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Andalucía

El paro se cuadruplica entre los más veteranos

  • Los 32.400 parados andaluces de 55 años o más registrados a finales de 2007 se han convertido en 119.600 hoy · Personas sin experiencia buscan un primer empleo tardío obligadas por la crisis

El desempleo en España tiene dos caras, y las dos son feas, pero sólo una de ellas trasciende y domina. Es la crónica de la juventud que se marcha; o del profesional no demasiado curtido al que espera una buena oferta en el extranjero. Alemania caza sin pudor a todo tipo de ingenieros; Gran Bretaña organiza entrevistas con estudiantes de perfil elevado dispuestos a abrir sus libros en las islas. Con una tasa de paro juvenil (menores de 25 años) del 52,34%, los titulares y el expolio académico y profesional están justificados. La otra cara, la olvidada, está justo en el extremo opuesto de la cuerda laboral. Porque entre los 55 y los 64 años, en ese tramo final que ya huele a jubilación, perder el cargo puede equivaler a una cruda condena con escasas posibilidades de reciclaje. En otras ocasiones, es la propia necesidad la que empuja a personas tradicionalmente inactivas (una ama de casa, por ejemplo) a salir al mercado en busca de recursos.

Lupa de diecisiete aumentos, Andalucía. En el tercer trimestre de 2007, cuando la tormenta subprime ya se había desatado en EEUU y la onda expansiva enrarecía el aire europeo, la comunidad autónoma apenas sumaba 32.400 desempleados de 55 años o más y la tasa de paro alcanzaba un contenido 9,86%. Cinco años después, la Encuesta de Población Activa (EPA) del tercer trimestre de 2012 refleja una brusca transformación: 119.600 parados -casi cuatro veces más, marca récord de la serie histórica- y una tasa del 28,33%.

La Asociación de Grandes Empresas de Trabajo Temporal (Agett) explica en su último informe regional los factores que han recrudecido la situación del colectivo 55-64. A. Se trata de una generación que se anima a la búsqueda activa de empleo más intensamente que el resto de grupos de edad. B. Dos de cada tres nuevos activos mayores de 55 años que salen al mercado laboral se incorporan directamente al desempleo. C. A mayor formación, menor tasa de paro, una pauta que se repite a todos los niveles de edad. D. La necesidad de conseguir ingresos extra en el seno familiar ha llevado a más de 555.800 españoles de 55 o más años a salir al mercado en busca de una oportunidad. Uno de cada cuatro lo ha hecho en el último año (130.000). La tasa de actividad ha pasado del 19,91% del tercer trimestre de 2007 al 22,54% actual [la tasa de actividad es el cociente entre la población activa y la población en edad legal de trabajar]. E. De nuevo a escala nacional, éste es un colectivo abonado a las dificultades: el 65% (327.300 personas) lleva más de un año buscando sin éxito un empleo. Los hombres suponen el 57,3% del total (289.200).

"La reforma laboral ha servido para que las empresas no cierren, no para crear empleo. Ha permitido ganar flexibilidad interna y que redimensionar sea menos costoso. Entre 2007 y 2011 hubo 210.000 cierres. Ahora hay más empresas que hace un año", explica el portavoz de Agett, Lorenzo Rivarés. "¿Por qué se ha disparado el paro entre los 55 y los 64 años? Las familias están tan sumamente agobiadas que la señora que antes se quedaba en casa ahora, con el marido en paro, se ha apuntado a las listas del INEM", continúa Rivarés. Ése es el perfil mayoritario del nuevo parado mayor: gente con poca o nula formación. "Se han eliminado además muchas bonificaciones con la reforma laboral: hoy sólo se aplican a empresas de menos de 50 trabajadores, aunque a la vez haya ventajas que se deberían aprovechar: a partir de los 59 años, se producen reducciones en las cotizaciones sociales siempre que el trabajador lleve al menos 4 años en la empresa".

El clásico concepto de la vida laboral ha caducado. Antes, un señor podía perfectamente debutar y jubilarse en la misma compañía. La nueva realidad es volátil y está plagada de minas. "Yo invitaría a los poderes públicos a diseñar planes específicos de ataque para este colectivo. Hasta ahora, todo ha sido muy genérico, sin distinciones por edades. Estos profesionales necesitan una formación de ciclo corto ligada al puesto ya desempeñado. No hay que buscar que se reinventen porque ya acumulan una experiencia espectacular. Lo que necesitan es aprender a buscar empleo", reflexiona el portavoz de Agett. "Mucho más difícil es encontrar soluciones para quienes nunca han estado en el mercado de trabajo. Ahí la empleabilidad sí es realmente baja", concluye.

