Adán sostiene al Betis (2-2)
Deportivo-betis · La crónica
La gran actuación del portero evita la derrota en una segunda parte en la que los de Merino perdieron fuelle. El Deportivo aprovecha su superioridad física y el mal repliegue verdiblanco.
Con el mismo fútbol de casi siempre, con el que incluso llegó a ser uno de los mejores visitantes de la Liga, el Betis fue capaz de salir por su propio pie de Riazor. Lo consiguió, en primera instancia, porque, pese a sus carencias, jamás bajó los brazos. La actitud de este equipo, salvo en algunas pájaras, es encomiable y con ella es capaz de soslayar las muchas carencias que evidencia una plantilla tan mal confeccionada pese al dineral gastado.
Pero el Betis, que estuvo bastante más cerca de perder que de ganar, logró un valioso punto en Riazor porque en sus filas milita el que quizá sea hoy el mejor portero de la Liga y, por descontado, el que más puntos le ha dado a su equipo. Si dos futbolistas hay decisivos en un equipo son el que mete los goles y el que los evita. Y en verdiblanco esa receta le ha otorgado buenos réditos y se los sigue produciendo, principalmente a domicilio. Que Adán y Rubén Castro tengan el día suele ser sinónimo de victoria. Cuando uno de los dos habita en el reino de los mortales, al menos es factible no caer derrotado.
Ayer, el guardameta disfrutó de momentos memorables, como las tres intervenciones seguidas en dos minutos sobre la media hora de juego: puntera a contrapié a disparo de Luis Alberto que le desvían, salida a quemarropa ante Lucas Pérez y sutil roce a disparo de Cani que acaba en córner. Tres acciones, con el 1-1 en el marcador, que desperezan al Betis en su peor momento y que dan pie a que en la segunda llegada, acto seguido, Rubén Castro sea objeto de falta al borde del área y Vargas ponga el 1-2.
Antes de ese gol y de esos instantes de dudas, el Betis había sido un equipo aguerrido que supo igualar la intensidad que el Deportivo insufla en sus citas de Riazor. Ni el gol encajado tras un saque de esquina lo amilanó y siempre buscó sus llegadas, a cuentagotas, como la que acto seguido le concedió el empate tras un buen centro de Vargas que desvió de cabeza Musonda. Fue la única loa al fútbol del Betis, en una combinación de costado a costado que habían iniciado Kadir y N'Diaye.
El balón fue más del conjunto herculino, se jugaron muchos minutos en terreno bético. Merino mandó a Petros a una marca de otra época sobre Mosquera y ello habilitó a Luis Alberto. Por eso al Betis le costó parar el partido durante muchos minutos. Y, encima, tampoco goza de ese centrocampista que aglutine balón y espacio y mande en el partido. Son sus carencias, pero con ellas lo va acostumbrando a sobrevivir su entrenador. No le queda otra.
Empero, a esas carencias tanto tácticas como técnicas se le unen, en ocasiones, las físicas, que fueron las que decantaron la balanza en la segunda mitad, máxime cuando el Deportivo empató a poco de iniciarse y comenzó a oler la sangre con avaricia. Los coruñeses, quizá el equipo más intenso y vertical de la Liga -lo prepara un sevillano que atiende por Nacho Oria-, cuentan además con uno de los delanteros más completos del campeonato. Lucas Pérez es rápido, potente, juega de cara, de espalda, al espacio, cae a los costados... No tiene pierna derecha, eso sí, pero lo peor que le pudo pasar ayer fue encontrarse enfrente con Adán.
No es que el Betis hubiese dejado de competir, en absoluto, pero, sencillamente, fue superado, desbordado. Todas sus carencias se vieron acentuadas con el paso de los minutos. Cada balón que perdía Petros, que fueron unos cuantos, insuflaba aire a los blanquiazules y lo restaba de los pulmones verdiblancos. Dani Ceballos, que entró por Van Wolfswinkel, no supo ni lo dejaron asir las riendas del choque. Cejudo no es un buen suplente, así de fácil. Por eso el Betis no mejoró con los cambios y vivió demasiados minutos en el alambre. Vargas salvó un balón en la misma línea de gol, Adán sacó una última mano milagrosa a cabezazo de Oriol Riera...
El Betis no es fuerte ni sólido para encerrarse y, además, ayer quiso siempre competir y buscar la victoria, mas el balón apenas le duró y su repliegue fue bastante deficiente. Eso, frente a un equipo que se crece en los espacios y que combina con más precisión en el juego dinámico que a un ritmo bajo, es opositar no a la derrota sino a la goleada.
Pero su actitud lo salvó. Quizá el viento haya virado también con la llegada de Merino, es posible. Aunque lo cierto es que se ha sobrepuesto a la pifia de Anoeta con dos partidos convincentes justo antes de entrar en su Liga, en dos partidos en los que el seis de seis casi equivaldría a otro año en Primera. A ver si Adán...
2 Comentarios