Anuario Joly

Líneas de sombras

  • Además del deterioro económico, la recesión también se ha traducido en un tono depresivo de los ciudadanos atenazados por los problemas del presente. Andalucía padece una crisis propia y singular; la salida la determinarán las acciones de los andaluces, para lo que se habrán de revisar las viejas políticas

Francisco J. Ferraro

Director del Anuario Joly Andalucía

La crisis económica ha recorrido el año 2009 marcando la agenda informativa de cada día. La profundidad de la recesión y sus efectos generalizados en el mundo es sin duda el hecho más destacado del año, condicionando la vida de buena parte del planeta, pues además del deterioro económico (cuantificable en descenso de la producción, cierre de empresas y aumentos del paro), la crisis ha trascendido en forma de aumento del hambre en el mundo, reducción del consumo, merma en los servicios públicos, e incluso en las formas de vida y relación de muchos ciudadanos. Pero como la economía es además de datos y hechos objetivos un “estado de ánimo”, la recesión económica también se ha traducido en un tono depresivo de muchos ciudadanos atenazados por los problemas del presente y la incertidumbre del futuro.

El balance económico no ha sido homogéneo en todo el planeta. Las actuaciones de los bancos centrales reduciendo los tipos de interés y proveyendo liquidez, y de los gobiernos con políticas fiscales expansivas fueron propiciando una lenta recuperación en algunos países occidentales desde el segundo trimestre y, con mayor fuerza, en países emergentes con China a la cabeza. Sin embargo, la persistencia de desajustes en el sistema financiero, el paro creciente y los elevados déficit públicos siguen manteniendo la incertidumbre en la solidez de la recuperación a comienzos de 2010.

En España la situación es más complicada, pues si bien su contracción anual (-3,6% del PIB) es ligeramente inferior a la media europea, seguía siendo a final de año el único de los países del G-20 atrapado en la recesión, con un diferencial extraordinario de desempleo, con un fuerte crecimiento de la deuda pública y con una deuda externa desmesurada para su baja competitividad. Todos los problemas acumulados durante un irresponsable periodo de expansión coinciden en el tiempo para propiciar una “tormenta perfecta” percibida por los mercados financieros internacionales con riesgo de encarecimiento de la deuda.

Y si problemática es la encrucijada para la economía española, tanto o más lo es para la andaluza. Muchos de sus problemas se muestran intensificados, tales como el mayor paro, la menor competitividad, el mayor peso del sector inmobiliario, la difícil sostenibilidad del gasto público, el mayor desequilibrio entre su renta y demanda y, en consecuencia, su déficit y deuda externa.

La gripe A ha sido otro hecho de carácter global. Detectada en México en abril, las autoridades sanitarias, con la OMS a la cabeza, alertaron sobre la primera pandemia del siglo XXI. Los previsibles riesgos propiciaron campañas de vacunación masivas, con elevadas inversiones en antivirales por la mayor parte de los países desarrollados; sin embargo, la incidencia hasta ahora ha sido muy reducida (en España no se ha llegado a 300 muertes frente a las media de 8.000 muertes anuales por la gripe común), a pesar de que el número de vacunados fue mucho más reducido de lo previsto, por lo que se ha desatado una polémica sobre la posible magnificación de los riesgos.

El 20 de enero tomó posesión el primer presidente afroamericano en EE UU. Barack Obama levantó una ola de expectación mundial por su excelente imagen y sus nuevos planteamientos, tanto en política internacional como interior, lo que le valió un temprano Premio Nobel de la Paz. La ronda de viajes en los primeros meses proyectó un nuevo discurso multilateral, con positivas expectativas, y sus iniciativas político económicas parecían augurar el comienzo de una nueva era, pero la persistencia de los efectos de la crisis y la resistencia interna a la reforma del sistema de salud le han hecho perder apoyo interior. A esto hay que sumar las dificultades en el frente internacional por la complicada situación de Afganistán y la posición poco colaboradora de China, que empieza a ejercer un papel singular en el mundo como nueva potencia.

