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Andalucía

Los sindicatos creen innecesaria la modernización de sus estructuras

  • Distintos expertos coinciden en que el marco legal debe ser intocable, pero admiten defectos en la financiación pública y abogan por estrechar los controles CCOO y UGT ven una mano negra tras los últimos escándalos

España es como un queso gruyère. Entre los miles de agujeros por los que se disipa el Estado del bienestar se cuelan también pedazos de sindicato. UGT-A lleva meses en el ojo del huracán. Un solo periódico ha provocado, con su concatenación de exclusivas-escándalo, la dimisión de Francisco Fernández Sevilla, el ex líder de siete meses, y la expansión de una antipatía que los afectados comparten con partidos políticos, banqueros y empresarios. Surgen dos dudas en torno al debate: la primera es determinar si el mundo sindical requiere una reforma modernizadora. La segunda, aclarar si el circuito de recepción de fondos públicos es suficientemente transparente.

"Mi percepción es que la vida interna de los sindicatos es mas democrática, fluida y compleja que la de los partidos. De hecho, su vida organizativa democrática es objeto de control judicial. Por otra parte, me parece importante reconocer que están haciendo un esfuerzo de adaptación a los profundos cambios en las relaciones laborales, abriéndose a funciones de participación en la gestión de la flexibilidad laboral y de desarrollo de actividades importantes en el mercado de trabajo, como la formación", opina Federico Navarro, catedrático de Derecho Laboral en la Universidad de Córdoba.

"Yo no tocaría nada, ni en la Constitución (1978) ni en la Ley Orgánica de Libertad Sindical (1985). Son normas muy avanzadas, y debilitar el papel de los sindicatos como poderes de control sería debilitar la democracia", reflexiona Manuel Chaves, ex presidente de la Junta. "Ya nos hemos modernizado", interviene José Carlos Mestre, secretario institucional de UGT-A. "Vamos evolucionando pero a la vez nos mantenemos en las mismas posiciones: la defensa de los trabajadores, aunque a veces sólo tenga repercusión cuando hay confrontación".

"Hay cosas que no pueden cambiar. La legitimación en función del número de afiliados en las empresas, por ejemplo, con una proporcionalidad pura. O el protagonismo en el diálogo social. Dicho esto, vamos a reestructurar CCOO y a estudiar cómo incidir más en el ámbito empresarial", adelanta el secretario general de la federación andaluza de Comisiones, Francisco Carbonero.

Habla Jesús Cruz Villalón, catedrático laboralista de la Universidad de Sevilla: "Los sindicatos en las últimas décadas han crecido con una fuerte estructura interna, al tiempo que han desplegado funciones imprescindibles en muy diversos ámbitos en el desarrollo del sistema de relaciones laborales, tanto a nivel empresarial y sectorial como de la gestión de las políticas públicas. Ello les ha convertido en instituciones centrales de nuestro sistema político y en imprescindibles para el desarrollo del sistema democrático de relaciones laborales que nos hemos dado con la Constitución. Son una pieza clave de nuestro entramado social y, por mucho que requieran de un proceso importante de renovación y adaptación a los nuevos tiempos, sería imposible el funcionamiento de nuestro modelo económico y laboral sin un fuerte protagonismo e influencia de los actuales sindicatos más representativos".

"La renovación de las organizaciones no exige cambios legislativos, por cuanto que el modelo legal es suficientemente completo y razonable dentro de lo que constituye el sistema español. Se trata más de cambios culturales internos en las estructuras sindicales y de jerarquización en las funciones que deben desplegar", ahonda Cruz Villalón.

Los sindicatos son asociaciones a las que la Comisión Europea otorga un papel relevante en la vida democrática. En teoría, son un cauce de defensa y expresión de los trabajadores. También se valora su representatividad sobre el conjunto de los trabajadores de manera objetiva, a través de las llamadas elecciones sindicales en las empresas. "La función social que reconocemos en los sindicatos (no sólo en España) aconseja no tratarles como el resto de asociaciones. Por eso entiendo que es una simplificación pretender que los sindicatos se financien exclusivamente de las cuotas de los afiliados", sostiene Navarro, quien señala dos problemas esenciales. 1. Su fuerte dependencia de los presupuestos públicos. "El problema aquí es que no exista un control desde la Administración sobre su uso. La relevancia constitucional de los sindicatos requiere un control de su vida interna democrática, pero también la transparencia de sus finanzas. Y esto no forma parte de su cultura. Esta falta de transparencia es la que ha facilitado el uso desviado de estas subvenciones institucionales".

