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Antón P. Chéjov, el genio cansado

  • Un hombre enfermo y agotado de su oficio mandó a imprenta algunos de los textos más memorables de la literatura. Con ellos, Páginas de Espuma cierra los 'Cuentos Completos' del maestro.

La editorial Páginas de Espuma cierra con un cuarto volumen su elevado proyecto de publicar los Cuentos Completos de Antón P. Chéjov. El itinerario con el que evolucionó uno de los referentes indiscutibles del relato contemporáneo se cierra con un puñado de piezas, escritas entre 1894 y 1903, que muestran a un autor en la plenitud de recursos pero también agotado y enfermo, que ha perdido las energías pero despliega mejor que nunca esa capacidad suya para indagar en el alma de sus personajes y captar con prodigiosa sabiduría, a través de las ilusiones y desencantos de sus criaturas, la materia imprecisa de la vida. Historias como Las grosellas, Mi vida, Tres años o La novia, la última creación que publicó, ponen fin a una impresionante aventura editorial que reivindica la absoluta modernidad de un genio que, pese a morir con 44 años, renovó la manera de entender la narrativa.

Antón Pávlovich Chéjov (1860 - 1904). Antón Pávlovich Chéjov (1860 - 1904).

Antón Pávlovich Chéjov (1860 - 1904).

"Ese concepto de Cuentos Completos era lo que menos me importaba inicialmente. La obsesión no era tanto tenerlo todo como que se conociera a Chéjov", confiesa Paul Viejo, responsable de la edición de este proyecto, para quien el autor de La dama del perrito -un texto incluido en este volumen- "siempre ha estado disponible, continuamente ha habido antologías con su obra. Pero la sensación que yo albergaba era que no habíamos tenido una visión global", opina el especialista. Por una parte, "siempre se repetían los mismos cuentos, y cuando alguna propuesta aportaba nuevos lo hacía mezclando todos, sin explicar en qué punto se hallaban de su obra". Por esta razón, Viejo creyó oportuno "ordenar a Chéjov cronológicamente, dando toda la información que se pudiese recopilar, para que el lector tuviese una trayectoria completa del autor, como si leyese a un escritor de su tiempo, como si leyera a Javier Marías".

Viejo consideraba incompletas las aproximaciones anteriores al maestro ruso. "Me cabreaba que sólo se contaran anécdotas biográficas, y si acaso sólo se concretara cómo fue la creación de La dama del perrito", observa el crítico, que se preguntaba cuestiones cómo "en qué grado afectó a sus cuentos el que Chéjov empezara a hacer teatro o cómo escribía, cómo funcionaba". Con este criterio planteó "una introducción que prescindiera casi de lo biográfico, que investigara más cuándo se publicó un cuento, con qué seudónimo, cuántas veces se reeditó...", cuenta Viejo, que en un principio sopesó junto a Juan Casamayor, el editor de Páginas de Espuma, recuperar no los cuentos completos sino "esos pequeños libros que publicó Chéjov, con el mismo orden con que el escritor los mandó a imprenta, porque nos daban otra perspectiva, la idea de qué seleccionaba el autor, que no tiene por qué coincidir con las piezas que más tarde se han elegido en las antologías sobre él".

Esta panorámica de los cuentos de Chéjov, que avanza desde el enfoque humorístico del primer tomo hasta la serena melancolía de sus últimos textos, presenta al lector un buen número de obras que permanecían inéditas en castellano. Viejo, que calcula en "un 40%" ese material desconocido hasta ahora, es consciente de que ante un literato tan prolífico no es descabellado encontrar nuevos hallazgos. "Seguramente, nos podremos llevar el disgusto de que nuestros cuentos ya no sean completos, como ocurre con cualquier escritor de hace siglo y medio. Por las cartas, sabemos que hizo más cuentos que hoy no se conservan. Y Chéjov tiene además una particularidad: que escribió con más de 50 seudónimos, especialmente cuando aborda temas satíricos, lo que complica más las cosas a la hora de determinar su producción".

Chéjov, en 1897. Chéjov, en 1897.

Chéjov, en 1897.

Viejo procuró que esta ambiciosa empresa de difundir la narrativa de Chéjov en toda su magnitud fuera también "un homenaje a los traductores" que habían contribuido al conocimiento de este clásico, y no limitó la panorámica al castellano que se habla en España. "Si tenemos una traducción de alguien como Sergio Pitol, aunque sea mexicano, evidentemente no vamos a descartarla", señala el autor de Los ensimismados y también traductor de muchos de los relatos recogidos.

Chéjov (Taganrog, Imperio Ruso, 1860-Badenweiler, Baden, Imperio alemán, 1904) ya se había consagrado cuando redacta los cuentos de este último volumen. "Él ya no es sólo el lector de Turguéniev y de Tólstoi, es que Turguéniev y Tólstoi lo están leyendo a él", apunta Viejo. Pero pese a su enorme popularidad -o precisamente por ella- el autor frena el ritmo de publicación, "siente la responsabilidad" de ser un autor respetado. Enfermo de tuberculosis, razón por la que se suceden las estancias en el extranjero, y más interesado en los actos sociales y la realidad política de Rusia, el maestro dosifica su genio y entrega con cuentagotas sus creaciones. Tras la publicación de La dama del perrito en 1899, detalla Viejo, ven la luz sólo dos historias en 1900 (En el barranco y En fiestas), una en 1902 (El obispo) y otra, la última de su legado narrativo, en 1903(La novia). Y son numerosas las cartas "donde Chéjov manifiesta de forma explícita su cansancio, la dificultad de sentarse a escribir, el aburrimiento y la pereza que le provocaba en realidad ponerse a ello". Entre sus aspiraciones, baraja además embarcarse a una novela larga, una meta que nunca culminará.

Para Viejo, estos Cuentos Completos de Chéjov demuestran que el ruso no es sólo "uno de los nombres más citados" por los escritores que vinieron tras él, sino un creador que optó por "procedimientos muy modernos: hay cuentos compuestos por telegramas, o por anuncios", analiza Viejo, para quien "los temas que utiliza también son muy actuales: habla de problemas de alcoholismo, de maltrato, de la infidelidad, del abuso de los políticos... Y eso sumado al lenguaje que utiliza, que es muy contemporáneo, confirman la vigencia de su obra".

Una obra de tal profundidad e inteligencia que crece en cada relectura, como recuerda Viejo, cuya "pasión" por el autor empezó gracias a un cuento tan emblemático como La dama del perrito. "Pero lo que me sucedió con él, al principio, no fue lo habitual de sentirme deslumbrado. Ocurrió al contrario: leí aquella historia de adolescente y no la entendí, no comprendí lo que quería contar, la segunda vez tampoco. Quería saber por qué ese cuento era tan famoso y qué me aportaba, así que me entregué a él. Fue el misterio, el desafío que suponía, el que acabó enganchándome a Chéjov".

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