas.

El sevillano Pablo Aguado, con el que abrió plaza, un eral colorao con hechuras de utrero, algo distraído y que embistió con movilidad y manseó hasta rajarse, realizó una faena con altibajos, que comenzó con una tanda sensacional con la diestra, con ligazón. Entonado con la zurda, la labor perdió intensidad tras un desarme. La estocada, contundente, fue decisiva para la concesión del primer trofeo de la noche.

Aguado salió a por todas en el cuarto, pensando en la Puerta del Príncipe. Lo recibió con una larga cambiada de rodillas frente a toriles e hilvanó hasta cinco faroles de hinojos rematando con una media preciosa y parte del público en pie, bajo los sones de la música. En una faena muy extensa, consiguió una tanda notable con la derecha, llevando tapado al eral y en otra, con la izquierda, los naturales fueron largos, rematados con un profundo pase de pecho. Perdió premio por el fallo con la espada.

El extremeño Juan Carlos Carballo, por su valor, es un diamante en bruto. Se la jugó ante el difícil tercero, un animal con movilidad, pero que se revolvía con prontitud. Con la capa arriesgó en una larga cambiada de rodillas frente a toriles. Y con la muleta, con firmeza, aguantó las acometidas hasta salir cogido, en una tremenda voltereta y recibiendo una seria paliza. Por ese pitón, el izquierdo, insistió con valor. Y se impuso en una tanda diestra con dominio. Mató haciendo guardia y perdió premio. Con el sexto impactó con una larga cambiada a portagayola ¡citando de espaldas! Con el capote hubo variedad. Y con la muleta los registros no fueron menores, alternando capeínas y falleros en una faena que tuvo, como mayor virtud, quietud. Sobresalió una serie con la diestra. Tras un epílogo en la distancia corta, cerró con unas bernadinas ajustadísimas. Mató de estocada y fue premiado con la segunda oreja concedida en este festejo.

El sevillano Rafael Serna derrochó arrojo ante el tercero, al que recibió con tres largas cambiadas de rodillas en las afueras. En su trasteo destacó en un par de naturales de calidad y algunos detalles sueltos a un ejemplar reservón.

Serna recibió al quinto de hinojos con una larga de rodillas frente a toriles. Brindó a su padre -en el callejón- un trasteo que resultó extenso y voluntarioso, con muletazos por ambos pitones en tandas cortas.

En definitiva, savia nueva y máxima expectación, con la luna de testigo en una noche interesante, especialmente para Pablo Aguado, designado triunfador del certamen, quien plasmó cualidades muy positivas en una Maestranza que latió con fuerza ante un nuevo tiempo de esperanza.

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