Síndrome expresivo 40

Inteligencia ¿artificial?: Flirteos metálicos

Iconos del Asistente de Google, Siri, Alexa y Cortana

Iconos del Asistente de Google, Siri, Alexa y Cortana

Cada vez tengo más claro que la inteligencia humana no conoce límites en su capacidad creativa ni en la búsqueda del progreso de nuestra especie. No hay día en que no desayunemos con una noticia esperanzadora sobre algún tratamiento definitivo contra la letalidad del cáncer o el diseño de armas supersónicas capaces de destruir la vida en kilómetros a la redonda. No sé hasta qué punto el instinto de supervivencia y la mala leche se reparten de forma equitativa por las mentes de nuestros vecinos. Cualquiera sabe. De todos modos, no quiero desviarme del tema de hoy: la inteligencia artificial.

La idea me vino a la cabeza, mientras tomaba una tapa de caracoles en El Colmao de Gascón Rubio. Abstraído del mundanal ruido en pleno éxtasis gastronómico, oí a mi espalda una voz cálida que premiaba el sentido crítico de un cliente con un escueto "Su tabaco, gracias". ¡Qué recuerdos, querido lector! La respuesta justa y necesaria de un cacharro metálico y multicolor. La dicha de la modernidad bajo la forma de un supuesto diálogo entre el ser humano y una máquina educada en las prestigiosas universidades extranjeras. "Gracias a ti, guapa", fue la genial réplica de un individuo casi arrodillado en busca de la cajetilla metadónica.

He de reconocer que quedé intrigado ante la identidad oculta tras esa voz cómplice. Seguramente sería morena, jovial, con una mentalidad abierta ante los gustos personales de los demás. Tal vez el joven cliente adicto a la nicotina buscara una relación estable que lo ayudase a olvidar para siempre el cigarrillo insomne o, por qué no, simplemente una compañía en el disfrute de cada bocanada. Si les soy sincero, esperaba una respuesta desde el interior de aquel frontal iluminado. Imaginaba unas palabras que provocaran un cataclismo en el sistema nervioso del fumador compulsivo. Soñaba con el privilegio de contar a mis lectores la historia de amor entre el hombre y la máquina. Silencio. Soledad. Abandono.

Ya de vuelta a mis inquietudes cotidianas, me planteé ciertas cuestiones sobre el presente y el futuro de la comunicación a través de la inteligencia artificial. Todos estamos rodeados (asediados en muchas ocasiones) por los chatbots altruistas, siempre atentos a encontrar la solución más ventajosa para el cliente; los asistentes personales, vendedores incansables del último producto milagroso; por los operadores virtuales, diligentes en la atención de nuestras demandas de auxilio. Y como soy un tipo muy raro, me acordé al instante del tipo del tabaco. Por supuesto, él no esperaba una respuesta de la máquina, pero albergaba la esperanza de hallar un poco de humanidad en este mundo construido por los dioses del metaverso. 

Siri, Cortana, Alexia. Voces femeninas programadas para identificar nuestras necesidades y dar una respuesta concreta y fiable. Hasta aquí, todo perfecto. Todos somos conscientes de que el reto de los programadores es el desarrollo de una tecnología capaz de expresarse y comprender las habilidades lingüísticas más complejas de los seres humanos. Por ejemplo, la interpretación del sentido del enunciado "Siri, por favor, busca camisetas rojas", más allá del significado literal de cada palabra. Como nuestra amiga Siri no piensa como nosotros (¡gracias a Dios!), ni conoce nuestra manera de entender el mundo, nos dirigirá como un pollo sin cabeza a distintas páginas con camisetas rojas sin atender a los adornos o símbolos complementarios: la hoz y el martillo, una campaña publicitaria de Cruz Roja, la próxima edición de Veinte poemas de amor y una canción desesperada, una entrada para el museo del Sevilla F.C. o un ensayo sobre la influencia del vampirismo en la cultura occidental.

¿Se puede superar?

La Real Academia Española (RAE) no es ajena al desafío que supone el correcto uso del español en el ámbito de la inteligencia artificial. Por este motivo, ha impulsado el ambicioso proyecto LEIA (Lengua Española e Inteligencia Artificial) para promover y garantizar que los más de quinientos millones de hispanohablantes puedan comprender sin dificultad todas las máquinas, herramientas y aplicaciones digitales. Según Santiago Muñoz Machado, director de la RAE y presidente de la ASALE, debemos preocuparnos por "que las máquinas que usamos, desde el teléfono hasta la batidora, hablen un español correcto, adecuado a las normas, que no lo diversifiquen ni lo fragmenten". Yo añadiría a esta inquietud normativa "y que se entienda y nos entiendan, porque estamos hartos de hablar con unas máquinas que se enteran de más bien poco".

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