Testimonio del pasado con miras al futuro, el espectáculo conmemorativo del vigésimo cumpleaños del Salón Internacional del Caballo, Sicab, recuperó lo mejor de su historia y dejó ver su interés por renovarse cada edición con primicias que sorprendieron a los amantes del arte ecuestre. Aniversario es un elogio a la ciudad que siempre acogió esta cita con el pura raza español y lo elevó a la categoría de internacional, Sevilla, y a quienes, edición tras edición, han vibrado con la danza de los caballos en la arena de Fibes.

Ayer, en su estreno, se contó con la presencia de la infanta Elena, presidenta de honor de Sicab desde 1991, quien momentos antes del espectáculo quiso comprobar de primera mano lo que este aniversario ha supuesto y los actos creados exclusivamente para la ocasión. Acompañada por el director gerente de Fibes, Felipe Luis Maestro; el presidente de la Cámara de Comercio y del comité ejecutivo de Fibes, Francisco Herrero; el presidente de Ancce, Javier Conde; y el alcalde, Alfredo Sánchez Monteseirín, entre otras autoridades municipales, la Infanta se detuvo ante la muestra 20 años de caballos de pura raza española, un recorrido por las dos décadas de este encuentro ecuestre a través de los carteles que pintores como Francisco Ayala, Uta Geub, Miguel Ángel Morillo o Beatriz Zamora crearon como carta de presentación en algunas de sus ediciones. La Infanta tampoco quiso dejar pasar por alto su visita a la carpa de expositores, y, tras finalizar el espectáculo, se dirigió hacia el de la Guardia Real, la Guardia Civil y el del Real Club de Enganches -que curiosamente se ubica frente al de Madrid Cabalga-.

De vuelta al tendido, unas 5.000 personas recibieron a la Infanta con un caluroso aplauso. Vítores que se repetieron más tarde cuando a Su Alteza se le brindó homenaje con el número que el jinete sevillano Juan Manuel Muñoz realizó a lomos de un pura raza olímpico.

Orgulloso por el trabajo realizado a lo largo de 18 años, el director del espectáculo, Juan Pérez de Ayala, llegó a Sicab como gestor de hípica en 1992 y desde entonces ha colaborado en la organización del salón a través del montaje de pistas, boxes, etcétera, y coordinado el espectáculo del que, desde hace 12 años, es el director. "La iluminación, el sonido y las coreografías se montan apenas veinte días antes de la apertura, pero durante todo el año se va dando forma a las ideas", cuenta Pérez de Ayala.

Pronto las luces se pusieron tibias y saltó a la arena uno de los clásicos más clásicos del espectáculo en su estreno, el Escuadrón de la Policía Nacional de Sevilla, que este año acompaña a los jinetes abanderados con las insignias de España, Andalucía y Sevilla. A partir de ese momento, y tras la retirada del escuadrón, se sucedieron algunos de los números de Aniversario, este año con más sabor a flamenco y a Sevilla.

En la evocación de los 20 años de vida de Sicab no podía faltar el número de Sebastián Fernández, padre e hijo, con su garrocha, en un alarde de perfecto maridaje entre el baile flamenco y la danza de sus caballos. En este rescate obligado de piezas que cosecharon éxitos sobre el albero volvió a formarse una auténtica romería con Una pará en el camino. Representada en 1994 por primera vez y puesta en escena en 2000, con motivo del décimo aniversario, más de 30 caballos y 60 personas inundaron la pista al sonido de los tamborileros de Villamanrique.

La Real Escuela Andaluza de Arte Ecuestre puso la nota de elegancia que acostumbra con la demostración de riendas largas y paso de dos, por Juan José Verdugo.

Las novedades de la edición 2010 pronto aparecieron en escena. A la presencia de los caballos olímpicos de pura raza española se sumaron en primicia modalidades como el volteo acrobático, ejercicio presentado por primera vez en Sicab, pero que no pudo desarrollarse según lo previsto debido a una lesión de su jinete.

Procedente de Francia, Lucien Gruss cerró la noche con un llamativo ejercicio que levantó la expectación del público. Protagonizado por seis caballos, los animales, bajo la dirección de su domador, dieron muestras de agilidad a través de complejos ejercicios de equilibrio.

Tras los 90 minutos en los que se desarrolló este espectáculo la arena de Fibes cobró protagonismo como cada otoño, una oportunidad para convertirse, con permiso del albero maestrante, en epicentro de un arte que lleva el sello exclusivo de Sevilla.