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Almíbar vs. alcohol

  • Los mensajes y los actos de concordia que han proliferado de una y otra parte marcan una loable pauta en las vísperas · La tardía hora da aún más trascendencia a los controles de alcoholemia que se realizarán

En lugar de Lopera está Guillén; en lugar de Caparrós, Marcelino; donde en su día mandaba Serra hoy se encuentra Mel, y el hueco de Cristóbal Soria lo llena Juan Martagón. Todas esas idas y venidas confluyen en un mismo derrotero, el de la distensión. No se palpa el mismo grado de crispación en la víspera del derbi sevillano número 83 en Primera División que en citas cercanas en la memoria, que venían precedidas de dardos dialécticos que emponzoñaban el ambiente y algo tenían que ver luego en las agresiones con muletas, las candelas romanas, los bustos en el palco, los botellazos o los cuchillos que aparecían sobre la hierba. Con todo esto, gana el fútbol. El deporte.

A diferencia de esos prolegómenos destemplados que tanto macillaron la imagen del fútbol sevillano, los protagonistas de una y otra parte se han negado a atizar el fuego que siempre va a latir mientras Sevilla y Betis existan, el fuego que tratarán de avivar esta noche los centenares de sujetos de una y otra parte que entienden el fútbol como un acto de odio, los mismos que obligan a las autoridades a desplegar un mayúsculo dispositivo policial.

Las maneras versallescas de Miguel Guillén y de José María del Nido, con el nuevo alcalde como maestro de ceremonias en algún caso, han marcado el paso a los demás desde que hubo cambio en la cúpula bética. Ha tenido mucho que ver en ello Rafael Gordillo, el gran símbolo verdiblanco, quien en su condición de presidente de la Fundación Real Betis ha estrechado los lazos de concordia al asistir a actos sociales de cierto cariz sevillista, como por ejemplo la presentación de la biografía de Frederic Kanoute, Miradas al cielo, que tuvo lugar en la Fundación Tres Culturas el pasado 15 de diciembre.

También Marcelino y Mel han mostrado un comportamiento ejemplar, profesando un buen rollo que ha rebajado varios grados el ambiente. Ni el hecho de que el entrenador sevillista rechazara con cordialidad la invitación de Mel a esa comida privada ha enrarecido el ambiente. Tampoco el ya célebre "no" que lanzó el técnico sevillista a la pregunta de si veía al Betis en condiciones de luchar por los mismos objetivos que el Sevilla, que planteó en Canal Sur Radioun internauta durante la pretemporada, ha terminado de prender la mecha.

¿Y los jugadores? Tampoco por ahí han encontrado los amantes de la discordia un resquicio para entrar en el twitter, teclear un almohadilla y plantear un tema de debate propicio para que el personal pierda las maneras y llegue a las diez de esta noche con los ánimos más sobresaltados de lo necesario.

Tanto azúcar se ha derramado en las jornadas previas a este derbi del reencuentro, que alguno considera demasiado edulcorado este derbi, que ya son ganas de extraer lecturas negativas. Entre otras cosas, porque todo el almíbar es poco ante los violentos.

Medidas de seguridad

Impulsados por las posibilidades que les brindan las nuevas redes sociales, los ultras de uno y otro bando se han citado un día cualquiera, en un lugar cualquiera, para dar rienda suelta a sus instintos. Tanto más motivo para mantener la guardia alta durante toda la jornada de hoy. El hecho de que el partido comience a las diez de la noche debe elevar la vigilancia: el alcohol alimentará los comportamientos violentos.

Por eso, a la entrada del estadio, agentes de la Policía Local, provistos de etilómetros, realizarán controles de alcoholemia en aplicación de la Ley del Deporte.

Unas 400 personas, entre Policía Nacional, Local, Protección Civil, Bomberos y empresa privada de vigilancia, formarán el dispositivo de seguridad para el derbi, declarado por la Comisión Antiviolencia de alto riesgo. Serán unos 300 policías nacionales, unos 40 locales, 20 agentes de Protección Civil y un retén de Bomberos compuesto por siete personas. El Betis, anfitrión del partido, potenciará además la seguridad privada.

Se prevé que unos 2.000 aficionados sevillistas lleguen al Benito Villamarín escoltados por la Unidad de Intervención Policial (UIP) y Caballería del Cuerpo Nacional de Policía.

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