De cuando la dinastía nazarí usó la pólvora por primera vez en Granada
De la Alhambra al Fargue, un recorrido de 700 años desde el inicio de los explosivos
La fábrica de municiones granadina está considerada la más antigua de Europa en activo
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El origen de la pólvora en España, de cuyo uso se conmemoran 700 años, está estrechamente vinculado a Granada, donde en 1324 la empleó por primera vez para conquistar el castillo de Huéscar la dinastía nazarí, que más tarde trasladó a los pies de la Alhambra su particular factoría, origen de la fábrica de municiones aún en activo de El Fargue que está considerada la más antigua de Europa.
La efemérides, que será conmemorada este año por una comisión formada por la Asociación de Amigos de la Fábrica de Pólvoras de Granada, la dirección de la factoría y la Subdelegación de Defensa, tiene hitos singulares que encuentran su origen en aquel 14 de julio de 1324.
Según ha relatado a Efe Joaquín Alastrué, presidente de la citada asociación de amigos, las primeras noticias fehacientes provienen del historiador coetáneo Ibn al-Jatib, que describió lo sucedido en el cerco de Huéscar, entonces defendido por los Caballeros de Santiago.
El emir Ismail I de Granada cercó la plaza apoyado por los benimerines, que traían "un aparato imponente que funcionaba con ayuda de la nafta", relató Ibn al-Jatib en la que es considerada la "primera noticia escrita sobre el uso de la pirobalística en la península y quizá en Europa".
Después de la rendición de la plaza, cuatro días después, Ismail I decidió crear una ciudad cerca del lugar en que se estaba la fortaleza, de ahí que el municipio granadino de Huéscar conmemore también el 18 de julio los 700 años de su fundación.
La Alhambra, un polvorín
"Si bien al inicio la pólvora negra se hacía a mano en morteros en el propio Real -el campamento-, pronto se adaptaron los batanes -molinos para tejidos- y luego se idearon molinos específicos para la pólvora. Y por tratarse de un bien estratégico los nazaríes instalaron su molino o fábrica a los pies de la Alhambra, cerca del llamado Puente del Cadí", señala Alastrué, autor del libro Inventando la pólvora, fabricando la pólvora. El Fargue y la Fábrica de Granada (2016).
Y allí la encontraron los Reyes Católicos cuando entraron en Granada en 1492. La defensa de Granada la organizó el conde de Tendilla en torno a la fortaleza de la Alhambra y tanto las tropas como la producción, almacenamiento y distribución de la pólvora dependieron del gobernador de la ciudad palatina hasta 1857, cuando aún se pensaba en utilizar el Palacio de Carlos V como polvorín.
La fábrica a los pies de la Alhambra produjo la "buena pólvora de Granada", como la definía el Consejo de Indias, tanto para la Carrera de Indias como para la defensa del Reino de Granada. Pero una explosión intencionada en el año 1590 destruyó la fábrica, arrasó el Albaicín y produjo daños por mas de 6.000 maravedíes en la propia Alhambra, según Alastrué.
Por ello, en 1624 la fábrica se trasladó al barrio granadino de El Fargue, donde sigue fabricándose pólvora, además de misiles, cargas para desactivación de explosivos y proyectiles para carro de combate, entre otros materiales. De ahí que, como heredera de aquellos polvoristas que elaboraban a mano la pólvora en el Real, se considere también que la fábrica de El Fargue cumplirá 700 años el próximo 14 de julio.
Del Rey Alfonso XIII a Eva Perón
Según Alastrué, la época de finales del siglo XIX y comienzos del XX fue quizá la de mayor proyección social de la fábrica, "porque el paso de la pólvora negra a la pólvora sin humo o de nitrocelulosa exigía un esfuerzo técnico y personal muy importante. Eran tecnologías totalmente distintas".
El Rey Alfonso XIII, que la visitó hasta en cuatro ocasiones, creó una Banda de Obreros Polvoristas que compuso un pasodoble titulado Pólvora sin humo. También se crearon por entonces escuelas de párvulos tanto para niños como para niñas y otra de aprendices para cualificar al personal necesario (polvoristas, mecánicos o delineantes).
En aquella época la fábrica fue visitada por numerosas delegaciones, entre otras una del entonces exótico Japón, y participó en varias exposiciones internacionales, como la de ingeniería de Madrid de 1919, la Iberoamericana de Sevilla o la internacional de Barcelona, ambas de 1924.
Pero quizá la visita más singular y conocida fue la que realizó en 1947 Eva Perón enmarcada en una gira por España que la llevó hasta Granada y, una vez allí, a la alejada barriada de El Fargue para reunirse con los obreros, que la obsequiaron, según cuentan las crónicas de la época, con una mantilla blanca en una caja de taracea y un plato con los escudos de España y Argentina.
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