laliga santander | Las palmas-Betis

Desatados de las trece barras (1-0)

  • Los jugadores del Betis perpetran un lamentable ejercicio de indolencia en Las Palmas que deja en entredicho su implicación y a Setién sin un gramo de crédito.

  • La derrota deja la racha en 2 puntos de los últimos 15

Por el resultado no fue tan ominoso como en la noche del Cádiz, pero por la actitud, el Betis de este domingo pierde el pulso, incluso, con el que descarriló en la Copa. Porque en Las Palmas, pareció no querer. Parecieron todos desatados de las 13 barras, tal fue el ejercicio de indolencia que perpetraron los rayados en verde y blanco. Fue vergonzoso ver la tibieza en cada disputa. La pasividad cuando alguno de amarillo conducía la pelota con placidez en el mediocampo bético. La dimisión colectiva cuando corría el cronómetro y evitar la derrota seguía a un solo gol por la mera impericia de los grancanarios.

Decir que el Betis salió con laxitud es ser amable con los que este domingo debían defender el escudo por el que late la mitad de la Sevilla futbolera. La dejación de funciones los retrató a los ojos de ese beticismo al que la fundada ilusión de los primeros partidos, tornada luego en desazón, va degenerando en indignación. No puede ser. El Betis no puede ausentarse de ese modo. Sus actores no pueden ignorar un sentimiento tan profundo, enraizado y fiel. No. De ninguna de las maneras.

La última vez que el Betis ganó en Las Palmas fue hace casi tres décadas, en mayo del 88. Fue un triunfo vital para la permanencia. Aquel Betis era uno de tantos que daba más penas que alegría a su gente. Pero se dejó la piel en la rala hierba canaria. El corazón bético de Pedro Buenaventura marcaba el pulso de los Julio, Chano, Reyes, Gabino, Cristóbal o Zafra, cuya salida en los últimos minutos resultó determinante para ese 1-2 final de Calleja. Todo acabó con Buenaventura, y con él toda la grey, cantando en el vestuario por sevillanas. Con el beticismo aliviado y orgulloso de los suyos.

¿Qué debieron pensar los béticos ya veteranos que vivieron aquella victoria del 88 al ver la dimisión en bloque nada más ordenó Estrada Fernández que el balón rodara? Hubiera sido inadmisible en cualquier caso. Y más tras la gélida noche del último jueves en Heliópolis.

Los de enfrente vestían también de amarillo, como el Cádiz. Pero ahí acabaron las similitudes. Las Palmas reflejó por qué pena en ese vagón de descolgados junto al Málaga y el Alavés, después de un punto en las últimas nueve jornadas. Cualquier equipo medio aseado hubiera cerrado el pleito en la primera parte ante los diez espantapájaros que tuvieron enfrente.

Antes del gol, que llegó en el minuto 20, el guión ya rompió en sainete con las dos acciones de Adán. La primera en una nueva entrega al enemigo por tratar de sacarla jugada por bemoles. Se la entregó a Remy, pero corrigió su error con una buena parada al tiro envenenado, con bote previo. Luego, el portero agarró un balón que le cedió Barragán. Suerte que el golpe franco indirecto dentro del área acabó con el balón rebotando en la espalda de Guardado. Corría el minuto 13 y ni de lejos pretendía el Betis hacerse con la pelota, llevar la iniciativa y someter al rival como tanto pregona Setién.

Las imágenes del Las Palmas-Betis Las imágenes del Las Palmas-Betis

Las imágenes del Las Palmas-Betis / EFE

Lo inevitable, el gol canario, llegó en una astuta maniobra de Remy, falso extremo izquierdo, que arrastró a medio Betis con un movimiento hacia dentro y generó un espacio que aprovechó Calleri, previo servicio de Tana y con la inestimable ayuda de Durmisi, que se quedó descolgado y rompió el fuera de juego. Adán tocó la pelota tras el fuerte zurdazo raso del delantero argentino, pero no lo suficiente para evitar que el cuero acabara en la jaula.

Quizás fuera el gol menos doloso en la historia del Betis. O casi. Ni un atisbo de reacción hubo. Javi García, que es otro desde que se lesionó en Anoeta, apenas se entretuvo en tratar de tapar a Jonathan Viera, el gobernador del partido; Guardado, algo más arriba, tampoco se acercó a ese jugador agudo, hiperactivo y líder de los primeros meses, y Camarasa fue una máquina de tomar malas decisiones. En vanguardia, Joaquín sí que hizo por aparecer por todo el frente del ataque, pero el surtidor de juego estaba cerrado. Y nadie hizo por abrir el grifo.

Tras el descanso, hubo un conato de reacción más efectista que efectivo. Duró unos minutos y se reflejó en alguna arrancada de Barragán y en ese pase de Sergio León a Joaquín que acabó con el balón en la cepa del poste (52’). Pronto volvió a enseñorearse del Betis la indolencia, Las Palmas volvió a ganar cada disputa casi sin querer y con que cruzara la pelota al costado de Míchel Macedo ya prendía el fuego. Si el Betis llegó vivo al pitido final, fue por el rosario de errores de los atacantes amarillos ante Adán.

La expulsión de Amat ya en el alargue, después de que relevara al lesionado Javi García en la medular, fue el remate de un partido que deja huella. A Quique Setién lo despoja de todo crédito. A los jugadores los señala por su desapego a las 13 barras. Y a los responsables de la planificación los desnuda. Con el frío que hace.

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