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El difícil retorno de las leguminosas

Cultivos

Pese a los muchos incentivos que les otorga la nueva PAC, su siembra no ha aumentado todo lo que se esperaba. Los últimos datos les adjudican 74.000 hectáreas en Andalucía.

El difícil retorno de las leguminosas
Asunción Fdez. De Castillejo

20 de octubre 2015 - 01:00

Ni los incentivos de la nueva Política Agrícola Común (PAC) ni las ayudas asociadas que se otorgan en algunos casos están siendo suficientes para animar a los agricultores andaluces a recuperar de forma significativa el cultivo de las leguminosas. Su escaso precio y los problemas que da su cultivo al agricultor están dificultando este retorno que, si se alcanzara, libraría a España en buena parte de la actual dependencia de la soja como fuente de proteína vegetal en los piensos para animales.

La nueva PAC ha introducido instrumentos con los que intenta revertir el importante retroceso que ha tenido en toda Europa en general, y en España en concreto, el cultivo de las leguminosas, que pasaron de sembrarse en 131.835 hectáreas en el año 1996 a tener menos de 40.000 hectáreas en 2014. En 2015 se ha sembrado más gracias a esos incentivos de la PAC, pero no en la medida en que se preveía o deseaba, pues en total se han sembrado unas 74.000 hectáreas de las que la mayor parte han sido habas (36.133 hectáreas), según el último avance de superficies de la Consejería de Agricultura.

Según los expertos del Ifapa, las razones por las que se abandonó el cultivo de leguminosas son variadas y van "desde las oscilaciones de la política agraria de la Unión Europea -que no siempre ha apoyado estos cultivos con la misma intensidad- a la inestabilidad de los rendimientos en zonas de clima mediterráneo, la falta de materias activas para el control de malas hierbas, la carencia de material vegetal certificado y la importación de soja y maíz a precios muy competitivos". "De esta forma -dicen-, pese a sus innumerables ventajas, la mecanización del campo, el empleo de fertilizantes de síntesis y el fenómeno de la globalización fueron condenando a estos cultivos al olvido".

En cuanto a las dificultades con las que se encuentran los agricultores y que les hace dudar a la hora de elegirlas como un cultivo importante en sus tierras, el experto de Asaja Sevilla José Vázquez dice que el principal es económico: "No tienen un precio atractivo", y pone el ejemplo de las habas que son las más sembradas y que cotizan a 240 euros/tonelada para un cultivo que no produce muchos kilos por hectárea. A ello, añade el hecho de que les afecta el jopo -un hongo- y dice que, pese a que se están buscando variedades resistentes, falta investigación". Asimismo, en su opinión tampoco está resuelto el problema de la dehiscencia o caída del grano antes de la recogida, que afecta sobre todo al guisante, entre otros problemas agronómicos.

Sin embargo, el investigador del Ifapa, Francisco Perea, dice que frente a ese menor precio de las habas secas -que son las leguminosas que más se están sembrando- hay que contraponer su menor coste de cultivo, sobre todo en ahorro de abonados, y el ahorro que suponen por el nitrógeno que fijan a la tierra y que luego se aprovecha al rotar con un cereal. En cuanto a los problemas de venta en el mercado, reconoce que ahora mismo hay que hacerlo a través de cooperativas pero añade que "este año no se han vendido mal".

Respecto a los incentivos que establece la nueva PAC para el retorno del cultivo de leguminosas destaca que, entre las prácticas agronómicas propuestas, para percibir el Pago Verde, se encuentra la diversificación de cultivos, ya que todo agricultor con más de 10 hectáreas ha de sembrar al menos dos cultivos distintos (diferentes especies) y todo el que tenga más de 30 hectáreas ha de sembrar al menos tres cultivos. Este requisito ha reactivado cierto interés por las leguminosas, favorecido además -según los expertos- por el alto precio de los abonos nitrogenados en razón de que las leguminosas fijan nitrógeno en la tierra lo que supone una menor necesidad de abonado.

Otro incentivo establecido en la nueva PAC es que en las explotaciones de más de 15 hectáreas se obliga a destinar al menos el 5% de la superficie a un cultivo de interés ecológico y se considera como tal, entre otras opciones, el cultivo de leguminosas por ser cultivos que fijan el nitrógeno (judía, garbanzo, lenteja, guisante, haba, altramuz, algarroba, chícharo, almorta, veza, yeros, alholva, alverja, alverjón, alfalfa, esparceta y zulla).