En realidad, el Instituto Nacional de Estadística (INE) debería replantearse pronto una actualización de las franjas temporales del desempleo. Es uno de los apuntes de Jesús Cruz Villalón, catedrático de Derecho Laboral en la Universidad de Sevilla. "No conviene cerrar la edad en 64 años; en la medida en que se pretenda elevar la media real de jubilación, habrá que subir ese listón a 65 ó 67 años". "Sería importante -considera- reducir la posibilidad de canalizar jubilaciones parciales o anticipadas en el marco de los Expedientes de Regulación de Empleo (ERE); aunque esto ya se intenta paliar con medidas de anclaje en las empresas. La reforma laboral prohíbe en los convenios colectivos las cláusulas que fijen edades obligatorias de jubilación".

Una ley puede ser más o menos acertada, pero es dudoso que reconduzca la idiosincracia del empresario universal. "Mi impresión es que cuando una compañía se ve obligada a recortar empleo, los primeros que salen, con o sin reforma laboral, son los trabajadores de edad más avanzada", afirma Cruz Villalón. "Los ERE siguen prescindiendo de los veteranos, y cuando los despidos se producen en forma de goteo, también son perfiles prioritarios". Los retoques introducidos por el Gobierno en febrero de este año influyen poco. Cierto, hay menos bonificaciones, pero el meollo está en que "la mayoría de las reducciones de costes viene por vía retributiva".

¿Soluciones? Cruz Villalón se muestra tan pesimista como Villarés en relación a quienes se incorporan por primera vez al mercado sin experiencia previa ni formación alguna, "sobre todo mujeres con un contexto familiar acuciante". "Esas personas no tenían anotada en su programa vital la posibilidad de trabajar". Sí hay alternativas, sin embargo, para los demás. "Requieren procesos de reciclaje profesional específicos porque están mucho más alejados de la formación profesional y van a sentirse incómodos acudiendo a un aula a aprender. Es un perfil que por fuerza contrastará con el de los chavales de veintipico que proceden del ladrillo", observa.

Otra opción, común en países del entorno con otras tradiciones laboralistas, es continuar en la empresa pero en puestos de trabajo inferiores. La desventaja es que entonces la cuantía de la pensión se verá perjudicada [se calculaba según el sueldo de los 15 últimos años, pero esa base crecerá progresivamente hasta alcanzar los 25 en 2022]. Y también cabrían -apunta el catedrático- fórmulas que compatibilicen el empleo y una jubilación parcial.

Zoom, Planeta Tierra. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) es siempre una voz autorizada. El pasado octubre, en un análisis publicado en su página web, la institución recogía varias reflexiones sobre el tema de José Manuel Salazar-Xirinachs, director ejecutivo de la ILO, la agencia de la ONU especializada en la cosa laboral. "En la práctica, los trabajadores más jóvenes no pueden sustituir fácilmente a los más mayores. La evidencia sugiere que las políticas que promueven la jubilación anticipada no han generado puestos de trabajo para los grupos de menor edad", subraya Salazar. "Una de las principales razones es que no hay un número fijo de empleos. Cambian en función del estado del mercado de trabajo. Así que cuando un trabajador veterano deja su puesto antes de tiempo, no es automáticamente reemplazado por otro más joven. Otro factor a tener en cuenta es que ese joven no necesariamente será capaz de desempeñar las mismas funciones que el tipo al que sustituye, poseedor de muchas habilidades acumuladas a lo largo de su carrera".

La OIT advierte: está bien hablar del paro juvenil y sus medicinas, pero también hay que prestar atención a los mayores. Para justificar sus preocupaciones arroja un dato contundente: en el lapso que va de 1950 a 2100, la población mundial de 60 ó más años pasará de 204 a 2.800 millones. "Necesitamos un plan de acción para esta gente", exhorta Salazar-Xirinachs. Apuntes ya apuntados desde España: formación específica tanto para los que trabajan como para los que están en paro; incentivos a las empresas; y campañas de concienciación que eliminen los prejuicios sobre el envejecimiento.

Cada país ofrece soluciones diferentes. En Italia se introdujo un programa de mejora de habilidades inicialmente diseñado para el bienio 2009-2010 pero que ha sido prorrogado hasta este curso. En Francia, las empresas con más de 50 trabajadores están obligadas a crear un plan de acción para los más mayores -en caso contrario se aplican sanciones-. Alemania ha estrenado un programa denominado Perspectiva 50+ que incluye incentivos para los sectores público y privado con el fin de que fichen a parados de larga duración. En Estados Unidos hay dos iniciativas -los One-Stop Career Center y el Senior Community Service Employment Program- que asesoran a estos colectivos en la búsqueda de empleo. La Federación Austríaca de la Industria creó una página web con información sobre los mejores consejos para ayudar a los veteranos a conservar sus puestos de trabajo. También Canadá introdujo en 2006 en su plan de acción económica una cláusula para asegurar que los trabajadores mayores pertenecientes a comunidades más vulnerables tengan acceso a programas de formación y colocación. Incluso Eslovenia auspició en 2010 una batería de medidas que engloban muchas de las anteriormente descritas.

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