Marcado por la personalidad de sus padres, los escritores Harold Nicolson y Vita Sackville-West, Nigel Nicolson (1917-2004) fue un genuino hombre de letras que podría ser adscrito, aunque él rechazaba la asociación, a la llamada tercera generación de Bloomsbury. Había intentado hacer carrera en la política, pero su desencuentro con los tories -que coincidió con el escándalo derivado de la edición inglesa de Lolita, publicada por Nicolson en 1959- lo llevó a volcarse en su actividad editorial y literaria. Escribió ensayos y biografías y editó los diarios y la correspondencia de sus padres o la de Virginia Woolf, de quien trazó también una excelente biografía (Mondadori, 2002), pero su libro más celebrado es este Retrato de un matrimonio que fue publicado en España por Grijalbo -en 1975, tan sólo dos años después de la edición original- y ha sido ahora reeditado por Lumen. Dedicado a la extraña y perdurable relación que mantuvieron sus padres, el ensayo alterna el sincero testimonio de Nicolson con pasajes entonces inéditos del diario de su madre.

Fue esta, como se sabe, la amiga íntima a la que Woolf retrató en Orlando, pero antes había estada enamorada durante años de otra mujer fascinante, la escritora Violet Trefusis, a quien se dedican muchas de las páginas del citado diario. Sir Harold, por su parte, no ocultaba su homosexualidad, aunque sus numerosas aventuras extramatrimoniales no fueron tan duraderas como las de su esposa. Ambos progenitores, brillantes, exquisitos, aristocráticos y heterodoxos, merecerían figurar en la memorable colección de Excéntricos ingleses de Edith Sitwell. No podían tener afinidad sexual, pero se admiraban mutuamente, compartían afectos y aficiones y fueron capaces de convivir durante décadas, hasta la muerte de Vita en 1962. El retrato de Nicolson no oculta el fondo dramático de la historia, pero rebosa piedad filial y supone un hermoso tributo a la memoria de dos seres excepcionales.