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Sevilla

La lectura en Sevilla: Un hábito a partir de los 40

  • El índice de lectura en la capital andaluza es inferior al del norte de España

  • Las obras sobre temas sevillanos son los únicos que atraen a lectores de todas las edades

Escaparate de una librería en Sevilla, donde se han cerrado muchos negocios de este tipo en los últimos años.

Escaparate de una librería en Sevilla, donde se han cerrado muchos negocios de este tipo en los últimos años.

Leer en Sevilla es un hábito que se adquiere a partir de los 40 años. La capital andaluza no supone ninguna excepción respecto a lo que sucede en el resto de España. Un reciente informe del Ministerio de Cultura desvela que el 37,8% de los españoles no había abierto un libro en un año. Cifra bastante alarmante que evidencia un empobrecimiento cultural. En la ciudad hispalense no se dispone de un dato tan concreto, pero sí de las preferencias temáticas a la hora de leer, la franja de edad en la que más libros se compran y la disposición a fomentar esta actividad tan saludable en los hogares.

Ni en el ámbito local ni en el provincial existen informes sobre índices de lectura. El dato más aproximado es regional. Y no muy positivo. Andalucía ocupa el puesto número 13 en cuanto al número de ciudadanos que practican ese hábito. Se sitúa en el vagón de cola. Sólo supera a Canarias, Extremadura y Castilla-La Mancha. Comunidades, por otro lado, que suelen quedarse en los últimos puestos del informe PISA, que evalúa los conocimientos matemáticos, científicos y la comprensión lectora de los escolares. Se evidencia de nuevo la brecha entre el norte y el sur español.

Leer requiere un esfuerzo mental. Debe entenderse como una excelente terapia"

Una distancia cultural que constatan editores y libreros. José María Arévalo, uno de los responsables de la editorial Almuzara, señala que "en Sevilla se lee menos que en otras grandes ciudades españolas, como Madrid o Barcelona". Una afición que, según este experto, se diferencia por edades: "Los adolescentes suelen leer bastante, pero luego se produce un parón que no se retoma hasta los 40 años, cuando este hábito se afianza". Amparo Lazo, una de las propietarias de la Librería Palas, en Los Remedios, también opina lo mismo. "A partir de los 40, los sevillanos se hacen más aficionados a la lectura. Los que tienen entre 20 y 30 años son los que menos leen", asegura esta librera.

El informe del Gobierno evidencia que dicha tendencia se generaliza en casi todo el territorio nacional. Especialmente curioso es el grupo de lectores que poseen entre 15 y 19 años, segmento de edad en el que se alcanza la cota máxima, pues el 90% de ellos muestra afición por la lectura. Sin embargo, el estudio incide en que los libros que se leen con esta edad están relacionados, en su mayoría, con la formación obligatoria o profesional, por lo que la afición lectora, por interés o como vía voluntaria para ampliar conocimientos, no se consolida hasta los 40.

Rosa Rojas-Marcos es la dueña de la Librería Yerma, que abrió sus puertas en Sevilla hace 23 años. Para ella, el hábito de la lectura está relacionado con el ambiente cultural que una persona viva en su hogar. "Si en una familia se fomenta, es difícil que se interrumpa el gusto por la lectura", explica Rojas-Marcos. "Los libros infantiles cosechan un gran éxito. En los últimos años se han publicado títulos, como los de Harry Potter, muy demandados", abunda esta librera, quien destaca que "quien adquiere el hábito de la lectura en un hogar, lo mantiene". "Puede que lo interrumpa cuando, con cierta edad, comience con los videojuegos y los móviles, pero si en su casa se lo han inculcado, acaba retomando el gusto por leer", apostilla la propietaria de Yerma.