Mientras tanto, Europa sigue estancada. Con mayores dificultades para salir de la crisis y con un entramado institucional poco ágil para avanzar en la unidad política a pesar de los esfuerzos para sacar adelante el Tratado de Lisboa. Además, los problemas financieros de Grecia han revelado las dificultades asociadas a una moneda común sin política económica compartida.

En el Anuario se dedica atención a otras noticias del mundo. Nos ocupamos de las tensiones en América Latina, la represión en Cuba, la invasión de Gaza, el Magreb y el caso de Aminatu Haidar que ha actualizado el conflicto del Sahara Occidental. También se ocupa de los países emergentes, y particularmente de China y Brasil, que han mostrado un extraordinario desenvolvimiento en la crisis. Pero Irán, que sigue desafiando a la comunidad internacional con sus proyectos nucleares, y el deterioro de la situación en Afganistán han sido los focos de atención internacional más permanentes.

El balance para España ha sido negativo. El motivo principal hay que encontrarlo en la crisis, con sus secuelas de paro, cierre de empresas y pérdida de calidad de vida. El Gobierno ha hecho un mal manejo de la crisis. Partiendo de un diagnóstico incorrecto y a remolque de los hechos, la política económica ha sido errática y dubitativa, sucediéndose medidas razonables con otras dictadas por la oportunidad del momento o en atención ideológica a sus bases electorales, sin abordar las reformas estructurales que analistas e instituciones económicas vienen reclamando de forma prácticamente unánime.

El principal motivo de desgaste del Gobierno ha sido la crisis, pero a éste se le han sumado algunos hechos imprevistos y una oposición implacable, que ha ido cercenando la confianza, con una caída de la popularidad de Rodríguez Zapatero y de la intención de voto en el PSOE. La desconfianza en los líderes políticos se extiende a Mariano Rajoy, que aún alcanza peor valoración que el presidente del Gobierno. Y todo ello en un clima de demagogia, excesos verbales, corrupciones y corruptelas, que provoca una creciente desafección de la ciudadanía con sus representantes políticos, como lo pone de manifiesto los últimos barómetros del CIS que sitúa a la clase política como el tercer problema en importancia nacional, después del paro y los problemas económicos, y por delante de las tradicionales preocupaciones por la inmigración, el terrorismo y la inseguridad ciudadana.

Por otra parte, la ineficiencia del sistema judicial, la politización del Poder Judicial y la exasperante morosidad del Tribunal Constitucional en la resolución de los recursos de inconstitucionalidad del estatuto de autonomía de Cataluña ponen de manifiesto la necesidad de reformas institucionales en España. Por el contrario, el cambio en el País Vasco tras las elecciones autonómicas, que han permitido gobernar al socialista Patxi López con el insólito apoyo del Partido Popular, es un hecho valorado positivamente por la mayor parte de los españoles. El “cambio tranquilo” está siendo una experiencia de normalización social, a la que también está contribuyendo el éxito de la política antiterrorista contra ETA.

En Andalucía el hecho político más relevante fue el inesperado relevo de Manuel Chaves al frente de la Junta de Andalucía por José Antonio Griñán. El discurso de investidura del nuevo presidente levantó favorables expectativas por sus referencias al cambio, a la modernidad, a la meritocracia en la selección de los cargos públicos o el énfasis en la educación como piedra angular sobre la que Andalucía debe progresar. Sin embargo, su balance después de casi un año de gobierno se caracteriza por la continuidad de las políticas y discursos. Es cierto que  no podía esperarse que el cambio de presidente  resolviese en unos meses los problemas asociados a la crisis, ni que se hubiesen abordado todas las reformas estructurales pendientes, pero sí que al menos éstas se hubiesen iniciado, que se desterrasen los discursos autocomplacientes y que no primasen los énfasis ideológicos en la resolución de los problemas.

