Inmobiliaria Colonial vuelve a brillar de la mano de Villar Mir
OHL se hace con el control de la compañía que fue el emblema del imperio del empresario andaluz Luis Portillo y que propició su caída al inicio de la crisis.
Corren nuevos tiempos para Inmobiliaria Colonial, el gigante del ladrillo que se convirtió en el emblema del éxito del empresario Luis Portillo, -que llegó a figurar en la lista de milmillonarios de la revista Forbes-, y que también simbolizó su caída en diciembre de 2007, ahogado por una deuda de más de 9.000 millones de euros. La banca se hizo con el control de la compañía y tras más de un lustro de reestructuración y una estricta dieta de adelgazamiento, ha decidido pasar el testigo. A principios de año, el Grupo OHL, presidido por Juan Miguel Villar Mir, adquirió algo más del 20% de Colonial, según consta en los registros de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). Junto a otros inversores como la entidad andorrana Mora Banc y el fondo Fidelity, aspira a controlar el 29% del capital, justo el límite para no tener que presentar una Oferta Pública de Adquisición (OPA) por el 100% del accionariado. La entrada de Villar Mir en el capital de Colonial escenifica el apetito que vuelve a generar el sector inmobiliario entre los grandes inversores, como el gigante canadiense Brookfield, que pujó por la firma española aunque finalmente no logró llevarse el gato al agua. "Como un pívot de baloncesto que se adelanta y coge la posición para encestar, conseguimos entrar en Colonial", explicó Juan-Miguel Villar Mir la semana pasada en Sevilla durante una conferencia de la Fundación Cotec, que también preside.
La Inmobiliaria Colonial actual es muy diferente de la que pilotó Luis Portillo, un empresario sevillano hecho a sí mismo que llegó a codearse con los grandes nombres de las finanzas españolas a partir de la empresa de yeso que heredó de su padre. Rebautizada como Expo-An, creció exponencialmente, hasta el punto de que se quedó con un tercio de las subcontratas de la Expo'92.
A continuación, Portillo decidió dar el salto a la promoción inmobiliaria con gran éxito, primero a nivel local y luego regional. En 2003 su nombre empieza a ser conocido fuera de Andalucía al entrar en Metrovacesa, presidida por el jerezano Joaquín Rivero. Dos años después, controlaba Inmocaral. En 2006 lanzó una OPA sobre Colonial, una compañía tres veces mayor que la suya, por 3.513 millones de euros. Acometió la operación mediante una ampliación de capital de 2.687 millones y un crédito puente de 2.200 millones concedido por Goldman Sachs, RBS y Eurohypo garantizado por las propias acciones de Colonial. Además compró la inmobiliaria Riofisa por 2.000 millones de euros y el 15% de FCC por otros 1.534 millones de euros. Fueron operaciones basadas en el crédito barato que entonces lubricaba la economía española y que llegaron a un abrupto final con el estallido de la burbuja inmobiliaria.
Pese a que contaba con algo más del 40% del capital, los accionistas de Colonial forzaron la renuncia de Portillo como presidente de Colonial en los últimos días de 2007. Los bancos iniciaron la ejecución de las garantías sobre las acciones del empresario andaluz y su imperio se derrumbó. Sus acreedores -Commerzbank, Goldman Sachs, Crédit Agricole, Royal Bank of Scotland, La Caixa y Banco Popular- tomaron el control de la compañía para intentar mitigar el agujero en sus balances. Además, realizaron un fuerte ajuste del balance -la valoración de Riofisa se situó en apenas un 10% del coste de adquisición-, y acometieron un plan de desinversiones, que incluyó el 15% de FCC. En paralelo, llevaron a los tribunales a Portillo y su consejero delegado, Mariano Miguel, aunque la Audiencia Provincial de Madrid desestimó las demandas. En los últimos años, Colonial se ha centrado en su negocio patrimonialista, basado en alquileres de oficinas radicadas en zonas premium de Madrid, París o Barcelona. Pero su travesía en el desierto aún no ha terminado. La reestructuración del accionariado forma parte de una operación para refinanciar su deuda de 2.100 millones y recapitalizarse con una ampliación de capital de otros 1.000 millones.
Los nuevos accionistas participarán en la ampliación de capital con una inyección de 500 millones, con lo que OHL alcanzaría el 29%. Sin embargo, su movimiento está condicionado a que Colonial logre un crédito sindicado de hasta 700 millones que está negociando actualmente con Crédit Agricole. Asimismo, debe vender el 20% de las acciones de su filial SFL, gestora de edificios de oficinas en París, y segregar Asentia, su división de promoción. Con estas operaciones, la compañía amortizará gran parte de la deuda que vence este año y podrá refinanciar el resto, lo que despeja definitivamente el futuro de la que fue una de las grandes inmobiliarias de España.
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