La Finca La Torre se enclava en un valle cercano a Bobadilla y explota 230 hectáreas de olivar.
En el verdeo, los aceituneros peinan las ramas con maña para no deteriorar los olivos. Sólo se hace un barrido del suelo y unos dos kilos de aceituna por árbol quedan en el campo para compost.
La recolección se realiza en pleno envero, cuando la aceituna va tornando su color de verde a amoratado, pues es cuado tiene más propiedades organolépticas y más polifenoles.
Menos de dos horas después del verdeo, la aceituna ya limpia de hojas y ramas está lista para la molturación.
La molturación se realiza una sola vez y siempre por debajo de los 27 grados. En almazaras no ecológicas es habitual repasar la pasta dos o tres veces y en caliente, lo que afecta a su calidad. Luego se procede al batido y la centrifugación.
El aceite sin filtrar ya desprende un intenso color verde esmeralda, aunque turbio, y explotan las fragancias a tomate, hierba cortada, alcachofa, almendra.
El filtrado del aceite se realiza en este caso con papel de celulosa, sin decantación, para extraer el mejor AOVE posible.
El aceite de la nueva cosecha 2018-19, listo para envasar (derecha) luce un verde más intenso que el del año anterior, también un gran aceite. Por muy óptimas que sea la conservación, el tiempo le afecta. Cuatro factores afectan al aceite: la luz, el oxígeno, la temperatura y el agua (ésta lo enrancia).
Las cuatro variedades que comercializa Finca La Torre, hojiblanca, arbequina, picudo y cornicabra, ya envasadas en un pack especial.
Víctor Pérez, jiennense de 38 años e ingeniero agrónomo, es el alma máter de este AOVE ecológico premiado en España y las ferias internacionales más reconocidas.
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