FERIA DEL LIBRO DE SEVILLA

La hora de la literatura incómoda y fuera de sitio

  • Rosario Villajos y Silvia Hidalgo, autoras de dos novelas deslumbrantes, 'La muela' y 'Yo, mentira', debaten sobre sus modelos narrativos

Dos protagonistas que se sienten fuera de sitio y no tienen claro quién quieren ser se encontraron ayer en la Feria del Libro gracias a la inteligente conversación que mantuvieron sus autoras, ambas andaluzas de 1978. Yo, mentira, de la sevillana Silvia Hidalgo (en Tránsito, el proyecto editorial de Sol Salama) y La muela, de la cordobesa Rosario Villajos (publicada por Aristas Martínez) reflexionan sobre "qué tiene que hacer una mujer cuando está cansada de sí misma" y se siente una intrusa en todas partes, incluso en su propia vida. Estos dos libros se han convertido, desde sellos sólidos pero pequeños, en un latigazo en las conciencias y un fenómeno en las redes sociales. Son dos novelas arriesgadas, definidas por las voces propias de sus narradoras y protagonistas, que comparten la voluntad de incomodar para explorar realidades femeninas por lo general silenciadas, desde el hastío vital a la búsqueda del deseo o el deterioro del cuerpo, y narrarlas con humor negro y descaro.

Las dos escritoras desnudaron este viernes sus imaginarios en la Plaza Nueva junto a María José Barrios, profesora universitaria y fundadora de la librería Casa Tomada, en cuyos talleres literarios Silvia Hidalgo dio forma a esta novela y a la anterior, Dejarse flequillo (2016).

Silvia Hidalgo y Rosario Villajos antes de participar en la mesa redonda que moderó María José Barrios. Silvia Hidalgo y Rosario Villajos antes de participar en la mesa redonda que moderó María José Barrios.

Silvia Hidalgo y Rosario Villajos antes de participar en la mesa redonda que moderó María José Barrios. / José Angel García

Rebeca, la protagonista de La muela, comparte con su autora la sensación de irse alejando cada vez más de la idea que tiene de sí misma. Villajos estudió Bellas Artes, ha sido artista visual, música, hizo sus pinitos en el cine, trabaja como Silvia Hidalgo en departamentos informáticos y ahora ha debutado en la novela con esta historia de una española que encadena trabajos precarios en Londres tras dejar a su novio. También Silvia Hidalgo se siente intrusa en el ambiente literario pero no en su escritura, "que es fruto como todo lo que he hecho en mi vida de mucho esfuerzo", explicó.

"Las mujeres de nuestra época hemos sido educadas en la falta de confianza, se nos ha ubicado por lo general en la mesa de los niños, hemos crecido teniendo muchos referentes masculinos como Superman pero hemos tardado en descubrir modelos femeninos, hemos pensado que la historia de los hombres era universal y la de las mujeres, en cambio, particular, doméstica. Y aquí en Yo, mentira y en La muela hemos creado mujeres poliédricas que tienen opiniones muy diferentes de los hijos, el amor, el trabajo o la familia", reflexionó Villajos.

Cultivan una literatura que no es complaciente, interesadas en abordar lo sublime y lo más bajo

También ambas coinciden en que, aunque en redes sociales el comentario a su trabajo lo realizan sobre todo mujeres, en los medios de comunicación han sido hombres los que han dado un golpe sobre la mesa para avisar de la calidad de sus libros, como Alberto Olmos y Braulio Ortiz Poole en el caso de Yo, mentira, o Nadal Suau en el de La muela. "Es muy satisfactorio que los hombres se sientan apelados por nuestras historias o que simplemente las disfruten".

Sus protagonistas pueden resultar extravagantes y sin pelos en la lengua, como ocurre también con la de otro fenómeno editorial del año, El Evangelio de la sevillana Elisa Victoria (en Blackie Books), pero son de una sinceridad apabullante. "Son mujeres que pueden parecer locas pero para nosotras son muy realistas. Me gustan los personajes que hacen algo que no está bien; me interesa la literatura que molesta", apuntó Silvia Hidalgo. En la misma línea, Villajos defendió la necesidad de "alzar la voz porque estamos acostumbradas a que no nos escuchen. No tenemos por qué ser complacientes en nuestra escritura, podemos abordar lo sublime y lo más bajo, y por suerte hay editoriales valientes a las que eso también les interesa".  

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