Para esta librera, existe otro factor -al margen de la educación cultural- que influye en el índice de lectura de una ciudad como Sevilla. "La meteorología condiciona mucho la compra de libros. Lo sé por los años que llevo en la profesión. Con el buen tiempo, descienden las ventas. Cuando se aproxima un fin de semana lluvioso, aumentan. Esta situación también implica que aquí se lea menos que en el norte de España", añade Rojas-Marcos.

Rafael García es el director de La Casa del Libro, que abrió su primera librería en Sevilla durante el verano de 2001. Su presencia en la ciudad ha aumentado desde entonces con dos establecimientos más, uno en Viapol y otro en Nervión. García se sincera al ser preguntado por el índice de lectura en la capital andaluza. "No tengo datos sobre lectura de libros, sino de compra. De adquirir un libro no se infiere automáticamente que esa obra vaya a leerse", refiere este experto, quien señala que "si aceptamos que todo libro que se compra tendrá al menos un lector, pienso que en Sevilla no se está al nivel de otras ciudades del mismo tamaño".

Christina Linares es una de las responsables de la editorial Renacimiento, firma especializada en libros de poesía y que se fundó en Sevilla en 1977. Desde que comenzó el presente siglo ha ampliado su edición a obras de todo género. Para Linares, hay una realidad incontestable: "cada vez se lee menos". "Estamos presentes en las ferias del libro de Sevilla y Madrid. Quienes acuden a ellas son siempre los mismos", advierte.

Tanto Christina Linares como Rafael García coinciden en señalar el tramo de edad en el que más se lee en Sevilla: entre los 35 y los 50 años, franja que también resaltan los otros compañeros de profesión que han participado en este reportaje. "Existe una generación, la comprendida entre los 20 y 35 años, que practica muy poco este sano hábito", concluye José María Arévalo, responsable de comunicación de Almuzara.

Un aspecto a tener muy en cuenta en este análisis es el tipo de lectura predilecta por los sevillanos. Al margen de que se compren libros de todo tipo, incluido los denominados best-seller, no deben olvidarse las obras de temática local, que logran en la mayoría de las ocasiones la aceptación de todos los públicos, con independencia de la edad, el género e, incluso, la formación cultural. "Conviene recordar que aquí se inventó el arte de la divagación urbana, que cultivaron autores como Núñez de Herrera, Chaves Nogales o José María Izquierdo. Un género que luego han continuado escritores contemporáneos, como Antonio Burgos", recuerda el representante de Almuzara. Un rasgo característico de Sevilla del que pueden presumir pocas ciudades. "La urbe se convierte en un género literario. Esto es algo bastante excepcional y que supone una alternativa para las editoriales locales", explica Amparo Lazo, propietaria de la Librería Palas. Dicho distintivo lo ratifica el director de la Casa del Libro, quien asevera que en Sevilla "siempre hay un especial interés por la temática local". "En esto sí se diferencia de otras ciudades", agrega.

No obstante, este tipo de libros apenas supone más del 10% de la producción anual de una editorial. Así lo afirma el representante de Almuzara: "De los 120 títulos que publicamos al año, el número máximo de libros de temas sevillanos no superan los 20". Según la directora comercial de Renacimiento, este tipo de obras "representan el 5% o 10% de la producción".

Dentro de la narrativa hispalense hay que distinguir un fenómeno que se consolida los últimos años. Se trata de autores de libros que han saltado de las redes sociales a las editoriales con gran éxito de ventas. Lazo detalla el último caso de Capitán Adobo, un perfil de twitter que recientemente ha publicado una obra, bajo este seudónimo, que está teniendo gran acogida. En el caso de Almuzara, nadie olvida la trilogía del periodista Julio Muñoz, que se ha convertido en un best-seller sevillano: El Asesino de la Regañá, El crimen del palodú y El prisionero de Sevilla Este.

