El Barcelona se embolsó las dos últimas Ligas tras haber perdido cuatro partidos en cada una. Y hoy, tras haber jugado once jornadas, y a falta del clásico del 18 de diciembre, lidera la tabla a pesar de haber mordido el polvo ya tres veces, ante Athletic, Granada y Levante a domicilio. Un reflejo de la tendencia a igualarse todo en la azotea de la clasificación.
Que seis equipos viajen apretadísimos en el primer vagón, en una horquilla de sólo dos puntos, es saludable para la competitividad y la emoción. No se veía tal igualdad desde aquella Liga 1993-94 que acabó con el título del Barça gracias al penalti que el portero valencianista González le detuvo a Djukic en Riazor. En ese campeonato, que aún otorgaba dos puntos por victoria, los seis primeros equipos atesoraban 16 tras 12 jornadas: Sevilla, Deportivo, Barcelona, Real Madrid, Athletic y Valencia.
La tendencia contrasta con la que marcó la irrupción de Messi por la Ciudad Condal y, unos años más tarde, de Cristiano en la Villa y Corte. Ligas que exigían frisar los 90 puntos o incluso acercarse a la centena.Hoy, todo es distinto.
La progresión actual de los dos equipos que coronan la tabla con 22 puntos en 11 jornadas –la Real ha jugado 12– llevaría a una escuálida cosecha de...¡76 puntos! para el campeón.
Es de suponer que alguno de los tres grandes favoritos elevará su ritmo de puntuación de aquí a mayo. Posiblemente sea así. Pero si no ocurre, un inesperado escenario se abrirá para disfrute de quienes claman por un fútbol menos elitista.
El Barcelona sufrió un bloqueo ante el Levante parecido al del Sevilla en Éibar hace unas semanas y el equipo granota le hizo tres goles en siete minutos; el Real Madrid sigue dependiendo demasiado de Benzema para resolver arriba y el positivo cambio de Rubi a defensa de cinco en su Betis terminó de tabicar la portería para los blancos.
El VAR también tiene que ver al paliar los favoritismos. Hasta el pasado fin de semana no le han pitado un penalti a favor a Barcelona y Atlético de Madrid. Y eso que se ha disparado el número de penas máximas con el asistente arbitral: nada menos que 48 penaltis se han pitado en las doce primeras jornadas, 4 de media. Es lo que tiene escrutar a cámara lenta una acción que el ojo humano no puede ver en directo. Cada fin de semana salta algún penaltito que desnaturaliza la esencia del juego –lo de las manos invasoras sigue siendo terreno abonado para la interpretación y para el debate, como en las acciones de Carvajal y Feddal en el Bernabéu– y abre la puerta a un pernicioso partido paralelo, el del VOR. En el Sevilla-Atlético, un tropiezo fortuito de Gudelj con Koke, que se iba del área al córner, es sancionado con falta y el VAR lo ve penalti tras visionar cuatro tomas para tratar de aclararlo. El asistente reparte justicia, pero cuando deja abierta la interpretación, el debate se recrudece con respecto al tradicional fallo arbitral, tan humano él...
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