Verano eterno en Algarrobo
Los alemanes se olvidan del invierno en este municipio de la Costa del Sol
El invierno trae consigo el frío, algo que condiciona los modos de vida. Sin embargo, en algunas zonas como en la Costa del Sol oriental se vive un verano eterno, que atrae principalmente a ciudadanos alemanes y de otros países europeos que eligen esta zona como residencia permanente.En uno de los municipios de la comarca de la Axarquía, Algarrobo, donde uno de cada diez vecinos es de nacionalidad alemana, es habitual ver en invierno a personas nadando en el mar, tomando el sol o vestir ropa veraniega.
Estas rutinas marcadas por el tiempo incluso han llevado a algunos germanos a emprender, como Edwin Laufer, propietario del restaurante La Barca, y que ha encontrado ahí su medio de vida. Laufer, de 65 años, narra la historia de su familia en esta zona, que se remonta a 1971, cuando su padre "vio en un periódico alemán el anuncio de un conocido constructor, Hoffman, que estaba edificando viviendas en Algarrobo Costa" y que, enamorado del clima y de la zona, adquirió una.
"Mi padre lo dejó todo en Alemania y se vino aquí a vivir. En 1981 compramos este local y desde entonces hemos estado sirviendo comida típica alemana". Laufer ha convertido su restaurante en un punto de encuentro para teutones y españoles a pie de playa.
Una vecina llegada más recientemente es Karin Luff, de 63 años, que lleva 14 viviendo enamorada del clima de la Costa del Sol y que ha decidido fijar su residencia aquí al sentirse acogida por los españoles "como una más de la familia".
Luff también se quedó en el municipio por otro motivo: ha recuperado "la inspiración para pintar", ya que Andalucía se la ha devuelto. Ha llegado a realizar exposiciones de sus obras. De todos los países que ha visitado durante su vida, eligió España para vivir porque "aquí la gente es muy simpática, sonríe por las mañanas, se siente feliz".
También recaló en Algarrobo el belga Yves Adamczyk, de 40 años, para vivir junto a su pareja, con quien desde 2009 disfruta del estilo de vida y del clima que les ofrece este lugar. Adamczyk asegura que lo que más le gusta de vivir en este lugar es que, a estas alturas del año, "todavía se puede nadar en el mar", ya que en invierno el agua no está demasiado fría y la temperatura ambiente oscila "entre los 18 y los 20 grados", una gran diferencia con su país de origen.
Sin embargo, las actividades de los vecinos alemanes en la costa no se limitan a nadar y tomar el sol, sino que, como comenta Remy Frank, de 60 años, "el invierno es estupendo también para hacer rutas", por lo que algunos residentes han formado un club motero con el que recorren la zona.
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