La Campana

José Joaquín León

La Campana: 'La crisis no puede con el Corpus'

CASI dos horas (115 minutos) viendo pasar capillitas. Luego dicen que los capirotes van a menos. Pues será que se los han quitado para salir de paisanos cuando llega el Corpus. La procesión duró casi dos horas y media, que en su mayor parte fueron cubiertas por esta multitud de cofrades. Este año las representaciones aumentaron, con muchas cofradías por encima de los 50 hermanos participantes, y algunas incluso con más de 70. Se ve que la crisis pasa de largo por el Corpus. O que lo favorece. Como la gasolina está tan cara, como ir a la playa ya no es lo que era, el sevillano mayormente se queda en Sevilla. Y pasa el comienzo del puente, este jueves, viendo el Corpus, o saliendo en la procesión para que lo vean. Si la fiesta del Corpus tuvo un cierto declive lo ha remontado. Largo y caluroso, pero espléndido.

El Corpus sigue siendo un tratado de sociología cofradiera y sevillana. Los hermanos de gloria, que antiguamente eran pocos y mal vestidos, como los pobrecitos del Corpus, se nota que ya ponen y quitan presidentes del Consejo, y van cobrando abolengo. Ya son representaciones comparables en cantidad y calidad. Se extendía la presencia gloriosa hasta Santa Ángela de la Cruz, la última santa moderna en llegar al elenco del Corpus, que ya parece de toda la vida. Estaba cerrada a lo grande por los primeros chaqués del cortejo, a cargo de la Hermandad de los Sastres de San Ildefonso (que predican con el ejemplo) y las insignias basilicales de María Auxiliadora de la Trinidad (una basílica de Gloria).

Ante las Santas Justa y Rufina, que otrora eran el colofón de las glorias minoritarias, salen ahora cofradías de penitencia. Delante de las santas trianeras, vemos que la última es la primera, la Madre y Maestra: el Silencio. Esto nos da una medida del desplazamiento hacia atrás del cortejo (¿o larguejo?), con sus capillitas por todas partes. Y el Corpus se nos va haciendo de tintinábulos, conforme hay más basílicas. En Sevilla gusta mucho un tintinábulo, que es la condecoración de un nivel máximo de devoción. Cualquiera no puede tener una basílica. La representación de penitencia iba cerrada ayer por tres tintinábulos: el del Cachorro, que se estrenaba, junto a los ya habituales del Gran Poder y la Macarena.

Después van las sacramentales. Ocurre con ellas que también hay categorías. Las modernas son las que van delante de San Isidoro. Las medianas van entre San Isidoro y San Leandro. Y la elite de las viejas y antiguas sacramentales sevillanas va delante de San Fernando. Este tramo lo cierra la Sacramental del Salvador (Pasión), cuyo hermano mayor, Javier Criado, se puede decir que presidía ese maratón de capillitas que iba por delante. Sin olvidar que además de esa rebujina de cofrades, con la prestancia y distinción que caracterizan a su principal collación, ajena a las bullas, va la Sacramental del Sagrario, delante del Niño Jesús. Es un sitio de privilegio, mejor que el de las academias, los colegios profesionales, las órdenes de variado aspecto y el Consejo de Cofradías.

Se deben apuntar otros detalles interesantes, como la coexistencia de los exornos florales sobrios, a base de claveles, en los pasos de San Isidoro, San Leandro, la Custodia chica y la Custodia grande, junto a otros más variados y atrevidos, en la moda floral actual, con predominio de lilliums y rosas además de otras más exóticas, en los pasos de Santa Ángela, Santas Justa y Rufina, la Inmaculada y el Niño Jesús. En este Corpus todo está muy medido, incluso lo que parece inconmensurable o desproporcionado.

Van en aumento también las representaciones civiles de academias, colegios profesionales y sobre todo de las órdenes variopintas y coloristas. Esa es la parte más toledana del Corpus. También parece que las representaciones de clero y frailes están en unos límites más admisible que cuando brillaban por su ausencia. Casi todo ha aumentado en este Corpus, menos los aplausos al alcalde Zoido, quizá porque ya ha pasado un año. Puestos a aplaudir, se aplaudió mucho al Ejército. Hay gente que si no aplaude en el Corpus no se vuelve contenta a casa. Y se debe entender que ser militar tiene más mérito que antes, así te toque desfilar en el Corpus o una misión en Afganistán.

En los altares también hemos estado mejor que otros años. El de la Sed en la Cuesta del Bacalao era impresionante. El de la Pastora de Santa Marina en Cajasol, con esas figuras de la apoteosis de la Eucaristía, recordó a los antiguos montajes de los tiempos de Luis Becerra, cuando esa caja se llamaba de San Fernando. Las cajas se han trastabillado un poco con la crisis y con las torres altas que caen o se levantan.

Pero el Corpus no ha notado la crisis. O será que la crisis le beneficia. Ya lo decía el salmo: "Como brotes de olivo, en torno a tu mesa, Señor". Los únicos brotes verdes que vemos en Sevilla son de olivo, como el misterio de los Panaderos; o de juncia y romero, como ayer en el Corpus.

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