En esta simbiosis de suspense y localismo, uno de sus principales referentes e impulsore fue el periodista Fernando Carrasco, con sus obras El último imán de Isbilya, El hombre que esculpió a Dios e INRI. Títulos que se suman al de los clásicos sevillanos, como recuerda la representante de Renacimiento. "Ocnos, de Cernuda; o los libros sobre Semana Santa, de Hohenleiter y Eugenio Noel, son obras que aún siguen teniendo un gran reclamo por parte de lectores autóctonos y forasteros", indica Linares.

"La temática local logra que se interesen por la lectura personas que nunca lo habían hecho", advierte Rojas-Marcos, que ha constatado en su negocio como "hasta los libros del Carnaval de Cádiz tienen gran predicamento entre los sevillanos". "Se han llegado a agotar en pocas semanas", señala la propietaria de Yerma. "Mención aparte merecen los libros relacionados con la Semana Santa, que son totalmente transversales, para todo tipo de edad", añade el director comecial de Almuzara. "Lo que sí está claro es que los ciudadanos, en tiempos de crisis, se decantan por la literatura de evasión, como los libros de misterio y suspense, cualquier obra que no les recuerde la dura realidad que viven", destaca Rojas-Marcos.

La crisis ha sido un escollo difícil de sortear para el sector. Una época de la que ahora se sale con una remontada en las ventas del 4%, según el representante de Almuzara. La debacle económica se ha llevado por delante a varias editoriales y librerías. Así lo recuerda el director de La Casa del Libro, quien habla de las "dos crisis" que sufren estos negocios. Por un lado, la financiera que ha afectado a todo el país, y por otra, la "estructural", surgida con la llegada del libro electrónico y el desarrollo del comercio en internet. "De la primera, más tarde o temprano se sale. La segunda vino para quedarse con todas las consecuencias", afirma García, quien considera que hay cierta recuperación, pero duda de que se vuelva a los niveles de venta anteriores a la crisis.

Las responsables de Palas y Yerma toman como ejemplo de la debacle que vive el sector el número de librerías cerradas los últimos meses en Sevilla: Céfiro, Maymen y Vértice. Otras, como La Extravagante y un Gato en la Bicicleta se trasladarán de local. Donde antes estaba La Extravagante, en la Alameda, abrirá una pizzería. Metáfora del declive cultural de la ciudad.

Para Amparo Lazo, resulta "obvio" que las administraciones deberían invertir más en las bibliotecas públicas, lo que a la postre beneficia a las librerías. En este punto, su homóloga en Yerma, Rosa Rojas-Marcos, critica que no haya suficiente inversión pública en la adquisición de libros. Pone de ejemplo la Universidad de Sevilla, cuyo presupuesto para dicha compra se ha reducido un 50% los últimos años, pese a la importancia de los libros en la formación superior. Respecto al fomento de la lectura, esta librera subraya que el Ayuntamiento hispalense ha intentado en varias ocasiones desarrollar políticas municipales en ese sentido, pero han fracasado. "Entre otros motivos, porque no se le destina el mismo dinero que para otros asuntos", lamenta.

El mercado exterior se ha convertido en la tabla de salvación de muchas editoriales. Otras, sin embargo, no han logrado sobrevivir a la crisis. "Debemos ampliar nuestras fronteras comerciales, de ahí que durante estos años tan duros hayamos empezado a exportar a Iberoamérica", reconoce José María Arévalo. En Renacimiento, internet ha sido la vía para que las ventas no tocaran fondo con la debacle económica. "A través de la red vendemos en el mundo entero. Tenemos muy buena acogida en México, Argentina y Colombia", destaca Linares, quien añade que los libros de la editorial han conseguido adentrarse en el mercado estadounidense, especialmente en Florida, California y Puerto Rico, donde reside una importante población latina.

Países donde la lectura, como defiende el director comercial de la editorial Almuzara, se consolida como hábito para estimular la mente. "Leer requiere de un esfuerzo", afirma Arévalo, quien invita a todos los sevillanos a sumergirse en un libro: "es una excelente terapia".

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