[Un matiz: Las subvenciones a los sindicatos por su papel institucional no se deben confundir con los fondos que reciben para gestionar políticas laborales concretas. Por ejemplo, para la formación de trabajadores. En este caso, los sindicatos deben concurrir en convocatorias publicas abiertas con otras entidades. "Lo que sorprende -según Navarro- es observar la inexistencia o falta de rigor en las auditorías internas y sobre todo públicas sobre el uso de estos fondos. Esto es grave. Pero hablamos de situaciones concretas, no deberíamos generalizar".]

Y 2. Su institucionalización/burocratización. "Podemos verlo en el papel sindical en la concertación social y su participación en la gestión de organismos públicos en Andalucía, donde lo relevante para es obtener legitimación política, acceder a subvenciones y actuar prácticamente como gestores públicos. Esto es un error, porque contribuye a burocratizar su papel y alejarles de su condición de asociación privada, de sus afilados y de sus representados en las empresas", afirma Navarro.

El sistema de financiación de las organizaciones sindicales les permitió crecer con rapidez y ser eficaces en el desarrollo de las funciones que les correspondían, "pero con el paso del tiempo les ha jugado una mala pasada, provocando un efecto boomerang", subraya Cruz Villalón. "Todas las organizaciones políticas y sindicales de nuestro país han podido funcionar gracias a una intensa financiación con fondos públicos. No se trata sólo de los partidos políticos y sindicatos, sino de la práctica totalidad las organizaciones sociales y asociaciones cívicas, culturales y religiosas. Los sindicatos no han sido ni una excepción a la regla general ni han recibido fondos con desproporción respecto a los demás".

La Carta Magna asigna un rol preponderante a partidos (art. 6), sindicatos y patronales (art. 7), "motivo que justifica sobradamente la pervivencia de un sistema de financiación pública de tales organizaciones", continúa el catedrático. "El problema deriva del desequilibrio, de la ausencia de otras fuentes de ingresos que representen un porcentaje elevado de su financiación, esencialmente el relacionado con las cuotas sindicales. No sería viable ni razonable pensar que las organizaciones sindicales en la actualidad ni en el futuro más inmediato se podrían financiar exclusivamente con cargo a las cuotas sindicales y deba desaparecer la financiación pública a los mismos que se hace imprescindible para poder afrontar las funciones y competencias que se le atribuyen constitucional y legalmente. No obstante, sí que parece razonable repensar el modelo actualmente existente, de modo que se tienda hacia un menor peso en el conjunto de la financiación pública y un mayor peso de las aportaciones de afiliados y trabajadores no afiliados pero que igualmente son defendidos por los sindicatos".

Carbonero recuerda que entró en la Secretaría de Organización de CCOO-A en 1992. Entonces había 60.000 afiliados. Hoy son más de 170.000, aunque hayan caído en sectores como la construcción. "La estructura fija del sindicato se mantiene con las cuotas, que son de 10,40 euros al mes. Tenemos otros ingresos propios, los derivados de nuestras asesorías jurídicas, los arbitrajes y la representación institucional (en organismos como el Consejo Económico y Social, por ejemplo). Participar en Andalucía Orienta, sin embargo, nos da más problemas que beneficios porque parecemos una subcontrata de la Junta", se queja.

"Para la base del sindicato nos sustentamos con la cuota", repite Mestre. UGT-A, informa, "supera en cualquier caso los 170.000 afiliados" de CCOO-A, "aunque a lo largo del año hay oscilaciones". La cuota base (por persona en activo a tiempo completo) es de 11,40 euros/mes. La Fundación Sociolaboral de Andalucía no genera ingresos como parte del sindicato sino como entidad independiente. "Es lógico que recibamos fondos cuando no se trata del trabajo que hacemos para nuestros afiliados sino de funciones en beneficio de toda la sociedad", concluye.

Queda por saber si alguien ve una mano negra en toda esta trama de desgastes. "Claramente hay una estrategia bien planificada desde la derecha mediática y política para el desarme sindical. Cuanta menos oposición al liberalismo económico, mejor", anuncia Chaves. "Antes, cualquier cosa que hacías tenía una repercusión, implicaba un logro. Hoy hablamos de resistencia. Luchamos contra intereses muy fuertes", dice Carbonero. "Se nos está machacando cuando hemos desempeñado una labor constatada. Siempre hemos estorbado porque movilizamos a la gente. En la época de Pablo Iglesias ya se criticaba a los liberados", cierra Mestre.

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