La grave situación que padece Andalucía pudo desencadenarse en sus inicios por la crisis financiera internacional, pero en el presente se manifiesta como una crisis propia y singular, consecuencia de nuestras carencias y de la inconsistencia del patrón de crecimiento de las últimas décadas. Por ello, la salida vendrá determinada por nuestras propias acciones, para lo que habrán de revisarse las viejas políticas que se han mostrado incompetentes. Se han argumentado las restricciones del presidente, derivadas de la inercia de un aparato de partido fosilizado en la defensa de cuotas de poder; por ello, se convocó un congreso regional del PSOE, que aún no se ha celebrado cuando se escribe este artículo. Queremos confiar en que sus conclusiones no se hayan limitado a la entronización de Griñán en el poder del partido, sino que haya servido para renovar objetivos, estrategias y políticas, y propiciado un nuevo gobierno con los responsables públicos más cualificados para abordar los problemas regionales con racionalidad, competencia y resolución.

En el Anuario se analizan otros hechos en las secciones de Sociedad, Cultura y Deportes. Destacan el debate sobre el nuevo proyecto de ley de interrupción del embarazo, la mala calidad de la educación y la posibilidad de una reforma consensuada del sistema educativo que permita corregir errores y dotar al nuevo sistema de estabilidad en el tiempo. También los importantes cambios en el mundo de la comunicación, con la emergencia de nuevos soportes y contenidos en los teléfonos móviles y en internet, así como la reordenación del panorama televisivo, con la plena implantación de la TDT, la supresión de la publicidad en TVE y los movimientos de concentración entre los principales canales privados.

En el ámbito de los sucesos se recoge el caso de Marta del Castillo y otros que han conmovido a la ciudadanía, pero debe destacarse que, en contra de lo previsible, la delincuencia no ha aumentado en nuestra país, lo que sin duda es una muestra de la madurez de la sociedad española, del bien hacer de los cuerpos de seguridad del Estado y del papel estabilizador de las políticas sociales.

La sección de Cultura se abre con la polémica sobre las descargas de internet, un debate que continúa. Los artículos sobre literatura y pensamiento, artes plásticas, cine, espectáculos, música y toros nos ofrecen el panorama de una creación cultural que se mantiene viva a pesar de la recesión económica. No obstante, los indicadores (empleo y empresas culturales, visitas a museos, gasto público en cultura, lectores de libros, asistencia a cines, teatros, óperas y otros espectáculos, etc.) muestran reiteradamente valores inferiores en Andalucía que en España.

Un año más, el deporte es una fuente de entretenimiento y de felicidad para muchos andaluces y españoles, aunque también algunos sufrieron con sus equipos. Especial sobre todo para los aficionados del Barça, que disfrutaron con un equipo que lo ganó todo maravillando con un juego sinfónico. El momento extraordinario que vive el fútbol en España no es sólo por los resultados positivos de la selección y de los equipos españoles en el mundo, sino por la excelencia futbolística: hemos pasado de la furia al toque, en palabras de Luis Carlos Peris. Los triunfos de la selección también contribuyen a la identificación nacional, como en otra medida la de baloncesto que se alzó con el Eurobasket 2009, o el de nuestras destacadas atletas.

En resumen, año de claroscuros como todos, pero en el que los problemas asociados a la crisis económica y la insatisfacción por la respuesta política ha intensificado los tintes oscuros con trascendencia en el ánimo colectivo. En medio de tanta depresión e incertidumbre, la vida sigue fluyendo y, quiero creer, el progreso y la civilización. Al menos estoy seguro de que hay investigadores descubriendo nuevos límites de nuestro universo, enseñantes conduciendo con celo el aprendizaje de nuestros hijos, médicos curando o aliviando el dolor, artistas creando para ensanchar nuestros espíritus,... incluso políticos trabajando para permitirnos ser más libres y facilitar el progreso social. Parafraseando a Winston Churchill, es un momento para que los hombres dejen de querer ser importantes y quieran ser útiles.

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