Dolor en el alma del Seprona

medio ambiente

Los agentes se emocionan al recorrer la zona devastada por el incendio ocurrido el 24 de junio en el entorno del parque natural de Doñana

Los agentes ante los restos de un vehículo calcinado por el incendio del 24 de junio en el camping Doñana.
Los agentes ante los restos de un vehículo calcinado por el incendio del 24 de junio en el camping Doñana. / Fotos: Canterla
Raquel Rendón

Mazagón, 10 de julio 2017 - 02:33

Al cabo Joaquín se le humedecen los ojos cuando se le pregunta por la pérdida ingente de masa forestal tras el incendio de Mazagón en el territorio de sus amores, el que cuida desde hace ocho años junto con otros siete compañeros, entre los que se encuentra el guardia civil Clemente, con más de 25 años de servicio en el parque y su entorno. Ambos pertenecen al Deprona, el destacamento del Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil (Seprona) en Doñana. Tienen bajo su jurisdicción las más de 110.000 hectáreas que conforman el parque natural y el nacional de Doñana, además de los espacios limítrofes en los que intervienen para poner freno a las actividades de riesgo.

Conocen el pulmón verde de Andalucía casi como las palmas de sus manos. Lo sienten como algo propio. "Cuando uno lo ve en estas condiciones qué va a sentir, dolor en el alma. Es una pena, la verdad", confiesa Joaquín. A Clemente "casi se me saltan las lágrimas".

En tiempo récord, los miembros del Deprona desalojaron el camping Doñana y Mazagón

Ambos pertenecen al club deportivo Espartanos de Matalascañas. El 22 de julio habían previsto una carrera por la playa desde la Cuesta Maneli al núcleo costero almonteño que atraviesa el Parque Dunar, muy afectado por el fuego. Luchan por que se celebre contra viento y marea. También preparan una interesante iniciativa con la que pretenden contribuir a la repoblación de la tierra quemada.

Fueron una pieza más del engranaje del dispositivo en el incendio de Mazagón, donde estuvieron el Infoca, otras unidades de la Guardia Civil -Seguridad Ciudadana, Tráfico, el Grupo de Reserva y Seguridad (GRS), la Usecic o el Servicio Aéreo-, la Unidad Militar de Emergencias (UME), los Bomberos del Consorcio, los agentes de Medio Ambiente y todos los que colaboraron para echar el freno al fuego del 24 de junio.

El primer paso que da el Deprona en cualquier incendio es poner "a salvo a las personas". Participó en la evacuación "en tiempo récord" de las más de 1.500 personas alojadas en el camping Doñana y en el poblado forestal o Mazagón. Cuando las llamas se acercaban a Matalascañas, "fuimos a por los caballos del Club Hípico y los llevamos a un parque que está en obras del centro y allí se quedaron toda la noche", además de desalojar a los camellos, dromedarios y llamas del Parque Dunar.

Durante días han permanecido atentos a cualquier llamada ante el rebrote de pequeños focos que pudieran reavivar el incendio. Luego, en vueltas de reconocimiento posteriores y con el alma encogida ante el devastador paisaje, se han percatado de que "había pocos animales muertos; son más inteligentes que las personas y huyen despavoridos, ellos no se quedan a mirar".

El Deprona mantiene a raya a todos aquellos que realizan actividades que pueden poner en riesgo Doñana. No se pueden hacer barbacoas entre el 1 de junio y el 15 de octubre, como tampoco se puede estacionar en lugares no permitidos en una zona tan sensible como el parque, donde el pasto seco puede arder con una minúscula chispa.

Joaquín, Clemente y sus compañeros también están atentos a las acampadas ilegales. "No es ninguna tontería: cuando se desató el incendio de Mazagón tuvimos que rastrear el campo y en la playa encontramos a una pareja dormida en una tienda de campaña. Si no llegamos a avisarlos igual hubieran tenido un mal final".

Clemente no recuerda un incendio de tal magnitud en el entorno de Doñana en los últimos 25 años. Ellos, junto con otros compañeros del Seprona de Huelva y con los agentes de Medio Ambiente de la Brigada de Investigación de Incendios Forestales, se emplean a fondo para averiguar las causas del fuego y obtener información que permita luego a la Justicia saldar cuentas con los culpables.

Entre las funciones del Deprona está la de localizar el punto de inicio. Sus habilidades de rastreo y el conocimiento del comportamiento de la flora cuando se ve devorada por las llamas son claves para encontrarlo. Luego, los guardias se entrevistan con las personas del entorno para localizar a algún testigo de lo sucedido y elaboran los informes que han de entregar al juzgado que lleva el caso. "Un incendio es como un humano, tiene personalidad y su causa; puede ser natural, o intencionado o negligente", explican. La dirección de avance deja huella en "el lado del tronco del árbol que esté más calcinado", por ejemplo. "Y si aquí ha habido una persona trabajando con una radial o una persona con un tractor que no tiene el mantenimiento hecho -los hay que derraman aceite o gasoil-", pues blanco y en botella".

Los apostaderos son clave en la actividad del Seprona de Doñana. Gracias a esta práctica -que consiste en permanecer horas sin moverse y oculto en un mismo punto para detectar ilegalidades- "hemos conseguido servicios buenísimos". Especialmente en la acción contra los cazadores furtivos. Recientemente "conseguimos dar con uno en el Parque Nacional que llevaba dos venados y tres cochinos; los había matado por la noche y vino a recogerlos a la tarde siguiente". En ese relevo sorprendieron al furtivo.

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