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Crítica 'El Cairo 678'

En defensa propia

El Cairo 678. Drama, Egipto, 2010, 100 min. Dirección y guion: Mohamed Diab. Fotografía: Ahmed Gabr. Música: Hani Adel. Intérpretes: Boshra, Nelly Karim, Maged El Kedwany, Nahed El Sebaï, Bassem Samra.

Quien haya tenido la suerte de visitar El Cairo fuera de los circuitos turísticos, habrá podido comprobar la caótica y tumultuosa vitalidad de una urbe gigante y sin forma que respira el aire arenoso del desierto y la polución de sus cientos de miles de coches. Si además ha probado fortuna con el transporte público, habrá observado también cómo las mujeres cuentan con sus propios vagones de metro, y no precisamente como gesto de cortesía, sino segregadas de los hombres como falsa medida de protección que esconde las raíces de una sociedad extremadamente machista e intolerante.

No tienen la misma suerte (sic) las que viajan, hacinadas, en autobús, sistemáticamente acosadas por hombres reprimidos que abusan de su superioridad e impunidad social para campar a sus anchas.

Como ya hiciera no hace mucho Mujeres de El Cairo, otra cinta egipcia estrenada entre nosotros, El Cairo 678 pretende denunciar la situación de marginación de la mujer egipcia contemporánea a través de un relato triple y cruzado basado en hechos reales que cuenta la historia de tres mujeres de distinta clase social que se ven envueltas en casos de abusos sexuales ante la pasividad de los ciudadanos y de las fuerzas del orden, tres mujeres que deciden tomarse la justicia por su mano y vengar modestamente esa agresión permanente en nombre de todas las egipcias.

Diab opta por la vía didáctica, denunciatoria y melodramática tensando las cuerdas de un guión de manual que intenta ilustrar un panorama social desalentador, posicionando al espectador de un único lado, aunque entrando a fondo en las complejidades, matices y contradicciones de una situación en la que las propias mujeres han contribuido en ocasiones a perpetuar su victimismo y los hombres, incluso los más preparados, no cuentan con suficientes herramientas emocionales para atajar o afrontar la situación.

Una trama policial pone algo de respiro a los excesos dramáticos y una puesta en escena de corte naturalista libera de cierta apretura la tendencia al encorsetamiento narrativo.

Tan voluntariosa como previsible, El Cairo 678 se nos antoja, sin embargo, muy necesaria. No tanto para nosotros, espectadores exóticos atiborrados de basura mainstream, que en cualquier caso aprenderemos una pequeña lección de realidad contemporánea, sino sobre todo para los espectadores egipcios, si es que han tenido la suerte de poder ver reflejadas sus propias miserias en la pantalla y han sido tocados por su mensaje.

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