Además, entre las leguminosas grano hay un grupo llamado proteaginosas -pues surten de proteínas- entre las que están las habas, haboncillos y guisantes, que tienen una ayuda asociada extra de 60 euros por hectárea para las primeras 40 hectáreas.

Como respuesta a todos estos incentivos ha habido un cierto incremento de la siembra de leguminosas como lo demuestra el incremento en la superficie del cultivo de habas que se cifra en un 10%. Por ejemplo, en un informe presentado recientemente por el Ifapa -que está experimentando con nuevas variedades- se dice que "durante la campaña 2015 se ha observado en Andalucía una subida generalizada de la superficie sembrada de leguminosas grano respecto al pasado año, aunque menor de lo que se esperaba ante el favorable cambio de la nueva PAC en relación a este grupo de cultivos".

En concreto, las principales leguminosas grano que se cultivan en Andalucía son los garbanzos, las habas y los guisantes, aunque se cultivan en menor escala otras especies como vezas, algarrobas, yeros, judías y altramuz.

En cuanto a la importancia económica del cultivo de leguminosas -que explica por qué, además de por razones medioambientales, en la nueva PAC se las incentiva-, lo cierto es que -según el citado informe del Ifapa- "la situación actual se caracteriza por un aumento de la demanda de proteína vegetal, que se suple con importaciones (3,18 millones de toneladas de soja en 2011), lo que pesa enormemente en nuestra balanza de pagos. Nuestra industria ganadera y alimentación básica dependen en gran medida de productos cuya producción y comercio se encuentra bajo control extranjero. La crisis de la soja y la subida de su precio a partir de 1976 puso al descubierto la debilidad del sistema y la necesidad de volver al cultivo de leguminosas tradicionales".

Ahora bien, este objetivo se encuentra con una serie de dificultades objetivas que los expertos resumen en una frase: "El incremento en la superficie de cultivo de leguminosas y la reactivación de su comercio está sujeto a un incremento de su competitividad económica".

Los investigadores del Ifapa han delimitado cuatro campos en los que consideran que hay que trabajar para resolver "algunos de los principales factores limitantes de la producción y productividad" de las leguminosas en la cuenca mediterránea.

Así, en primer lugar sitúan la incidencia de determinadas plagas o enfermedades y la inestabilidad de los rendimientos debidos a factores ambientales como la sequía o el estrés por temperatura que en su opinión son factores importantes que limitan a estos cultivos. En concreto, el jopo (Orobanche crenata L.) es uno de los principales problemas y ha contribuido enormemente a la disminución de la superficie cultivada. En este sentido, dicen que "la obtención de variedades resistentes a enfermedades y adaptadas a nuestro clima y suelo deben ser objetivos prioritarios en los programas de mejora".

En segundo lugar destacan la necesidad de reactivar la producción de semilla certificada. En este sentido, explican que la escasa demanda previa ha generado la bajada del registro de buenas variedades de habas, garbanzos, vezas, etc., por lo que falta de semilla certificada. Asimismo, explican que "el sector agroalimentario (envasado, congelado, pienso, etc.) demanda productos uniformes y de calidad que nuestro sector de leguminosas, en la situación actual, no puede cubrir. En consecuencia, se opta por la importación de leguminosas tradicionales o de soja para cubrir nuestras necesidades de proteína vegetal".

Y ahí enlaza uno de los principales problemas que afectan a las leguminosas: de mercado. El informe del Ifapa dice que "la importación de leguminosas tradicionales o de soja de terceros países determina que la venta de las cosechas españolas de leguminosas sea más problemática que la de cereales u oleaginosas. Esta situación se ve agravada por el estancamiento de precios en el mercado que hacen que su rentabilidad sea en ocasiones escasa".

Por último, pero no menos importante para el agricultor, el informe destaca las dificultades para el control de malas hierbas en el cultivo de leguminosas. En concreto dicen que "la falta de herbicidas autorizados y la diversidad y complejidad de la flora autóctona de malas hierbas frena a las leguminosas como alternativa". Sobre este punto explican también que "con la entrada en vigor del Registro Único Europeo de Materias Activas muchos herbicidas fueron excluidos y otros no fueron defendidos por las empresas por su falta de valor comercial, por lo que ahora hay un déficit que solventar.

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