SEVILLA - liverpool

Los ingleses ya no son lo que eran

  • La afición del Liverpool iba llenando el centro sin las camisetas del equipo y con amables maneras

Ya no quedan ingleses como los de antaño. A un día del Sevilla-Liverpool, los primeros hinchas que andurrean por el centro histórico no llenan las calles del color de su equipo y a la hora del té ya no toman té. La bebida es la cerveza, el líquido elemento que consumen a todas horas como si fuera agua: a la hora del desayuno, a la del aperitivo, a la del almuerzo y a la hora del té. La avanzadilla de la afición inglesa se comporta civilizadamente, pese a la creciente concentración de alcohol en la sangre. Hay quien da las gracias amablemente a una camarera, otro comparte fraternalmente su mesa en un velador con un desconocido y hay hasta quien se interesa por la loza de Pickman y por el cementerio de sus compatriotas en San Jerónimo. Los temidos hooligans inspiran más ternura que miedo. Los hinchas de Liverpool ya no son lo que eran.

"Somos demasiado viejos para ir vestidos como futbolistas y hace mucho calor para ir ataviados con bufandas", justifica George Allen en la puerta del pub O'Neill's, uno de los santuarios de peregrinación del aficionado de la isla. El caso de Allen, un comercial de 47 años, confirma eso de que los hinchas del Liverpool no son como antes, pues no son ni de Liverpool. Allen es irlandés, de Donegal. Allí, explica, se dividen entre seguidores del Manchester United y del Liverpool. En la televisión del pub se rememora un 3-1 de los reds de, 25 de febrero de 1978. Hay quien canta los goles 39 años después. El espacio y el tiempo se confunden en este particular parque temático rendido al fútbol.

Los 'hooligans' más madrugadores inspiran más ternura que temor, pero hoy llega el grueso

Tampoco ha llegado de Liverpool Trond Skogly, originario de Tromso, Noruega. "Hay una gran afición por el Liverpool en Noruega; en los países escandinavos, en general. Yo voy a Anfield cada vez que puedo", cuenta Skogly, quien señala al Ramón Sánchez-Pizjuán como el "hombre número 12" y cita a Banega, a N'Zonzi y a Navas como los mayores peligros del Liverpool. "¡Y Nolito!", interrumpe a grito pelado su hijo de 12 años en una de las mesas de la plaza del Salvador.

En los 100 Montaditos de la avenida de la Constitución abreva un trío de liverpulianos de pura cepa. "Acabamos de aterrizar desde Málaga, hemos visto la gran torre -la Giralda- y nos ha dado sed", bromea uno de ellos agarrado a una gran jarra. Érase una mano a una cerveza pegada.

Este cruce de caminos, Alemanes, García de Vinuesa y la Avenida, fue el foco de los primeros periódicos en los siglos XV y XVI y las noticias, siglos después, siguen circulando. "Sé de mucha gente que llega horas antes del partido y que lo hace sin entradas. ¿Broncas? ¿Peleas? ¿Vandalismo? No lo creo. Este sol y esta cerveza barata amansan", tranquiliza este aficionado, el experto del trío, que asegura estar convencido de la victoria del Liverpool. "El Sevilla es un equipo cada vez más temible y respetado, sin duda, pero el Liverpool es el Liverpool", dice.

Del O'Neill's al Merchants, de la milla de arsénico del Paseo de Colón al cuadrilátero del chaflán de Canalejas, a las dos ermitas del peregrino británico las separan Marqués de Paradas y Reyes Católicos. Calle abajo llega Peter Mair, regente del Ánima. El primer tabernero-galerista de Sevilla viaja en bicicleta y, ¡esta vez sí!, viene vestido de rojo, pero del rojo del Sevilla en los partidos de fuera. "¿Estás preparado para un partido de cinco estrellas?", pregunta retóricamente este tirolés sevillista que hizo de intérprete para Anton Polster en su primera etapa en Nervión. "Como mínimo empatamos, aunque a mí el equipo de Berizzo ni me gusta ni me deja de gustar. Juega tocando mucho y mirando demasiado hacia atrás, como todos", cuenta este antiguo arquitecto que acaba de salir del médico con la intención de una reconstrucción.

El camarero del Merchants lleva enfundanda una camiseta con el escudo del Liverpool. Roger Robertson, gerente de una empresa eléctrica de 53 años, se siente aquí como en casa, literalmente, pues venir a Sevilla no es nada infrecuente para él. Tiene una casa en Fuengirola y ama "profundamente Andalucía", dice. Es la segunda vez que viene a Sevilla debido al Liverpool. "La primera fue en 2005, con el Betis como rival", recuerda Rogers, quien se define como un enamorado del juego de aquel joven Xabi Alonso. Y de Rafa Benítez. Ahora manda Klopp. "El Liverpool llega en buena forma: cuatro victorias seguidas. Salah está muy bien", dice Rogers. Hoy, temprano por la mañana, llega su familia, vía Faro, anuncia. "Un par de cervezas y a dormir". Ya no quedan ingleses como los de antes.

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