DUDA inquietante, asaz hamletiana, de quitar el sueño, vamos. ¿Cuánto tiempo más va a hacerse esperar ese sinónimo de riqueza que es la lluvia? ¿Cuándo llovió por última vez tras aquella fantástica otoñada que tiñó los campos de verde esperanza? Una pregunta más, la de que si habrá que organizar algún fasto para que las isóbaras se alíen y la borrasca habite entre nosotros. Por ejemplo, ¿se hará esperar a que suenen las cornetas y retumben los tambores o aguardará a que salga el primer morlaco por los toriles del templo maestrante? Dudas tremendas y la lluvia que no llega para reponer reservas y para limpiar una atmósfera que ha tiempo que la echa de menos. Luego, ya lo sé, bramaremos a causa de los charcos que convierten a Sevilla en ciudad lacustre y por culpa de esas suspensiones que dejan a los pasos en casa y a los toros en los corrales. ¿Cuándo llovió por última vez? ¿Usted lo recuerda?