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Andalucía

Lucha social del Cerro del Moro a las Tres Mil

  • Trabajó nueve años en el barrio gaditano y lleva diez en el sevillano, en ambos casos zonas muy conflictivas

"Me tira mucho Cádiz. Necesito su mar, su carácter". Jesús Maeztu habla por teléfono con este diario y acepta la invitación a volver a la ciudad cuando se sitúe al frente de la oficina del Defensor del Pueblo.

Nacido en Medina Sidonia, Maeztu vivió años muy intensos como sacerdote en Cádiz, al frente de la parroquia del Cerro del Moro, uno de los barrios más degradados, marginales y conflictivos de la ciudad a finales de los 60 del pasado siglo.

Procedente de la Universidad Pontifica de Salamanca, Maeztu arribó a Cádiz junto a Alberto Revuelta. Pasó antes por Puntales hasta llegar, en 1969, al Cerro del Moro. "Era una ciudad sin ley, con una situación muy crítica. Me presenté voluntario con un carácter misionero para ir a una parroquia donde sólo se daban los servicios más esenciales. Y a partir de ahí comenzamos la lucha por los barrios más desfavorecidos".

Maeztu estuvo en el Cerro del Moro hasta 1978. Vivió de esta forma los últimos años del franquismo. Duros en la represión de las libertades más esenciales. "Hacíamos todos los papeles menos el de cura, hasta el punto que no había una misión parroquial como tal y sí emprendíamos retos sociales que entraban en contradicción con la misma", recuerda el nuevo Defensor del Pueblo, que para su trabajo contó con el apoyo del entonces obispo de Cádiz, Antonio Añoveros, uno de los más progresistas de la Conferencia Episcopal y que llegó a enfrentarse directamente con el Gobierno de Arias Navarro. "Añoveros tenía un corazón valiente, social y siempre me apoyó muchísimo", sostiene Maeztu.

El Cerro del Moro fue, en esa época, uno de los epicentros de la lucha en los astilleros gaditanos y de otras luchas políticas y sociales. "Éramos el santuario de los que luchaban. Aquí se reunían hasta los de la Democracia Cristiana". La implicación era tal que tras la muerte de Franco, el 20 de noviembre de 1975, abrió las dependencias de la parroquia donde había oculto numeroso material de propaganda de la oposición política y sindical. A partir de ahí, cuando, poco a poco, comenzaron a llegar las libertades "dije que ahora había que ir a la Casa del Pueblo".

Maeztu se marchó de Cádiz, donde había empezado a estudiar Derecho, en 1978. A pesar de ello ha mantenido una estrecha conexión con la ciudad y, en especial, con el Cerro del Moro, barrio que inició a mediados de la década de los 90 una radical transformación.

Hace diez años, Maeztu asumió la responsabilidad de regenerar la zona más degradada de Sevilla, el Polígono Sur. El proyecto nació cojo, ya que a los vecinos se les había asegurado tras años de promesas que el comisionado sería una autoridad única, una especie de alcalde del barrio inspirado en los modelos de las favelas de Río de Janeiro. Pero Maeztu llegó sin competencias. Trabajó los primeros años en la materia urbanística, eliminando patios ilegales y transformando algunas zonas comunes y los bloques. Su plan integral, lastrado por la crisis, ha tardado demasiado en llevarse a la práctica y los resultados no han sido los esperados por los vecinos.

Retorna Maeztu a la oficina del Defensor del Pueblo, cargo que ocupó de forma interina entre 1995 y 1996. Llega en tiempos de crisis económica, política y social, como hace 18 años. "En aquella época la posición del Defensor era muy delicada, ya que sólo pudo conseguir un presupuesto en marzo de 1996. Yo estaba solo en una época muy difícil. Ahora, la situación social es aún más grave, pero siempre he tenido clara la importancia de este tipo de instituciones", destacando el buen trabajo realizado por José Chamizo, con el que ayer tarde tenían pendiente una conversación telefónica.

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