Crítica de Música

Ópera en busca de su identidad

¿qué hace de una composición musical basada en un texto una ópera? ¿Todo cabe bajo el manto protector del marbete "Ópera"? A base de estirarlo hasta límites insospechados el término ha acabado por deformarse y perder su identidad, disolviéndose en un vacío de significado. Es lo que ocurre con la propuesta firmada por Royds Fuentes-Imbert y Bardia Charaf, en la que cuesta identificar un mínimo de acción teatral que justifique su calificación como ópera. En primer lugar, al no disponer del texto ni en el programa, ni en los sobretítulos, ni en la web del Festival, resulta imposible identificar el contenido de las palabras, en su mayor parte en francés. En segundo lugar, no hay juego escénico, porque la voz solista está inmóvil casi todo el tiempo leyendo su partitura. Las referencias a Brecht en la justificación del espectáculo le vienen demasiado grandes, porque se centran en el concepto de "distanciamiento", pero se olvida de que en Brecht hay teatro de verdad, hay palabra en movimiento.

La música de Charaf se mueve en un suave neomelodismo con toques de color armónico en la guitarra, muy en segundo plano ante un violín demasiado estridente por la excesiva amplificación. Ito estuvo magnífica en la dosificación del sonido y en la expresión. El Coro abordó con solvencia el Romancero gitano, con mayor calidad en las voces femeninas que en las masculinas, faltas éstas de solidez en la franja grave. Dirección minuciosa de Sanzo y brillante guitarra de Bernier.

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